SEMILLEROS DE ESPERANZA

EL HOMBRE DE LA MANO SECA

Objetivos:

  • Saber que Cristo es el Médico Divino y no hay caso irremediable para Él.
  • Entender que la enfermedad es el resultado del pecado.
  • Comprender que las personas pueden enfermar por factores externos.
  • Ser animados a buscar ayuda en Aquel que es la fuente de la salud.

Introd.

  1. La Biblia nos enseña que Jesús es el mismo ayer, hoy y siempre (Heb. 13:8). Significa que está dispuesto a hacer hoy lo mismo que hace dos mil años hizo.
  2. Sabemos que Jesús pasó más tiempo curando el alma y el cuerpo que predicando. El pecado enfermaba a la gente y hoy por doquier se ven personas sufriendo los estragos de las enfermedades. Necesitamos el toque divino que nos cure.

I. NO TODO ENFERMO VIVE PECANDO

  1. Había un hombre que tenía la mano derecha seca, atrofiada, paralizada, encogida. En realidad era como una parálisis local, para los judíos suponía el resultado de los juicios castigadores de Dios sobre esa persona (Luc. 6:6).
  2. En el tiempo de Jesús se había generado la idea u opinión entre la clase eclesial y había pasado al pueblo, que las personas enfermas lo estaban por causa de pecados que habían cometido, la enfermedad, pues, era un castigo inevitable por pecar.
  3. Todos recordamos aquel caso en el que Cristo curó a un ciego de naci–miento. Los discípulos le preguntaron al Maestro: “Rabbí, ¿quién pecó, este o sus padres, para que naciese ciego?“ (Jn. 9:2). (RVR1960).
  4. Esta pregunta confirma la afirmación que hemos hecho sobre la idea que tenía la gente de la enfermedad como resultado de haber pecado la persona. Es cierto que la enfermedad que existe en este mundo es resultado del pecado. Si Adán y Eva no hubieran pecado no existirían la enfermedad.
  5. Pero hay que matizar esta afirmación. No es que todas las personas que se enferman están pecando o los que se mueren, aun los niños, es porque viven pecando.
  6. Hay una gran diferencia entre estar enfermo por pecar y estar enfermo porque tenemos una naturaleza pecaminosa que nos confiere vulnerabilidad y debilidad frente a los virus, los agentes externos como el aire, el agua y los alimentos contaminados, las cargas electromagnéticas que hay en el aire, las emisiones de gases tóxicos de las empresas y radiactividad de las centrales nucleares, como fue el caso de Chernóbil, en la antigua Unión Soviética, etc.
  7. Existe una acción por parte del ser humano, que ha sido constante en la historia y que ha ido en aumento según la ciencia se desarrolló, de generar circunstancias que han perjudicado y siguen degradando el planeta y al propio ser humano, enfermándolo de manera irremediable. La Biblia habla de aquellos que destruyen la tierra, sobre los cuales pende una sentencia de muerte (Apoc. 11:18).

II. CUIDAR LA PARTE EMOCIONAL

  1. Volviendo al caso del ciego, Jesús pone en orden las ideas de sus discípulos al contestarles que no había pecado el ciego ni sus padres. Su enfermedad había sido permitida por Dios para que ahora Jesús hiciera el milagro de devolverle la vista y el nombre de Dios fuera glorificado y su mesianismo demostrado. Algo parecido a lo que ocurrió con Lázaro, que Jesús permitió que muriera para poder resucitarlo y darle una oportunidad a la gente de creer en Él.
  2. Es decir que a veces Dios se glorifica en nosotros, permitiendo situaciones que no comprendemos. En el caso del hombre ciego, pasó por una enferme–dad crónica para que el nombre de Dios fuera glorificado, no es algo fácil de entender, pero así es. Jesús lo sanó y el hombre recobró la alegría de vivir. Hay personas que pasan por dolencias sin entender bien el por qué.
  3. No sólo los factores mencionados nos enferman, también las emociones que decidimos albergar nos afectan físicamente. No hay que perder de vista el papel que juega lo emocional en nuestro cuerpo. Cuando emocionalmente estamos afectados se enferma el cuerpo. La mente y el cuerpo están íntimamente unidos. Por eso hoy hay tantos enfermos.
  4. “Algunas veces la imaginación produce enfermedad, y es frecuente que la agrave. Muchos hay que llevan vida de inválidos cuando podrían estar bien si pensaran que lo están. Muchos se imaginan que la menor exposición del cuerpo les causará alguna enfermedad, y efectivamente el mal sobreviene porque se lo espera. Muchos mueren de enfermedades cuya causa es puramente imaginaria“ (El Ministerio de Curación, 185).

III. LA BUSQUEDA DE LA SANIDAD

  1. La persona que tenía la mano seca buscaba a Dios en esta condición. Muchos buscan a Dios cuando están enfermos o tienen grandes necesidades. Esta es la finalidad de las crisis y pruebas de la vida que vayamos a Dios en busca de ayuda. Lo ideal sería no buscarle sólo en estas situaciones sino cuando todo nos va bien, mantener una relación estrecha con el que nos ha dado la vida.
  2. El hombre fue a la sinagoga a adorar a Dios. Cuando vamos a la iglesia vamos a encontrarnos con Dios. Muchos se pierden este privilegio. Los fariseos y escribas espiaban al hombre y también a Jesús para ver qué haría (Luc. 6:7).
  3. Jesús sabe todo, conoce nuestro sentar y levantar, nuestros pensamientos más íntimos, aquello que traspasa nuestra alma, cuando le buscamos él no nos defrauda (Luc. 6:8). Jesús tiene todo el poder para sanar el alma y el cuerpo (Luc. 6:9-10).
  4. Jesús le pidió que le mostrase su mano, debemos mostrar nuestras debilidades a Dios, las cosas que nos hacen sentirnos mal y se encargará de colocarlo todo en su lugar, según sea su voluntad.

CONCLUSIÓN

  1. Nosotros tenemos hoy al mismo Cristo de hace dos mil años, aquel Cristo que paseó entre la gente y que fue sanando y perdonando los pecados.
  2. Tal vez hay algún área de nuestra vida esté completamente seca, querido joven, pero Jesús la puede restaurar. No te detengas ahora a escuchar la voz de los que critican y censuran, de aquellos que no creen y siempre encuentran razones para desconfiar de Dios.
  3. Tal vez por causa de tus errores te veas en una situación negativa y triste, pero no te desanimes. Ve a Cristo. Él tiene la solución para cada problema ¿Iremos a él? Dios nos impulse a ello. Amén.

© José Vicente Giner