Para darles un futuro y una esperanza

Mayo 2021

Mis queridos jóvenes:

Os saludo en el nombre del Señor Jesucristo y pido que sus bendiciones, amor y dirección sean sobre vosotros en abundancia.

La gran incertidumbre

Por doquier se escuchan términos que desalientan a la gente, como: Inflación, especulación, crisis, caos financiero, hambre, pobreza, racismo, abuso de niños, violaciones, conflictos, violencia de género, inmoralidad, cambio climático, calentamiento global, pandemia, nuevo orden mundial y un largo etcétera. Ante esta lista no es de extrañar que la gente vea el futuro sin esperanza y esto es lo peor que le puede pasar al ser humano.

La incertidumbre de lo que nos traerá el mañana roba la alegría de vivir porque somos seres construidos con una estructura mental que busca la predeci–bilidad, la seguridad. No hay nada que más nos produzca inquietud y desasosiego que el no saber si podremos enfrentar las facturas del hogar, del colegio o la universidad de los hijos, si alguien nos asaltará por la calle y nos agredirá, si agredirán a nuestros hijos, si entrarán en casa a robarnos, si el gobierno podrá pagar las pensiones de los que aún no nos hemos jubilado y de aquellos que están ya pensionados, si mantendremos el trabajo o lo perderemos, si el matrimonio terminará en un divorcio o durará para siempre, si nos vendrá alguna enfermedad incurable, etc. Los medios de comunicación ya se encargan de avivar el fuego de la desesperación, presentando noticias e imágenes terribles de nuestro mundo, en vez de centrarse más en los aspectos positivos que todavía existen en nuestro planeta Tierra. Así es nuestra vida. No en vano el Señor Jesús dijo: En el mundo tendréis aflicción“ (Jn. 16:33). (RVR1960). Sí, es cierto que vivimos sentados sobre el cráter del volcán llamado incertidumbre y que en cualquier momento puede erupcionar y llevarnos a todos por delante.

La gran seguridad

Pero también es cierto, ¡bendita seguridad! que el Señor ha prometido estar con nosotros y protegernos del mal. De hecho esta debiera ser nuestra petición diaria, tal y como termina la oración modelo que Jesús nos dejó como guía: “Y no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del mal. Porque Tuyo es el reino y el poder y la gloria para siempre. Amén“ (Mat. 6:13) (NBLA).

“Tuyo es el reino y el poder y la gloria para siempre“… Si nuestro Dios es el Rey del universo, si tiene todo el poder y es suya toda la gloria, ¿por qué inquie–tarnos por el futuro? David decía: “El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? El Señor es el baluarte de mi vida; ¿quién podrá amedrentarme?“ (Sal. 27:1-2). (NVI).

Las nubes negras de la adversidad se ciernen cada día sobre nuestras cabezas, el futuro es cada vez más inseguro y aciago, pero la Palabra de Dios debe predominar, debe resaltar por encima de todo lo que amenaza robarnos la fe y la esperanza. Los cristianos deberíamos ser las personas más esperanzadas y estables de este mundo, porque tenemos a nuestra disposición las promesas del Señor, que están vigentes y son aún poderosas como lo fueron siempre.

Yo no sé lo que será de mí mañana, en realidad nadie lo sabe. Por eso mismo me aferro a mi Salvador, como un náufrago en alta mar se aferra a su flotador; con la plena seguridad que mi amado Jesucristo no me dejará ni me abandonará. Ha comprometido su Palabra y mi deber es creer en ella: “Porque yo sé los planes que tengo para vosotros, -declara el SEÑOR- ‘planes de bienestar y no de calamidad, para daros un futuro y una esperanza” (Jer. 29:11). (LBLA).

¡Dios quiere darnos un futuro y una esperanza! ¿No es algo maravilloso? Los impíos, inspirados por el enemigo, pueden hacer todo lo que quieran para controlar este mundo e instaurar sus leyes y normas restrictivas, opresoras… Pero lo que no saben es que todo está en las manos de Aquel que es el Dueño de la vida, el Autor del Universo, en quien está “todo“ el poder, la última palabra y voluntad es suya.

Querido joven, nosotros servimos a quien abrió el mar Rojo; al mismo que doblegó la nación orgullosa de Egipto. Creemos y amamos a quien calmó los vientos y las tempestades con el poder de su palabra, que resucitó muertos y curó a los leprosos. Creemos en Aquel que convirtió el agua en vino y alimentó a las multitudes; que hizo andar a los paralíticos y consoló a los desesperanzados. La fe no puede servirnos sólo para cuando va todo bien, necesitamos ejercerla cada día, aún en las peores circunstancias, porque sólo a través de ella podremos ver las cosas que ojo no vio, ni oído oyó, esas cosas maravillosas que Dios tiene preparadas para quienes le amamos (1 Cor. 2:9). Nuestro Dios vive y reina y es el mismo que hizo salir agua de la roca en el desierto y proveyó alimento, protección y vestido para Israel en toda su travesía por el desierto. Creemos en el Dios que expulsó los demonios, que anduvo sobre las aguas, que dio vista a los ciegos e hizo oír a los sordos. El Dios único y verdadero que cambió los corazones y trajo paz y esperanza para esta humanidad y que nos ama de tal manera que se hizo hombre para vivir entre nosotros y levantarnos del barro del pecado.

“No tenemos nada que temer del futuro, a menos que olvidemos la manera en que el Señor nos ha conducido, y lo que nos ha enseñado en nuestra historia pasada“ (Notas Biográficas de Elena G. de White, 216).

Conclusión

Querido joven, es prerrogativa nuestra albergar la esperanza que nos da Dios a través de su Hijo Amado. Podemos mirar el futuro con la seguridad que nos espera lo mejor, lo ha prometido el Señor. No nos desanimemos ni decaiga nuestra esperanza: “No envidie tu corazón a los pecadores, antes vive siempre en el temor del SEÑOR. Porque ciertamente hay un futuro, y tu esperanza no será cortada” (Prov. 23:17-18).

“Mis ovejas oyen mi voz; y yo las conozco y me siguen; y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre” (Jn. 10:27-29). (RVR1960). “Yo fui joven, y ya soy viejo, y no he visto al justo desamparado, ni a su descendencia mendigando pan” (Sal. 37:25). (LBLA).

Aférrate a estas promesas y confía que Dios hará lo mejor por ti. Recibe mis fraternales saludos y que Dios te bendiga. Amén.

José Vicente Giner
Pastor y director del Departamento de Jóvenes
de la Asociación General

Para la reflexión:

  1. ¿Por qué sufre este mundo?
  2. ¿Qué significa que no debemos perder la esperanza?
  3. ¿Cómo definirías el futuro que Dios nos quiere regalar?

Versiones bíblicas usadas:

LBLA La Biblia de las Américas.

NBLA Nueva Biblia de las Américas.

NVI Nueva Versión Internacional.

RVR1960 Reina Valera de 1960.

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