Llamados a ser luz
Junio 2020
Mis queridos jóvenes:
Os saludo en el nombre del Señor Jesucristo y pido que sus bendiciones, amor y dirección sean sobre vosotros en abundancia.
La luz y las tinieblas
Dios creo la luz porque Él es luz: “Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él“ (1 Jn. 1:5). (RVR1960). En el principio de la creación de esta tierra, todo estaba envuelto en tinieblas, pero la poderosa voz de Dios dijo: “Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz“ (Gén. 1:3). Así quedó separada la luz de las tinieblas de forma definida y hoy podemos constatar que existe el día y la noche.
La vida se desenvuelve mejor para los humanos en el día, durante este trabajamos, nos movemos, decidimos, nos relacionamos con los demás… Mientras que en la noche descansamos y reponemos las fuerzas perdidas. Cuando nace un bebé se dice que la madre “dio a luz“. Si Dios no hubiera creado la luz este planeta estaría sumido en la más absoluta obscuridad. La luz es vida, nos da orientación, alegría, de hecho a muchos seres humanos no les gusta la noche. Cuando hemos tenido una noche en la que no hemos podido descansar o nos acostamos preocupados por algún asunto que nos perturbó durante el sueño, al amanecer, la luz penetra en las cámaras de nuestra habitación y nos augura un nuevo día y una nueva esperanza.
Parece que estamos creados para vivir en la luz y desenvolvernos mejor en ella. De hecho durante la noche se reducen mucho nuestras capacidades físicas y nuestros reflejos. Si faltara la luz en este planeta todo moriría. Es normal que esperemos la mañana. Antes de ser cristiano tuve que hacer el servicio militar y recuerdo que cuando me tocaba hacer guardia en la noche, las horas se tornaban largas, inacabables. Sólo deseaba que amaneciera para poder terminar mi noche eterna. Cuando estudié la Biblia por primera vez y encontré el texto del Salmo 130:6, entonces me di cuenta que mi experiencia de esperar la mañana con ansiedad no era nueva: “Mi alma espera al Señor más que los centinelas a la mañana; sí, más que los centinelas a la mañana“ (LBLA).
La simbología de la oscuridad
La Biblia presenta la noche como sinónimo de pecado, de acabamiento del tiempo de gracia, como vivir sin rumbo, tiempo de inactividad, como andar ciegos, como estar muertos. No es de extrañar que toda esta asociación haga de la noche un tiempo específico que debe ser usado para recuperar las fuerzas durante el sueño y no para perderlas trasnochando: “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas y de las tinieblas luz“ (Isa. 5:20). (RVR1995). La Biblia enseña que la noche no existirá más cuando Dios renueve la Tierra: “Y ya no habrá más noche…“ (Apoc. 22:11). (LBLA).
Si una persona está en el error o no tiene un conocimiento claro de las enseñanzas bíblicas se dice: “¡Aténganse a la ley y al testimonio! Para quienes no se atengan a esto, no habrá un amanecer“ (Isa. 8:20). (NVI). Por el contrario cuando alguien acepta la Palabra inspirada y la incorpora a su praxis diaria se dice: “El camino de los justos es como la luz del amanecer, que cada vez brilla más hasta que se hace de día“ (Prov. 4:18). (PDT). No practicar la verdad es estar en tinieblas (1 Jn. 1:16). Ser un impío equivale a vivir en la oscuridad (Prov. 4:19). Los que dejan las sendas rectas andan por sendas tenebrosas (Prov. 2:13), aquellos que rechazan a Cristo aman más las tinieblas (Jn. 3:19).
La luz viene a este mundo
En el Antiguo Testamento la simbología de la luz es abundante y siempre se aplica al conocimiento de la verdad, a caminar por sendas justas y seguras que conducen al buen destino. Israel caminaba en la luz porque Cristo les guiaba, los profetas fueron iluminados por Dios a fin de poder escribir las Sagradas Escrituras. El pueblo hebreo, poco antes de su éxodo de Egipto, tuvo luz en sus moradas mientras los egipcios estaban sumidos en la oscuridad (Éx. 10:23). En el santuario había una luz permanente que desde el candelabro iluminaba toda la estancia y era símbolo de la obra del Espíritu Santo. Sobre la tapa del arca, llamada propiciatorio, brillaba una intensa luz llamada la “santa Shekinah“ que simbolizaba la presencia de Dios entre su pueblo. La luz de Dios, en forma de fuego, descendió del cielo para consumir la ofrenda que preparó Elías. Una zarza seca ardía constantemente, iluminando el lugar, sin apagarse mientras Moisés estuvo en el Monte Horeb.
Todos los símbolos de la luz apuntaban a Cristo y su obra. Dios es el mayor pedagogo de todos los tiempos y Él ha usado figuras que mostrasen a su pueblo la relevancia de la luz y su relación con la Persona Divina del Señor Jesús. Dios es luz y todo lo relacionado con Él está bañado por esa luz inspiradora. «La gloria que brilló en el rostro de Moisés fue un reflejo de la justicia de Cristo en la ley. La ley misma no tendría gloria, a no ser que Cristo estuviera en ella corporificado» (Mensajes Selectos, Tomo 1, pág. 279).
Llegado el tiempo, nuestro Salvador se encarnó y nació en Belén. Unos sabios de oriente fueron guiados por la luz al lugar donde yacía el niño. El naci–miento del Señor fue el cumplimiento profético de todas aquellas predicciones que durante siglos se habían hecho presentando el evento glorioso de la encarnación de del Señor Jesús. Juan dice que la luz vino a este mundo (Jn. 1:14). También afirma que en Cristo “estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella“ (Jn. 1:4-5). (RVR1960).
Durante siglos se predijo que la luz iba a alumbrar a todos los hombres. Cuando Cristo se humanó esto se hizo realidad y toda su vida fue una ejemplifica–ción de cómo debe vivir un hombre de Dios, siempre en la luz y no en las tinieblas. El pueblo judío, por desgracia, no había entendido esto y todas sus enseñanzas y prácticas habían llevado a la gente a vivir sumergidas en las tinieblas espesas del pecado y la ignorancia espiritual. La época que eligió el Salvador para materializarse era una de las más oscuras de todos los tiempos y por eso debía haber sido fácil reconocer su vida y obra como la anunciada por los profetas: “La gente que caminaba en la oscuridad ha visto una gran luz. Ha brillado una luz para los que vivían en una tierra oscura“ (Isa. 9:2). (PDT).
La profecía se cumplía en todos los detalles en la persona del Señor Jesucristo. Él curaba a los enfermos, devolvía la vista a los ciegos, hacía caminar a los cojos, daba el habla a los mudos, los sordos podían oír, resucitaba a los muertos, consolaba a los afligidos, perdonaba a los pecadores… ¿Qué más señales necesitaban para saber que la luz estaba con ellos?
El mismo Señor se comparó a la luz: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida“ (Jn. 8:12). (RVR1960). La misión del Señor fue la de llevar a los cautivos de Satanás, de las tinieblas a su luz admirable (Isa. 42:16; Luc. 1:79). Quien aceptaba a Cristo como su Salvador personal, no sólo abandonaba la senda oscura del pecado, sino que se convertía en un foco de luz que alumbraba el mundo como su Maestro. Pero la mayoría de aquellos a quienes había venido a salvar lo rechazaron cuando gritaron a Pilato: “¡Crucifícalo! … ¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos! —contestó todo el pueblo“ (Mat. 27:24-25). (NVI).
Vosotros sois la luz del mundo
Desgraciadamente el pueblo judío rechazó la luz y el Salvador tuvo que escoger un remanente con el que fundó su iglesia y a través de la cual desea cumplir su propósito de iluminar al mundo, como tendrían que haberlo hecho los judíos. El Señor enseñó que cada hijo e hija suyos deben ser un foco potente de luz que alumbre en este mundo: “Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos“ (Mat. 5:14-16). (RVR1960).
La obra que debe realizar el pueblo de Dios de este tiempo se encuentra especificada claramente en el triple mensaje angélico que aparece en Apocalipsis 14:6-13. Estos ángeles representan un movimiento que se levanta en la época del tiempo del fin con el objetivo de iluminar al mundo. Es un mensaje específico que presenta la validez de la Ley de Dios, la validez del sábado, la justicia de Cristo como medio de salvación, la hora del juicio, la marca de la bestia, el tiempo de angustia, la lluvia tardía, las plagas finales. Todas estas verdades deben ser presentadas al mundo para iluminarlo por los mensajeros de Dios. «El mundo entero ha de ser iluminado con la gloria de la verdad de Dios. El Señor no cerrará el período de probación hasta que la advertencia sea más distintamente proclamada. La trompeta debe dar un cierto sonido. La ley de Dios ha de ser magnificada, sus reclamaciones deben ser presentadas en su carácter sagrado y verdadero, que el pueblo puedan ser traídos a decidir en favor o en contra de la verdad. Aun la obra será hecha corta en justicia. El mensaje de la justicia de Cristo ha de sonar de un extremo del mundo al otro. Esto es la gloria de Dios que termina la obra del tercer ángel» (LDE pág. 179). (Letter 2c, 1892).
Contamos con la ayuda de Dios
Sabemos que esto no es fácil, sin la ayuda de Dios es imposible realizar esta tarea colosal, pero contamos con la promesa bíblica: “No vencerás con ejército, ni usando tu fuerza, sino sólo con mi Espíritu, dice el Señor Todopoderoso“ (Zac. 4:6). (NBV). Sí, queridos, alumbrar al mundo con el mensaje bíblico es nuestro deber. No estamos solos, pues, para realizar esta obra; contamos con la ayuda del Espíritu Santo, como ya se dijo y también existen esparcidos por el mundo miembros del cuerpo de Cristo. El pueblo de la Reforma está representado en unos 156 países y aunque faltan naciones por alumbrar con la luz del Evangelio y desarrollar la obra en los que ya existen iglesias y grupos, la obra va creciendo y expandiéndose.
Dios te invita a ti y a mi a ser luz en este mundo. ¿Qué significa esto? Sencillamente reflejar el carácter de Jesús. Ejemplificar su vida en la nuestra. Ser un ejemplo, como lo fue José en Egipto, Daniel en Babilonia, Esther en Persia. Ellos no fueron creados de otra naturaleza a la nuestra. Eran igual que nosotros y pudieron con la ayuda de Dios erigirse en referentes para la gente de su época. Pudieron con su vida alumbrar mentes e intelectos de reyes y grandes personajes. Con su comportamiento influyeron en el curso de la historia. ¿No te parece algo extraordinario?. ¿Por qué no podemos hacer nosotros lo mismo? Te invito a tomar la decisión de alumbrar este mundo con la gloria del Evangelio. Que Dios te bendiga y te inspire y anime a hacerlo. Amén.
José Vicente Giner
Pastor de la obra en Suiza
Director de Jóvenes de la Asociación General
Vicepresidente de la División Europea
Para la reflexión:
- ¿Dónde aparece por primera vez en la Biblia la luz?
- ¿Puedes enumerar algunas características de la luz?
- ¿En qué modo podemos ser luz en este mundo?
Abreviaturas de versión bíblicas
LBLA La Biblia de las Américas
NBV Nueva Biblia Viva
NVI Nueva Versión Internacional
PDT Palabra de Dios para Todos
RVR1960 Reina-Valera 1960