No te rindas
Mensaje de Febrero 2019 – 15
Mis queridos jóvenes:
Os saludo en el nombre del Señor Jesucristo y pido que sus bendicio-nes, amor y dirección sean sobre vosotros en abundancia.
Una actitud humana
Hoy quisiera compartir con vosotros el texto de Deuteronomio 5:33, “Sigan por el camino que el Señor su Dios les ha trazado, para que vivan, prosperen y disfruten de larga vida en la tierra que van a poseer” (NVI).
Este texto nos invita a seguir adelante sin desmayar, sin rendirse, por el camino que Dios nos ha señalado. Un día decidimos seguir a Cristo y empren-dimos nuestro peregrinaje hacia la Canaán celestial. Si parangonamos nuestra experiencia con la del pueblo de Israel hallaremos muchas similitudes. Israel era esclavo de los egipcios y trabajaban duramente para ellos, sin derechos, sin posibilidad de negociación, sin esperanza. ¿No es esto lo que ocurre en el mundo? Cuando la gente vive sin Dios es esclava de algo o de alguien; son miles las cosas que las atrapan e invalidan. ¿No es una verdadera esclavitud depender de un vicio? ¿Qué hay de libertad en seguir los criterios de la mayoría aunque no sean lo más conveniente, lógico y ético? Por ejemplo, el abortar por el hecho de no desear a ese hijo. El criterio general es que la mujer es dueña de su propio cuerpo y debe decidir ella si el niño nacerá o no. ¿Qué clase de libertad sana hay en la decisión de quitar una vida inocente? Muchos son esclavos del sexo, de modas sociales, del juego, del maltrato animal, del dinero, de la tecnología. ¿De qué sois esclavos, queridos jóvenes?
Mientras uno es esclavo del mundo no puede ser feliz, porque “el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis” (Gál. 5:17). ¿Qué clase de vida podemos vivir si no la inspira Cristo, el autor de la existencia? ¿Qué pasaría, queridos jóvenes, si nuestro equipo de música lo colocáramos dentro de la bañera? Ya sabéis la respuesta. ¿Y quién haría esto? Sólo alguien que perdiera la razón. Pero ¿no colocamos nuestra vida en una situación peligrosa cuando hacemos lo contrario a lo que nuestro Creador nos ha indicado? Cada uno de nosotros también venimos a este mundo con un “manual de uso”; y ese manual es la Biblia. Si obviamos sus instrucciones e indicaciones, estaremos perdidos.
Saliendo del mundo
Como el pueblo de Israel fue liberado de su esclavitud centenaria, tam-bién Dios nos “ha llamado a salir de la oscuridad y entrar en su luz maravillosa” (1 Ped. 2:9). (NTV). Pero al igual que Israel durante su peregrinaje a la Canaán terrenal tuvo que enfrentar innumerables pruebas, asimismo cada uno de noso-tros como Israel espiritual deberemos lidiar con dificultades y problemas en nuestro caminar hacia la Canaán celestial. El desierto es hostil, de día hace ca-lor de noche hace frío, diversas fieras y animales peligrosos acechan al cami-nante; abundan los salteadores violentos que viven de la rapiña; escasea el agua y los alimentos. Pero debemos recordar que Dios se comprometió a cui-dar a su pueblo y así lo hizo, no obstante que Israel le dio la espalda en mu-chas ocasiones: “Pero él, misericordioso, perdonaba la maldad, y no los des-truía; y apartó muchas veces su ira, y no despertó todo su enojo” (Sal. 78:38). (RVR).
Una de las lecciones que más me gustan de la Biblia es la actitud de Dios frente al hombre y la mujer débil, que fallan. Él nos invita a seguir, a no rendirnos. La clave de la victoria está en no permanecer caídos, sino la de levantarse y seguir. Como el hijo pródigo que se hundió en el hoyo profundo del pecado y no obstante, por el llamado del Espíritu Santo, se convenció que tenía que cambiar de rumbo: “Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti” (Luc. 15:18). Así lo hizo y el Padre lo aceptó nuevamente en su casa.
La invitación de Dios
Queridos jóvenes, sé que no es fácil permanecer fieles por el desierto de la vida; a veces los clamores viejos de Egipto vuelven a nuestro corazón; a ve-ces las tentaciones son tan fuertes que no es nada sencillo vencerlas, especial-mente cuando se lucha sin la ayuda de Dios. Pero no os dejéis engañar por el enemigo. Su estrategia consiste en haceros caer y después os susurra al oído que no tenéis remedio, que ya habéis colmado el vaso de la misericordia de Dios. No escuchéis esto, no es verdad. Dios mandó a su Hijo Jesucristo a este mundo para salvar a los pecadores (Luc. 5:32). No es que a Dios le encanta que pequemos, no, Él aborrece el pecado, pero ama al pecador y desea li-berarle de ese yugo terrible. Queridos jóvenes, si el diablo os ganó una batalla, no os rindáis, haced vuestras las palabras bíblicas y atesoradlas en vuestro co-razón: “El Señor mismo marchará al frente de ti y estará contigo; nunca te dejará ni te abandonará. No temas ni te desanimes” (NVI). Cuando os sintáis bajo presión y os invada el desánimo y la duda, decidle al diablo: “Pero si vivimos en la luz, así como Dios está en la luz, entonces hay unión entre nosotros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado” (1 Jn. 1:7). (DHH). No os rindáis, por favor, no os alejéis de Jesús ni de su iglesia que Él mismo fundó. Abandonad el mal camino y “vuélvanse a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar” (Isa. 55:7). (RVR).
¿Habéis oído bien, jóvenes? El Señor es “amplio en perdonar”. Cuando se encarnó Jesús enseñó lo mismo: “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que viene a mí, de ningún modo lo echaré fuera” (Jn. 6:37). (Jn. 6:37). No dudéis. De nada vale recorrer kilómetros y kilómetros por el desierto y de pron-to caer rendidos y dejarse morir. Yo he tenido el privilegio de estar en algún desierto y cuando uno camina sobre las dunas de arena, das un paso pero retrocedes dos. Para avanzar hay que hacer un gran esfuerzo. En el mundo secular rendirse es perder, es el fin. En los deportes, en los estudios, en la vida laboral y familiar, en las finanzas, en las relaciones sociales, en la guerra… rendirse es fracasar. Los hombres y mujeres de éxito no son personas que nunca fracasaron en sus empresas personales, sino que a pesar de los golpes, decidieron seguir adelante y no rendirse. Thomas A. Edison fracasó casi mil veces antes de llegar al descubrimiento de la bobilla eléctrica. Mas cuando a él le preguntaron lo expresó de esta manera: “No fracasé, sólo descubrí 999 maneras de cómo no hacer una bombilla”. Este genio vio el fracaso como una oportunidad para aprender y superarse en la vida. Si hubiera desistido jamás habría logrado llegar a la meta.
Conclusión
Queridos jóvenes, si el Señor Jesús hubiera desistido de su obra salva-dora por la mucha presión que sintió sobre sus hombros, no habría redención. Su humanidad tambaleó pero se aferró a la mano del Padre y un ángel vino para recordarle lo mucho que había en juego. No vino para quitarle la copa sino para ayudarle a tomarla. ¡Qué maravilloso es que Cristo no se rindiera! Su amor le llevó a cumplir su misión hasta las últimas consecuencias. También nosotros vamos a recibir ayuda, a pesar de nuestros fracasos, si nos volvemos a Dios humildemente y pedimos poder para continuar y rectificar. Levantaos, jóvenes, no os quedéis en el barro lamentando vuestra caída, levantaos y volved con el Padre, el cual será amplio en perdonar. Que Dios os bendiga. Amén.
José Vicente Giner
Pastor y director del Departamento de Jóvenes de la Asociación General
Abreviaturas de versión bíblicas
DHH Dios Habla Hoy
NVI Nueva Versión Internacional
NTV Nueva Traducción Viviente
RVR Reina-Valera 1960
No te rindas (PDF)