Él me ve

Mayo 2020

Mis queridos jóvenes:

Os saludo en el nombre del Señor Jesucristo y pido que sus bendiciones, amor y dirección sean sobre vosotros en abundancia.

El cuidado de Dios en la historia

Quiero preguntaros algo hoy: ¿Quién veía a Adán y Eva desnudos, des–pués de su pecado, esconderse detrás de un matorral temblando de miedo? ¿Quién los veía cuando se hicieron un vestido de hojas de higuera para cubrir–se? ¿Quién veía a Moisés, cuando era un bebé, y estaba en la canasta de mimbre que flotaba en el agua del río Nilo? ¿Quién veía a Jacob cuando fue al otro lado del río Jaboc a orar lleno de miedo porque se hermano Esaú venía a su encuentro para matarle? ¿Quién veía a José cuando estaba en el pozo en el que le echaron sus hermanos por odio y después cuando iba como esclavo hacia Egipto? ¿Quién lo veía en la cárcel cuando la esposa de Potifar lo acusó como violador?

¿Quién veía a Mardoqueo y a todo el pueblo judío de su tiempo cuando Amán preparaba una horca para matar a Mardoqueo y conseguía de parte del rey un edicto para exterminar a los judíos? ¿Quién veía a cada israelita esclavo que estaba en Egipto trabajando hasta el cansancio para el Faraón y clamando día y noche por su liberación? ¿Quién veía a los tres jóvenes hebreos que rehusaron adorar la imagen de oro que el rey Nabucodonosor mandó construir? ¿Quién los veía presentar razón de su fe delante del rey aun a riesgo de sus vidas? ¿Quién los veía cuando fueron lanzados en el horno de fuego?

¿Quién veía a Daniel cuando estaba en la fosa de los leones condenado a morir por culpa de hombres perversos y envidiosos? ¿Quién veía a la viuda de Sarepta con su hijito, en su situación terrible de extrema necesidad y a pun–to de morir de hambre? Decidme, ¿quién veía a todas estas personas?

Las penas que carcomen el alma

Tal vez ningún ojo humano pudiera ver a la mayoría de esta gente en las circunstancias en las que se encontraban, o peor aún, nadie podía compren–der lo que experimentaban en sus corazones. En la vida nos encontraremos en situaciones muy especiales, a veces extremas, enredadas y desesperantes, como se vieron los hombres y mujeres que cité con anterioridad. Momentos en los cuales nos sentiremos solos, como si no existiera otro habitante en el planeta tierra y experimentaremos una sensación de vacío, de desorientación y soledad terribles, como si estuviéramos en un desierto sin agua, con un sol de justicia que nos quemara y vagando sin rumbo.

Muchos se sienten solos en medio a las personas con las que conviven y no saben qué hacer para salir de ese pozo. Lamentablemente una gran cantidad de personas se quitan la vida. 800.000 personas se suicidan cada año en el mundo, que equivale a una muerte cada 40 segundos. A parte existen las tentativas de suicidio no consumado. El suicidio es la tercera causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 19 años. Se produce en todo el mundo, aun en los países de altos ingresos monetarios. El suicidio es una tragedia que afecta a la sociedad, al país y especialmente para la familia del suicida, en la que deja serias secuelas.

¿Y qué diremos de los trastornos mentales? Existen más de 350 millones de personas en todo el mundo que padecen depresión, un trastorno mental que desequilibra la vida del individuo de una forma que a veces no es capaz de controlar. Los que padecen la depresión pocas veces la reconocen o no quieren reconocerlo y experimentan una sensación de tristeza durante mucho tiempo lo cual les inhabilita para la actividad laboral, escolar u hogareña quedando afectadas las relaciones con los otros en gran manera.

Cuando hablamos de la tristeza o la melancolía o el sufrimiento de una pena, también estamos abordando un tema muy delicado y peligroso. Algo tan simple como estar triste puede convertirse en un asunto que ponga en peligro la vida, porque puede comprometer el funcionamiento del sistema circulatorio. Siempre hemos escuchado que tal o cual persona de nuestro entorno, murió por tristeza. La pena no controlada puede generar graves problemas de corazón y también la muerte por la presión del sufrimiento psicológico. La Aso–ciación Americana del Corazón se planteó la posibilidad de incluir la depresión dentro del listado de factores de riesgo a la hora de sufrir un ataque cardiaco. Queridos jóvenes, no dejéis que la tristeza o el desánimo se instale en vuestra mente.

Dios todo lo ve

Este es el cuadro de nuestro mundo, vivimos inmersos en el agua turbulenta de los problemas y sufrimientos, angustias, dificultades y opresiones que a muchos les lleva a preguntarse: ¿Alguien me ve? ¿Hay alguien que me pueda ayudar o como mínimo comprender?

La respuesta es sí, definitivamente sí, y deberemos descubrirlo si quere–mos salir del hoyo oscuro de la desesperación. ¿Hubo alguien que veía a aquella mujer con flujo de sangre que vivió en la época de Jesús, y cuya enfer–medad ningún doctor podía curar? ¿Alguien veía al ciego Bartimeo pidiendo limosna al lado del camino?

¿Quién vio a Lázaro morir y ser puesto en una tumba dejando a sus hermanas y amigos sumidos en el más grande dolor? ¿Y a Pedro llorar cuando negó a su Maestro? ¿Y a aquellos cristianos que fueron lanzados a las fieras en los circos romanos? ¿Y a ti y a mi? ¿Hay alguien que nos vea? Sí, Dios, Dios nos ve y Él sabe qué necesitamos en cada momento, lugar y circunstan–cias. Lo sabe todo y puede actuar en nuestro favor y ayudarnos a superar cada situación por difícil e intrincada que sea.

“El Señor mira desde los cielos; El ve a todos los hijos de los hombres. Desde el lugar de su morada El observa a todos los habitantes de la tierra; El, que modela el corazón de cada uno de ellos; El, que todas las obras de ellos entiende“ (Sal. 33:13-15). (LBLA).

“Tú conoces mi sentarme y mi levantarme; desde lejos comprendes mis pensamientos. Tú escudriñas mi senda y mi descanso, y conoces bien todos mis caminos“ (Sal. 139:2-3). (LBLA).

“Hay seguridad cuando se confía en Dios continuamente; no existirá un temor constante de males futuros. Estos cuidados y ansiedades prestados desaparecerán. Tenemos un Padre celestial que se preocupa por sus hijos, y quiere que su gracia sea suficiente en todo momento“ (Mente, Carácter y Personalidad, Tomo 2, pág. 486).

Conclusión

Sí, queridos jóvenes, el Señor nos ve desde el cielo, no sólo a unos selectos, sino a “todos los habitantes de la tierra“, nos conoce por nuestro nombre y sabe todo lo que nos angustia y abruma, pero lo mejor es que Él tiene la solución para cada problema.

El “comprende nuestros pensamientos más recónditos“, tal vez los que nos acompañan en el camino de la vida no se den cuenta de lo que nos está abrumando, de lo que nos preocupa; tal vez una madre pueda abandonar a su hijo, pero Dios nunca, nunca nos abandonará. ¿Lo creéis? Si hay algo en vuestra vida que oprime el corazón, recordad, Dios os ve, Él cuidará de de cada uno de vosotros, confiad en esta promesa. Que tengáis un feliz día. Amén.

José Vicente Giner

Pastor y director del Departamento de Jóvenes
de la Asociación General

Para la reflexión:

  1. ¿Por qué crees que existen problemas en el mundo?
  2. ¿Por qué Dios está dispuesto a ayudarnos en todo momento?
  3. ¿Qué crees que puede impedir su ayuda?

Abreviaturas de versión bíblicas

LBLA La Biblia de las Américas