Toma tu cruz

Febrero 2021

Mis queridos jóvenes:

Os saludo en el nombre del Señor Jesucristo y pido que sus bendiciones, amor y dirección sean sobre vosotros en abundancia.

Una obra de donación

Muchos entienden mal el Evangelio al enseñar que quien sigue a Cristo no tendrá los problemas o las dificultades que enfrentan los que no lo aceptan como Salvador personal. La moderna enseñanza del “Evangelio de la prosperidad“, muy difundida en los Estados Unidos de Norteamérica, trasmite este concepto a sus seguidores: “Este evangelio se enfoca principalmente en las posesiones materiales, el bienestar físico y el éxito en esta vida, lo que mayormente incluye abundantes recursos financieros, buena salud, vestimenta, viviendas, automóviles, ascenso laboral, éxito en los negocios así como otras cuestiones de la vida“ (1)

Esta es una visión errada de la enseñanza bíblica. Es cierto que cuando aceptamos a Jesús como nuestro Señor y Salvador, la vida cobra otro sentido; somos bendecidos en su nombre y el Espíritu Santo viene a vivir en nosotros, dándonos su guía, su inspiración, su amor y aún su exhortación, pero no nos quita la posibilidad de gustar la hiel de la vida. De hecho Jesús enseñó claramente que en el mundo tendríamos aflicciones pero que debíamos confiar en el Señor a pesar de todo (Jn. 16:33). El énfasis, pues, no está puesto sobre la prosperidad que tendremos en el mundo, sino sobre la ayuda que recibiremos de parte de Dios en cada situación compleja. Para el cristiano es imperativo entender que la máxima prioridad en su vida es buscar la gloria de Dios, las demás cosas, es decir los bienes perentorios que necesitamos para vivir, se nos añadirán en la medida que Dios lo considere apropiado y según el caso de cada uno (Mat. 6:33).

Jesús nos presenta la realidad de la vida cristiana: “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame“ (Mat. 16:24). (RVR1960).

¿Qué significa “tomar la cruz“. En el contexto del versículo se explica: Aquellos que deseamos seguir a Jesús debemos “negarnos a nosotros mismos“. Es una renuncia al yo, al egoísmo, al centrarse en uno mismo olvidando a los demás. Si estudiamos la vida de nuestro Creador veremos que se caracteriza por el “dar“. Hubiera podido crear sólo para Él y disfrutar juntos como Padre, Hijo y Espíritu Santo, tenía todo el derecho y no necesitaba dar ninguna explicación a nadie. Pero Dios decidió crear a los ángeles, a seres de otros mundos y a nosotros…

Nos dio la vida en el Edén, nos regaló su imagen y semejanza, un hogar, un mundo perfecto, lleno de animales dóciles que alegraban sus vidas. Toda la creación es obra de Dios y el Creador la sostiene con el poder de su Palabra, por amor. El salmista lo reconoce al decir: “Los ojos de todos esperan en ti, y tú les das su comida a su tiempo.  Abres tu mano, y colmas de bendición a todo ser viviente“ (Salmo 145:15;16). (RVR1960).

Una obra de abnegación

Por fin el Padre dio a su Hijo Jesús, quien se hizo hombre y llevó una vida de abnegación total, dándonos ejemplo en todo sentido y por fin tomó la cruz humildemente para morir en ella. ¿No es esto una muestra clara e inequívoca del amor de Dios por cada uno de nosotros? ¿Qué más pruebas podemos pedirle a Dios para comprobar que su mano poderosa aferra a la nuestra y que no nos deja vagar por este valle de dolor solos?

Es cierto que estamos rodeados de sufrimiento y que a veces tenemos que experimentarlo en nuestra propia carne, como el patriarca Job. Pero también es totalmente real que la cruz que nos toca llevar no sobrepasa nuestras fuerzas porque Dios nos sostiene: “Las tentaciones que enfrentan en su vida no son distintas de las que otros atraviesan. Y Dios es fiel; no permitirá que la tentación sea mayor de lo que puedan soportar. Cuando sean tentados, él les mostrará una salida, para que puedan resistir“ (1 Cor. 10:13). (NTV).

La abnegación, la humildad de corazón, el sometimiento a la voluntad de Dios, son actitudes del alma que se pueden cultivar con la ayuda de Dios. El Padre y el Hijo nos han mandado su Espíritu Santo para que viva en nosotros y realice una obra de completa trasformación. Y así, con ojos y corazones limpios, canales que purifica el Espíritu, podremos vivir en esa nueva dimensión en el que ya no reina el “yo“ sino que Cristo vive y gobierna en nosotros (Gál. 2:20).

Conclusión

Por eso el apóstol Pablo podía afirmar: “cada día muero“ (1 Cor. 15:31). Morir es el acto de cesación de la vida. Cuando fallecemos cesa toda función orgánica y cerebral. No hay ni una minúscula señal de actividad, ni energía. El cuerpo se va descomponiendo hasta que se deshace y así dejamos de ser. En sentido espiritual, “dejar de ser“ es morir al “yo“, es que nuestro “yo“ es la causa de nuestra ruina y apartamiento de Dios.

Mientras viva el “yo“, no permitiremos que el Espíritu de Dios tome posesión de nuestra mente, de nuestros deseos, aspiraciones y actos. “La santificación genuina… no es nada más que un diario morir al yo y la constante aceptación de la voluntad de Dios“ (Mi vida hoy, 1 de septiembre).

Querido joven, sintiendo que es mi sagrado deber y responsabilidad, te invito a tomar la cruz que Cristo ha puesto sobre tus hombros y a llevarla con humildad de corazón. Sé que esta obra no es para que tú la realices solo. Necesitas la ayuda del Espíritu Santo. Y la buena noticia es que Cristo nos ha dado su Espíritu para que todo aquel que en Él crea no se pierda, no tenga que estar luchando en vano, sufriendo en vano, llorando en vano, hundiéndose sin remedio…

Todos los humanos sufrimos y afrontamos situaciones difíciles y hasta angustiosas, pero quien está a nuestro lado es más poderoso que cualquier problema, más alto que cualquier montaña infranqueable, más profundo que los océanos, más grande que el universo. Sí, Jesús es todo y está por encima de todo, lo puede todo y lo gobierna todo, no hay nada que se le resista. ¿Serviremos a nuestro amado Salvador? ¿Lo amaremos? Dios te bendiga. Amén.

José Vicente Giner
Pastor y director del Departamento de Jóvenes
de la Asociación General

Para la reflexión:

  1. ¿Por qué sufrimos los seres humanos?
  2. ¿El sufrimiento es necesario para nosotros?
  3. Razona la respuesta.

Abreviaturas de versión bíblicas

NTV Nueva Traducción Viviente

RVR60 Reina Valera 1960