La unidad hace la fuerza

Enero 2021

Mis queridos jóvenes:

Os saludo en el nombre del Señor Jesucristo y pido que sus bendiciones, amor y dirección sean sobre vosotros en abundancia.

El origen de la controversia

De todos es conocido la frase: “La unidad hace la fuerza“. Es algo aceptado a nivel mundial como una verdad inamovible, pero no se suele practicar, por eso hay tantos problemas en el mundo. La unidad es importante en el ámbito de Dios, de hecho la unidad es lo que caracteriza al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Están tan unidos en todo sentido que son “uno“: “Oye, Israel. El Señor nuestro Dios, el Señor es uno“ (Mar. 12:29). (NBV). Jesús lo confirmó cuando dijo en su oración al Padre: “…para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros“ (Jn. 17:21). (RVR1960). Los ángeles están íntimamente unidos a su Creador de tal manera que viven para obedecerle en todo: “¡Bendigan al Señor, ángeles poderosos! Ustedes, que cumplen sus órdenes, que están atentos a obedecerlo“ (Sal. 103:20). (DHH).

Luzbel estaba unido a su Creador, pero se rebeló contra Él, introduciendo la divergencia, la disensión, el desacuerdo, los celos, la envidia… Así se generó en el cielo una atmósfera espiritual contaminada. La desunión de Luzbel con Dios provo–có una crisis terrible y Luzbel fue arrojado a la tierra con aquellos que se le unieron.

La desunión humana

Los primeros humanos estaban unidos. Adán y Eva se amaban y reflejaban el carácter de Dios. Su amor era extraordinario. Estaban unidos entre ellos y con Dios. Amaban a su Creador y creían su palabra, pero cuando dudaron de Dios se introdujo la desunión y vino la caída. La desunión, la enemistad, los pleitos, las guerras, han estado presentes desde que Adán y Eva cayeron en pecado. Nuestro mundo bien podría llamarse el “mundo de la desunión“. Satanás introduce en la sociedad, en las familias, en los ambientes laborales y gubernamentales y aun en la iglesia, la desunión, así logra sus objetivos de que la gente se odie.

Él hace planes diarios para que la gente sospeche el uno del otro, dude o le tenga envidia. Tuerce las palabras que se dicen, hace que el otro las interprete mal, empuja a la gente a pensar cosas equivocadas y a tomar decisiones erradas. En la iglesia siembra sus semillas de discordia, de odio, de rencor y egoísmo y así muchas congregaciones en vez de ser un espacio de paz y amor, donde se manifiesta el Espíritu de Dios, son campos de batalla donde la gente dispara sus armas para “matar“ al otro.

Las tribus de Israel, mientras estuvieron unidas pudieron hacer un frente más compacto y eficaz contra sus enemigos. Pero con Roboam y Jeroboam, vino la separación y se rompió la unidad. Diez tribus quedaron al Norte mientras dos quedaron al sur. Esta fue la obra del diablo para debilitar a Israel, el pueblo de Dios.

La desunión en la iglesia

Las desuniones siempre estuvieron presentes entre los adoradores de Dios. Ya los discípulos de Cristo dejaron que la desunión entre ellos los gobernase: Y empezaron a discutir sobre cuál de ellos sería el más importante“ (Luc. 22:24). (NBV). Esta discusión y otras, no creo que fueran amigables. Esto debilitaba el grupo y Jesús se esforzó para mantener la unidad entre sus discípulos, de hecho oró por este asunto al Padre, recordemos la oración de Juan 17.

En la ocasión de la Santa Cena, los discípulos seguían alimentando ese espíritu de desunión que les llevaba a sentirse más importantes que el otro. Así no podían cumplir bien su misión, el diablo controlaba sus emociones y sentimientos, aún sus ideas.

El Señor Jesús sabía que ese espíritu de desunión era un gran impedimento para que sus discípulos cumplieran su misión. El éxito de la misma dependía de que estuvieran unidos en amor, en doctrina, en propósitos. Una iglesia desunida deshonra a Dios y al mensaje evangélico, el enemigo lo sabe y por eso hará todo lo que esté a su alcance para lograr el objetivo de dividir a los que dicen ser hijos e hijas de Dios.

La unión del pueblo de Dios

Es fundamental entender cuán importante es la unidad entre los que profesamos amar a Dios y esa unidad debe comenzar primero entre nosotros con Dios, si no hay consagración fácilmente surgirán contiendas. Segunda la unidad se debe ver en la familia, entre el matrimonio y hay que luchar para que esto sea así, el matrimonio es un tesoro de valor incalculable, que Dios regala a los humanos, pero Satanás se esforzará para romperlo. Recordemos que no existen fórmulas mágicas para el matrimonio o la familia, sólo el amor que viene de Dios y se alberga en el corazón, producirá unidad verdadera: “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.  El amor nunca deja de ser“ (1 Cor. 13:4-8).

Sólo el amor puede mantener unido el matrimonio, la familia, los hijos, la iglesia. El amor que viene de Dios será la amalgama que permitirá ganarle la batalla a la desunión. Asimismo la unidad se debe ver en la iglesia. Cuando vemos una iglesia unida nos gusta estar allí. Uno tiene que ser un pacificador, una persona que una a los demás consigo mismo y con los otros. En el tiempo de Pentecostés los discípulos habían vencido el orgullo, el egoísmo personal y buscaban, ya no su propio bien sino el del otro. Sus corazones se unieron, terminaron las contiendas y las divisiones y pudieron recibir la lluvia temprana del Espíritu Santo (Hch. 2:1).

La lluvia tardía caerá sobre un pueblo unido, como el pentecostal de los discípulos. Jamás recibirán el Espíritu Santo quienes fomentan la división. El Espíritu de Profecía nos dice: “La unión hace la fuerza; la división significa debilidad. Cuando los que creen la verdad presente están unidos, ejercen una influencia poderosa. Satanás lo comprende bien. Nunca estuvo más resuelto que ahora a anular la verdad de Dios causando amargura y disensión entre el pueblo del Señor“ (Testimonios para la iglesia, Tomo V, 218).

Factores de unidad genuina

Es importante tener en cuenta que nunca llegará la unidad entre nosotros si no nos convertimos. Este es un primer punto. “Los que están verdaderamente relacionados con él, no pueden estar en conflictos unos con otros. Si su Espíritu domina el corazón, producirá armonía, amor y unidad“ (Mente, Carácter y Persona–lidad, Tomo 2, 515).

El segundo factor es la vida devocional. Sin oración ni estudio de la Palabra no hay crecimiento y es fácil ser engañados por el enemigo, él creará impresiones que desviarán nuestra mente o nos llevarán a decidir mal. Hay que activar la vida devocional y mantenerla.

La unidad de la doctrina en la fe es un factor de unidad en la iglesia. No podemos estar unidos en la diversidad doctrinal, porque el Señor nos insta a no realizar un yugo desigual con los infieles. La unidad debe ser en la diversidad de caracteres y temperamentos, pero nunca debemos sacrificar la verdad. Sólo la verdad nos hará libres (Jn. 8:32).

Conclusión

Que el Señor nos ayude a esforzarnos por fomentar la unidad y mantenerla, es el mayor tesoro que poseemos los mortales, ya que somos seres sociables, por naturaleza. Que Dios nos bendiga en su amor y que podamos permanecer unidos en nuestras familias y en la iglesia. Ese es mi deseo y oración. Amén.

José Vicente Giner
Pastor y director del Departamento de Jóvenes
de la Asociación General

Para la reflexión:

  1. ¿Cuáles es una de las actividades favoritas del enemigo?
  2. ¿Por qué introduce Satanás contiendas en la iglesia?
  3. ¿Qué podemos hacer para fomentar la unidad con los que nos rodean?

Abreviaturas de versión bíblicas

DHH Dios Habla Hoy

NBV Nueva Biblia Viva

RVR60 Reina Valera 1960