Liderazgo juvenil

Abril 2022

Mis queridos jóvenes

La opinión generalizada es que los jóvenes no tienen experiencia y por eso se equivocan más y no son de fiar a la hora de darles responsabilidades. Pero esto, aun que tiene algo de verdad, no es siempre así. Depende de cada joven y de las decisiones que toma en su vida. Hay que diferenciar entre tareas profesionales y la vida espiritual.

La experiencia como factor de éxito

Cuando se trata de desempeñar actividades profesionales, es cierto que el joven no tiene la idoneidad que le permita llevar a cabo esta obra. Por ejemplo, para operar en un quirófano a un paciente, si el joven no se ha preparado y estudiado durante años, no podrá hacerlo. Para desempeñar la actividad profesional de un abogado, de un arquitecto, de un fontanero, albañil, pedagogo, oculista, cardiólogo, etc., es indispensable pasar por un proceso de preparación, estudio, formación que durará años, hasta alcanzar la idoneidad. La práctica, la experiencia acumulada, harán de la persona un profesional en el cual se pueda confiar.

Mi padre llegó a ser un buen tornero mecánico, muy apreciado y buscado a la hora de reparar camiones, tractores y otros… Sabía diseñar máquinas industriales, él las proyectaba, dibujaba y las construía. Llegó a tener una empresa propia con decenas de trabajadores. Pero este éxito no le vino de la noche a la mañana y menos siendo joven. De muy temprana edad comenzó a ir a talleres de mecánica donde hacía de aprendiz, es decir que le enseñaban el oficio sin pagarle y gratis debía trabajar horas y horas realizando cualquier actividad que consideraban oportuna los profesionales. Así poco a poco y a través de los años se fue formando hasta alcanzar la profesionalidad que lo caracterizó.

En el ámbito profesional y aun en cualquier área de la vida, se necesita experiencia para alcanzar la madurez y la idoneidad necesaria para desenvolverse con eficacia. Por eso es de suma importancia que los jóvenes se dejen aconsejar y enseñar por los adultos para que su aprendizaje de buenos frutos y no sólo esto, sino que tendrá que cursar los estudios adecuados para alcanzar su objetivo. El joven que no quiere escuchar ni aprender, lo tendrá difícil y deberá pegarse muchos golpes en la vida para alcanzar cierto grado de experiencia válida.

El joven y su experiencia espiritual

Pero en la vida de fe no siempre se necesita un proceso de años y años para alcanzar la madurez. No es que los jóvenes sean incapaces de vivir en consagra–ción porque no tienen los años suficientes o la formación suficiente que les haya provisto de las herramientas necesarias para lograrlo. El diablo engaña a los jóvenes haciéndoles creer que la consagración, la fe, la fidelidad se adquiere en la adultez, así neutraliza el esfuerzo de jóvenes que podrían hacer mucho por el avance de la obra.

El Espíritu Santo puede tomar a un joven y hacerlo idóneo para vivir en santidad aun en su juventud, mientras que hay adultos de muchos años de experiencia en la iglesia, que todavía son inmaduros a nivel espiritual. Tomemos el caso de José. Era un adolescente de diecisiete años (Gén. 37:2), cuando fue vendido por sus hermanos a unos ismaelitas que lo llevaron a Egipto para a su vez comerciar con él como esclavo. ¿Qué puede esperarse de un joven de esta edad que se ve en una circunstancia semejante? En realidad, muy poco, pero tanto a nivel secular como espiritual, José obtuvo un éxito sorprendente. ¿Qué le permitió llegar a esta cumbre elevada y que lo distingue del resto de jóvenes?

Cuando José fue traicionado por sus hermanos, tuvo que tomar la decisión que le marcaría para el resto de su vida. Veamos cómo lo expresa el Espíritu de profecía: “Su alma se conmovió y tomó la decisión de ser fiel a Dios y de actuar en cualquier circunstancia como convenía a un súbdito del Rey de los cielos. Serviría al Señor con corazón íntegro; afrontaría con toda fortaleza las pruebas que le deparara su suerte, y cumpliría todo deber con fidelidad. La experiencia de ese día fue el punto decisivo en la vida de José. Su terrible calamidad lo transformó de un niño mimado a un hombre reflexivo, valiente y sereno“ (Patriarcas y Profetas, 192).

¿Qué cabía de esperar de cualquier adolescente que se viera en las mismas circunstancias que José? Probablemente un hundimiento total en la desesperación, la desorientación, la angustia, el miedo. ¿Y por qué José no actuó de esta manera? Porque él recibió un legado espiritual de parte de sus padres que le sirvió de guía en su vida. Y aquí encontramos la clave para motivar al joven a ser fuerte espiritual–mente aun en su juventud. Si Salomón insta a los jóvenes a acordarse de su Crea–dor en los días de su juventud (Ecl. 12:1), es porque se puede ser maduro espiri–tualmente cuando se es joven. El apóstol Pablo le dice a Timoteo: “No permitas que nadie te subestime por ser joven. Sé un ejemplo para todos los creyentes en lo que dice, en la forma en que vives, en tu amor, tu fe y tu pureza“ (1 Tim. 4:12). (NTV).

Estas palabras denotan que Timoteo, a pesar de su juventud, podía erigirse en ejemplo de fe en la comunidad donde desenvolvía su ministerio. También Timoteo recibió el legado del Evangelio de su abuela Loida y su madre Eunice: “Tú, sin embargo, persiste en las cosas que has aprendido y de las cuales te convenciste, sabiendo de quiénes las has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden dar la sabiduría que lleva a la salvación mediante la fe en Cristo Jesús“ (2 Tim. 3:14-15). (LBLA).

David era muy joven cuando cuidaba el ganado de su padre y en su juventud aprendió a enfrentarse con animales salvajes y a soportar las inclemencias del tiempo en el campo agreste. Esto le sirvió mucho para su vida futura. En su juventud aprendió a amar a Dios y a tener una relación estrecha con su Creador. También hubo muchos otros jóvenes que demostraron al mundo entero que la juventud no tiene por qué ser un obstáculo para servir a Dios con toda fidelidad; aun diría más, hay niños, como Samuel, que sirvieron a Dios con amor y sencillez de corazón y no tenían experiencia en la vida. También fue el caso de Jesús que desde niño “crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres“ (Luc. 2:52). (RVR1960).

Todo joven puede ser un eficaz instrumento de salvación de otras almas. Es cierto que existen métodos evangelísticos y estrategias que pueden ayudar a cada joven a ser más eficaz en su obra, pero sin lugar a la duda, lo mejor que puede hacer un joven que desea servir a Dios y a su prójimo, es colocar unas bases que son esenciales para lograr el éxito. Veamos algunos pasos muy útiles en la vida de fe de los jóvenes que desean discipular.

La consagración del joven

El joven que se consagra a Dios está en el camino de la experiencia más excelsa y que más frutos produce en el trato con las almas, mucho más que todos los métodos de evangelización que se conozcan. La entrega del corazón a Dios es el principio de la excelencia. “Dame hijo mi tu corazón y miren tus ojos por mis caminos“ (Prov. 23:26). (RVR1960). ¿Cuál fue el secreto de José para obtener el éxito que obtuvo en su vida? Su relación profunda con Dios en su juventud. Un joven responsable y fiel hará mucho más trabajo por las almas por la sencilla razón de que Dios lo inspira y guía.

“Satanás es un enemigo vigilante, atento a su propósito de inducir a los jóvenes a una conducta enteramente contraria a la que Dios aprobaría. Él sabe perfectamente que nadie puede hacer tanto bien como los jóvenes y las señoritas consagrados a Dios. Los jóvenes, si actuaran correctamente, podrían ejercer una poderosa influencia“ (Mensaje para los Jóvenes, 142).

La disciplina del joven

La palabra “disciplina“ viene del latín “discípulo estudiante“, y hace alusión a una forma coordinada, ordenada y sistemática de hacer las cosas, según un método. El joven tiene a su disposición el ejemplo o método de Cristo, si lo sigue obtendrá mucho éxito en las actividades que emprenda. Ser disciplinados en todas las áreas de la vida trae muy buenos resultados, especialmente a los jóvenes que estén en fase de formación.

“Por la repetición de los actos se establecen los hábitos y se confirma el carácter“ (The Signs of the Times, 6 de agosto de 1912).

“En gran medida, el carácter se forma en los primeros años de la vida. Los hábitos que entonces se establecen tienen más influencia que cualquier don natural para que los hombres se conviertan en gigantes o enanos intelectualmente, pues por el mal uso de los hábitos, los mejores talentos pueden torcerse y debilitarse. Mientras más precozmente se practiquen hábitos dañinos, más firmemente sujetarán a su víctima en la esclavitud, y más ciertamente rebajarán su norma de espiritualidad. Por otro lado, si se forman hábitos correctos y virtuosos durante la juventud, por regla general determinarán el proceder de su dueño durante la vida. En la mayoría de los casos, se encontrará que los que en los años maduros de la vida reverencian a Dios y honran lo recto, aprendieron esa lección antes de que hubiera tiempo para que el mundo sellara su imagen de pecado en el alma. Las personas de edad madura, por regla general, son tan insensibles a las nuevas impresiones como lo es la roca endurecida, pero la juventud es impresionable“ (Christian Temperance and Bible Hygiene, 45. Conducción del niño, 184).

“Todos tienen el deber de observar reglas estrictas en sus hábitos de vida. Esto es para vuestro propio bien, estimados jóvenes y señoritas, tanto en sentido físico como moral. Cuando os levantáis en la mañana, considerad hasta donde os sea posible el trabajo que debéis realizar durante el día. Si es necesario, tened una libreta de apuntes para anotar las cosas que debéis hacer, y estableced un tiempo en el cual llevar a cabo vuestro trabajo“ (El Evangelismo, 473. 1897).

El liderazgo juvenil

Si como joven te consagras a Dios, aun que no tengas conocimiento sobre la psicología humana, aunque no tengas experiencia tratando a la gente, Dios te capacitará para guiar a otros, esa es la promesa de Jesús: “Yo os hare pescadores de hombres“ (Mat. 4:19). (RVR1960). Los buenos líderes hacen discípulos, pero para ser un buen líder hay que ser un buen discípulo, sometido a Cristo, como Cristo se sometió en su humanidad al Padre. En la escuela de Cristo se forman los líderes de éxito; a los pies del Maestro aprendía María las lecciones más valiosas de la vida; a los pies de Cristo es como aprendemos du su humildad, amor y paciencia, porque contemplando es como somos transformados. Recuerda, querido joven, Dios no te llama porque tienes una gran idoneidad sino porque te quiere capacitar en su escuela para que seas idóneo. ¿Le dejarás? Que así sea.

José Vicente Giner
Pastor y director del Departamento de Jóvenes
de la Asociación General

Para la reflexión personal y en grupo:

¿Por qué se necesita experiencia a nivel profesional?
¿Puede un joven consagrarse a Dios a temprana edad?
¿De qué factores dependerá esa consagración?
¿Cuál fue la base del éxito de José a nivel secular y espiritual?
¿Qué es el liderazgo y cómo puede un joven ser un líder de éxito?
Versiones bíblicas usadas:

LBLA La Biblia de las Américas
NTV Nueva Traducción Viviente
RVR1960 Reina Valera 1960