Sin Fluctuar

Mensaje de Noviembre 2019

Mis queridos jóvenes:

Os saludo en el nombre del Señor Jesucristo y pido que sus bendici­o­nes, amor y dirección sean sobre vosotros en abundancia.

Mentes santas

En este mes reflexionaremos sobre la importancia de no apartarnos de la fe: “Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió“ (Heb. 10:23). (RVR1960).

Nuestra mente ha sido creada de forma maravillosa; sus procesos, funcionamiento, estructura, nos dejan admirados y sorprendidos. ¿Cómo puede ser que en un receptáculo tan pequeño quepan tantos millones de datos? Esa es la obra maravillosa de Dios. Cuando fuimos creados por la mano del Creador, la mente humana era su obra cumbre. Estaba estructurada y formada para reflejar la imagen de su Hacedor. Es decir que los pensamientos, las ideas, en suma todo lo que ella generaba, provenía de Dios, era un reflejo de su sabiduría y amor infinito. Adán y Eva poseían mentes santas, robustas, fuertes; de ellas sólo nacía el bien, la armonía, el amor, la obediencia…

La mente humana funcionaba de forma tal que honraba a Dios. Y para que esto continuase así debían mantenerse en unidad perfecta con el Señor. La obediencia a la Ley era capital para que la santidad creciese y no se fracturara nunca. Lo contrario suponía la separación de su Creador, la muerte.

La tendencia humana

Lamentablemente ya todos sabemos lo que pasó. Adán y Eva decidieron en su mente desobedecer la Ley divina y rápidamente cosecharon las consecuencias. En su mente se operó un cambió radical, no se puede explicar pero las funciones cerebrales que antes confluían todas en la adoración perfecta, el pensamiento perfecto, el amor perfecto, sufrieron una trasforma–ción. La mente dejó de ser santa y se convirtió en segundos, después del acto pecador, en una mente pecaminosa, tendente al mal. ¿Os imagináis esto? Es algo increíble. El pecado es lo contrario a la santidad. Santidad es armonía con Dios en todos los órdenes de la vida, mientras que el pecado es violación de la Ley de Dios y esto afecta a todas las áreas de la existencia humana, incluyendo los procesos mentales.

Por eso podemos decir que después de la caída en el pecado, no existe ningún ser humano que tenga una mente en perfecta santidad de manera natural. Nuestras tendencias son pecaminosas desde la niñez. Pablo es muy claro cuando explica este asunto: “Y los que están en la carne no pueden agradar a Dios“ (Ro. 8:8). (LBLA). “Estar en la carne“, describe la condición natural de cada persona que viene a este mundo. Es un estado de rebelión permanente contra Dios. Es nuestra tendencia, en suma, nuestra naturaleza. El mismo apóstol Pablo lo expresa así: “Pero veo en mí algo que se opone a mi capacidad de razonar: es la ley del pecado, que está en mí y que me tiene preso“ (Ro. 7:23). (DHH). Así es que esa teoría que defiende la bondad intrínseca del corazón del ser humano, es un engaño satánico.

Nuestras tendencias son malas y si hay alguna nota armoniosa pulsada por nuestro corazón es porque el Espíritu de Dios está trabajando en nosotros, tratando de implantar una naturaleza espiritual en nuestra mente.

Sin fluctuar

            Cuando Pablo nos insta a mantenernos firmes, sin fluctuar, es obvio que está hablando a los que amamos a Dios, a aquellos que hemos aceptado a Jesús como nuestro Salvador personal y le consideramos nuestro Redentor y Señor. Sólo bajo el dominio del Espíritu que Jesús nos otorga es como podemos llegar a ser nuevas criaturas y experimentar una renovación de la mente. De otra forma no es posible. La “renovación“ de la mente carnal es la obra de Dios en el hombre que se somete a su voluntad. Un corazón irrege–nerado no puede experimentar ese cambio por sí solo. Jesús le dijo a Nicodemo que el hombre natural es carnal y que necesita “nacer de nuevo“ para llegar a ser una nueva criatura (Jn. 3:3) y por lo tanto para poder un día ir al cielo y ser eterno.

En el contexto del capítulo tres, Jesús dialoga con el  sabio fariseo y le enseña una verdad capital en el área de la fe, que sólo la conversión del corazón pecaminoso, es lo que nos coloca en armonía con nuestro Hacedor. No es que lleguemos a ser automáticamente como Adán y Eva antes de la caída; pero estamos en camino de lograrlo. Este proceso se conoce como “santificación“ y dura toda la vida. Dicho en palabras sencillas, cuando el alma se entrega a Dios y acepta la obra de Cristo en su vida, la justicia de Cristo se aplica al pecador y se le otorga para que logre un cambio, es lo que enseña Pablo: “Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad“ (Fil. 2:13). (RVR1960). Por la gracia de Cristo, Dios no sólo perdona nuestros pecados, sino que nos da su Santo Espíritu para que trabaje en nuestros corazones y nos trasforme, liberándonos así del poder y de la atracción del pecado.

Sólo un cristiano sometido a Dios, dispuesto a amarle (el amor se manifiesta en la obediencia a los diez mandamientos), puede mantenerse firme, sin fluctuar.

Conclusión  

            En un mundo inestable, donde reina la desarmonía y el conflicto, cada hijo e hija de Dios, tenemos el privilegio de mantenernos firmes en Cristo Jesús. Él es nuestro apoyo, nuestra firme ancla, nuestra esperanza y nuestro poder. En Cristo haremos proezas, Él es la Roca de los siglos, el Pastor de nuestra alma. Puede derrumbarse todo a nuestro alrededor, pero el alma no la puede hacer naufragar nadie si estamos en Cristo.

Queridos jóvenes, tened ánimo y acudid prestamente a Aquel que vino a este mundo para demostrarnos su amor y murió en el Calvario para lograr nuestra justificación y santificación, confirmando así su compromiso eterno. Sólo en Cristo podemos evitar el fluctuar. Que el Señor os bendiga. Amén.

 

José Vicente Giner
Pastor y director del Departamento de Jóvenes
de la Asociación General

 

Para la reflexión:

 

  1. ¿Qué significa fluctuar desde el punto de vista espiritual?
  2. ¿Qué es “naturaleza pecaminosa“ según las Escrituras?
  3. Es lo mismo cometer un pecado que poseer una naturaleza pecaminosa.
  4. Explica la diferencia, si la hubiere.

 

Abreviaturas de versión bíblicas

 

LBLA                        La Biblia de las Américas

RVR1960            Reina-Valera 1960