Objetivos:

  1. Entender que cada cristiano tiene el sagrado deber de predicar el Evangelio.
  2. Saber que Dios llama a todos los que profesamos servirle para que proclamemos el mensaje de salvación y que no hay nadie excluido.
  3. Ser conscientes de que no todos poseemos los mismos dones y que cada uno presentará el mensaje para nuestro tiempo en distintas formas y maneras.
  4. Conocer cuál es el mensaje peculiar para nuestros tiempos que debemos predicar.
  5. Tomar conciencia de que todo esfuerzo misionero debe ser dirigido por el Espíritu Santo si deseamos tener éxito.

Introd.

  1. Los seres humanos tenemos diversas necesidades vitales: Fisiológicas, protegerse del medio, un techo que nos proteja, una forma de sostenerse económicamente, etc. Después de esto viene todo lo demás, como sociabilizar, amar y ser amados, realizarse en la vida, etc. Esta teoría la formuló Abraham Maslow, que vivió en el siglo XX y que fue un psicólogo humanista norteamericano.
  2. Pero la Biblia nos presenta una necesidad superior que no presentó Maslow de forma específica y que de no cubrirla sufriremos una gran pérdida: Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es im–puesta necesidad; y !ay de mí si no anunciare el evangelio!(1 Co.9:16). (RVR1960). Es la necesidad de predicar el Evangelio. ¿Por qué Dios nos presenta la predicación, el compartir el Evangelio como una necesidad vital del ser humano?

I. EL ANUNCIO DEL EVANGELIO

  1. En este pasaje del apóstol Pablo existen varios elementos muy interesantes para analizar.
  2. En primer lugar, habla de la tarea de anunciar el Evangelio; esta es la obra que cada hijo e hija de Dios tienen que desempeñar por imperativo divino en este mundo.
  3. En el Antiguo Testamento los sacerdotes se ocupaban de las cosas sagradas, todo lo que tenía que ver en los servicios cultuales del tabernáculo. 
  4. En el Nuevo Testamento se nos enseña la verdad de que todo creyente es un sacerdote comprometido con la causa del Evangelio. Cuando entregamos nuestro corazón a Cristo nos comprometemos a compartir las buenas nuevas de salvación.
  5. Cada uno en su nivel, capacidad y experiencia, según los dones que hemos recibido, no hay nadie excluido de este sagrado deber, todos los que amamos a Dios debemos entender que compartir las buenas nuevas es una necesidad vital del alma.
  6. Somos siervos de Dios, hemos sido comprados por la sangre de Cristo, le pertenecemos. Jesús nos ha dejado una orden: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marc. 16:15). (LBLA). No es algo facultativo para los cristianos, “si quieres”, “si te apetece”, es una tarea ineludible: “id y hacedlo”.
  7. Y es que, si somos hijos e hijas de Dios, tendremos que actuar como Dios hace. Él comparte lo bueno que posee con todas sus criaturas. No se lo guarda para sí. La característica de un verdadero hijo o hija de Dios, es que comparten aquello que han recibido y que les ha cambiado la vida. Quedárselo para sí sería equivalente a esconder la luz de una casa debajo de una mesa. Hay que colocarla en un lugar distintivo, que todos la vean.
  8. En el tiempo del fin existe un mensaje específico que dar a la gente, que predicar, que compartir: El triple mensaje angélico que encontramos en Apoc. 14:6-13. Los ángeles son un movimiento de personas que predican, es el gran movimiento adventista y nosotros como remanente, tenemos esa misión urgente que realizar. 
  9. Así es que todo creyente debe predicar el mensaje de salvación, especialmente la verdad presente, así llamada por ser el mensaje específico a predicar en el tiempo del fin. Todos los demás mensajes bíblicos están ligados a este y dependen de este.
  10. La gente en el tiempo de Noé sólo podía salvarse del diluvio si subía al arca. Pero la mayoría rechazó y perecieron anegados por las aguas.
  11. Hoy, los Noés de este tiempo debemos invitar a la gente a subir al arca, es decir a aceptar a Jesús como Salvador y Señor, nos salva a través de su sacrificio y nos entregamos a Él para obedecerle como nuestro Dueño.
  12. No es al Jesús que está colgado todavía en un crucifijo, o al niño de barro, madera o escayola, que está en el portal de Belén; es al Cristo que venció al enemigo y que nos enseñó que sólo a través de la obediencia perfecta a la santa ley de Dios podemos ir al cielo; es al Cristo que resucitó de los muertos subió a los cielos y está realizando la obra del juicio y regresará por segunda vez. 

II. LA GLORIA ES PARA DIOS

  1. Anunciar el Evangelio no es una tarea fácil, algo que poseemos innato y que nos sale por naturaleza. Que nadie caiga en el error de considerar que si algo bueno hacemos es mérito nuestro, no hay nada de excelente de nuestra parte, algo de maravilloso en nosotros. 
  2. Todos nosotros somos como piedras toscas, pero cuando Jesús nos llama a servirle, como pasó con sus discípulos, él se compromete a capacitarnos (os haré pescadores de hombres).
  3. Dios no nos llama porque estamos capacitados, sino para capacitarnos. Por eso da dones a sus hijos según nos enseña Pablo en 1 Corintios 12. Si una persona sabe hablar muy bien y posee un gran carisma para dirigirse a la gente, si ha llevado almas a la iglesia y por su medio otros conocieron a Jesús, esta es la obra del Espíritu Santo en la persona. “No tengo de qué gloriarme”, dice Pablo (2 Cor. 11:30).
  4. En otro lugar Pablo dirá: Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que se os ha ordenado, decid: Siervos inútiles somos; hemos hecho sólo lo que debíamos haber hecho” (Luc. 17:10), (LBLA).
  5. Si no fuera porque Dios opera en nosotros a través de su Espíritu, ningún fruto podríamos cosechar.
  6. El gran músico Paganini dicen que fue uno de los mejores intérpretes de música con violín; uno de sus violines preferidos se encuentra en el museo de Génova, el músico italiano lo llamó “il mio cannone violino” (mi violín cañón) por la potencia de su sonido. Pero sin el músico el violín no sirve para nada. Es como si el pincel se jactara de la obra pictórica que el artista realizó, cuando en realidad es sólo un instrumento en las manos del pintor.
  7. Nadie se debe sentir orgulloso porque hace esto o lo otro para Jesús; canta, escribe, predica o es un gran evangelista; tampoco es bueno que nadie se jacte o se sienta superior por ejercer una profesión mejor considerada y retribuida en la sociedad, como ingeniero, médico, abogado, etc. Todo lo que tenemos y somos se lo debemos a Dios aun nuestras habilidades humanas.
  8. Debemos aprender en la escuela de la humildad de Cristo, él dijo que debíamos aprender de Él que era manso y humilde de corazón y eso es lo que da verdadera paz al alma (Mat. 11:28-29).     
  9. El problema o gran catástrofe del cristianismo es que los cristianos se han dejado de apasionar por el Evangelio y han colocado en su escala de valores otras cosas, como diversiones, realización personal, trabajo.

III. COMPLETOS EN CRISTO

  1. Nunca ha pedido nada el Señor a sus hijos sin que nos ofreciera previamente la capacidad para realizarlo.
  2. No importa, querido joven, qué clases de dones tienes. En la escala de Dios todos los dones son importantes para su iglesia. De nada serviría que en la iglesia todos fueran grandes predicadores, si no hubiera contables, médicos, albañiles, personas que mantuvieran limpia la iglesia, expertos en la cocina, enfermeros, diáconos, etc.
  3. Sea el don que sea, tienes una misión que desempeñar en el pueblo de Dios y debe estar íntimamente unida a la obra de compartir el Evangelio. La figura de “piedras vivas” que presenta el apóstol Pedro, en 1 Pedro 2:4, nos habla de nuestra misión de ser parte del progreso y construcción de la obra de Cristo.
  4. Tu don o dones, deben contribuir al progreso del Evangelio. Así, pues, si eres una buena cocinera, o si eres un buen músico u otra cosa, tu necesidad imperiosa será la de poner tus talentos a contribuir, es decir a fomentar el Evangelio de salvación.
  5. Nuestro único objetivo no será sólo saber cocinar para mantenernos en salud, sino enseñar a otros a saber cocinar los alimentos para que preserven y potencien su salud, sin olvidar el presentar a Cristo como Aquel que ha inspirado esos conocimientos.
  6. Un vegetarianismo sin Cristo es como un Evangelio sin el Espíritu Santo. Podremos presentar las más sagradas verdades, pero si no es el Espíritu de Dios que nos inspira y guía, no producirá frutos que trasciendan a vida eterna. Es bueno lo que se predica, estamos de acuerdo, pero sin la presencia del Espíritu no cala en el alma.
  7. Igual ocurre con la reforma pro salud. Podemos presentar todas sus bondades y hablar de esta y la otra planta, de este y del otro alimento… Concordamos que todo esto es bueno y necesario; pero si Jesús no está en el centro del mensaje, no dejarán de ser buenos consejos pero sin poder de lo Alto para salvar y cambiar vidas.
  8. “El brazo derecho del cuerpo de la verdad (la reforma pro salud), debe estar constantemente activo, obrando de continuo, y Dios lo fortalecerá. Sin embargo, no debe transformarse en el cuerpo entero. El cuerpo no debe decir al brazo: “No te necesito”. El cuerpo necesita al brazo para hacer una obra activa y agresiva. Ambos tienen su obra señalada, y cada uno sufrirá gran pérdida si obra independientemente del otro” (Joyas de los Testimonios, Tomo 2, 526).
  9. “La presentación de los principios de la salud deben unirse con este mensaje (mensaje del tercer ángel), pero en ninguna forma debe ser independiente de él, y de ninguna manera ocupar su lugar” (Carta 57, 1896).
  10. Lo mismo podemos decir de la música que presentamos. Necesitamos la unción de lo alto para producir música que ensalce a Dios, que eleve espiritualmente a los oyentes, que transforme el alma y no una música que busque glorificar al cantante o al instrumentista.

Conclusión

  1. Dios preguntó quién iría a predicar, Isaías contestó: “Envíame a mí” (Isa. 6:8).
  2. Quiera el Señor ayudarnos a entender cuál es nuestra gran necesidad en términos de trasmitir el mensaje de salvación y nos de la capacidad y el fervor para realizarla. Amén.

© José V. Giner