¿Contesta Dios siempre nuestras oraciones?
Diciembre 2021
Mis queridos jóvenes:
Muchos cristianos tienen dudas serias de que Dios conteste siempre sus oraciones. Esa incertidumbre los lleva a descuidar la oración. La pregunta con la cual queremos empezar esta carta pastoral es: ¿Contesta Dios siempre nuestras oraciones?
Una prerrogativa humana
Debido al pecado no nos podemos comunicar con Dios directamente, por eso Él estableció el método de la oración. Después de la caída, la oración es un regalo de Dios al humano para que pueda seguir teniendo relación con su Creador. Orar es el método más excelente y perfecto para hablar con Dios; podemos contarle nuestros secretos, nuestras inquietudes e intimidades, llevarle nuestros problemas y necesidades y, por supuesto, expresarle nuestra gratitud y alegría por las innumerables bendiciones que nos concede cada día.
A través de la oración se fortalece nuestra vida espiritual, vamos siendo más fuertes para resistir al enemigo y para recrear el carácter de Cristo en nuestra vida. De ahí que el enemigo hará todo lo posible para que descuidemos este ejercicio del alma, por eso a muchos cristianos les resulta difícil crear hábitos de oración. En la presente reflexión se pretende ayudar a los jóvenes a entender la importancia del orar cada día, de forma insistente, ferviente, humilde, a fin de alcanzar las gracias del Espíritu. Queremos aprender que el descuido de la oración nos hace débiles en la fe, mientras que la oración constante y fiel nos hace fuertes en el Señor, mas la pregunta es “¿Contesta Dios siempre nuestras oraciones?“
La oración en el Antiguo Testamento
No es una cuestión que aparece sólo en el Nuevo Testamento, ya en el Antiguo Testamento se pueden ver muchas historias de oración. La práctica de orar no aparece inmediatamente después de la caída, pero esto no quiere decir que no existiera comunión con Dios. La relación era obvia cuando Abel empezó a presentar sacrificios al Creador, ahí se establece una comunicación divino-humana. Poste–riormente se dirá más explícitamente: “Desde entonces se comenzó a invocar el nombre del Señor“ (Gén. 4:26). Aquí se habla desde el momento que Adán y Eva tienen su hijo Set, ve la relación de Dios con sus hijos y de estos con su Hacedor, términos como interceder, alabar, suplicar, clamar, etc., son una demostración clara de la existencia de la oración, es decir del acto de comunicarse con Dios.
Tenemos ejemplos como los de Abraham, que hablaba con Dios, cuando se fue a Ur de los Caldeos, por orden divina, cuando le pidió a Dios que no destruyera Sodoma y Gomorra, cuando Dios le pide que sacrifique a su hijo Isaac, etc. Jacob es otro ejemplo de oración, especialmente cuando pacta con Dios darle sus diezmos, cuando le pide que le bendiga en aquella lucha que tuvo con el ángel, etc. Moisés también hablaba con Dios a través de la oración y asi es como pudo ir a Egipto y pedir al Faraón que dejase ir al pueblo hebreo, ¿cómo hubiera podido realizar esta empresa sin conocer la voluntad divina?
Cada vez que Moisés se enfrentaba a un problema con su pueblo, lo llevaba a Dios en oración. David es una de las personas que más expresa su alabanza, adoración y oración a través de sus salmos. Recordemos cuando pecó pide a Dios en el Salmo 51, perdón, restauración, purificación. También su hijo Salomón habló con Dios, Elías oraba al Todopoderoso para que manifestara su poder; Daniel fue un hombre de fe profunda y oración, recibiendo gracias a ese espíritu, visiones y revelaciones que hoy aún sirven de guía al pueblo de Dios. Otros personajes conocidos que se aferraron a la oración fueron Nehemías y Ezequías.
La oración en el Nuevo Testamento
En el Nuevo Testamento podemos hallar muchos ejemplos de oración, prác–ticamente es donde más se manifiesta la oración de forma explicita. Los discípulos pidieron a Jesús que les enseñase a orar, en Mateo 6:9-13 aparece la oración modelo. En Lucas 8:13 encontramos a un publicano elevando una oración a Dios y pidiéndole que tuviera misericordia de él, porque se sentía un pecador. El primer mártir cristiano también oró a Dios cuando lo estaban matando (Hech. 7:59-60).
El Señor Jesús mismo oraba constantemente y a veces durante toda la noche. Es un ejemplo a seguir por todos nosotros. La oración intercesora de Jesús se registra en Juan 17. Jesús oró en la cruz por sus enemigos y sus discípulos nos enseñan lo mismo cuando Pablo dice que debemos orar sin cesar (1 Tes. 5:17).
Nuestra oración hoy
Hoy tenemos el privilegio de orar a Dios, es prerrogativa de todo aquel que cree en Dios y en su Hijo Jesucristo a quien ha enviado. ¿Pero escucha Dios siempre nuestras oraciones? Veamos lo que dice la Escritura: “Cuando oren, no sean como los hipócritas, porque a ellos les encanta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para que la gente los vea. Les aseguro que ya han obtenido toda su recompensa. Pero tú, cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará. Y al orar, no hablen solo por hablar como hacen los gentiles, porque ellos se imaginan que serán escuchados por sus muchas palabras. No sean como ellos, porque su Padre sabe lo que ustedes necesitan antes de que se lo pidan“ (Mateo 6:5-8). (NVI).
Aquí se nos indica que cuando oramos no haya hipocresía, ganas de exhibirse, debe ser discretamente, en lo secreto cuando es privada, no de vanas repeticiones, sino con sentido, con el corazón y como hablando a un amigo. Entonces si es así, Dios siempre oye. “Dios oye las oraciones de todos aquellos que le buscan sinceramente. Él posee el poder que todos necesitamos y llena los corazones de gozo, paz y santidad“ (Testimonios para la Iglesia 9, 135). Aquí se nos dice que Dios escucha siempre las oraciones de los que le buscan sinceramente, no dice de aquellos que no tienen ningún defecto, sino de aquellos que buscan a Dios en su gran necesidad.
“Las oraciones que elevéis en la soledad, en el cansancio, en la prueba, Dios las contestará, no siempre según lo esperabais, pero siempre para vuestro bien“ (Mensajes para los Jóvenes, 248). (El énfasis es nuestro).
“La oración de fe nunca se pierde; pero pretender que siempre será respondida de la misma manera y en relación con el motivo particular que estamos esperando, es presunción“ (Mente, Carácter y Personalidad, Tomo 2, 553). (El énfasis es nuestro).
CONCLUSION
No quería terminar sin hacer una pequeña y a la vez importante puntuali–zación. Dios contesta siempre nuestras oraciones sinceras, que brotan de un corazón que busca restauración, santidad y el amor de Dios. Pero… lamentable–mente hay un “pero“, hay oraciones que nunca pasan del techo de nuestra casa. ¿Qué significa esto? ¿Será que hay oraciones que Dios no puede contestar?
La Palabra de Dios nos lo dice: “Porque el Señor cuida a los que hacen el bien, escucha sus oraciones y está en contra del malvado“ (1 Ped. 3:12). (TLA). Aquí aparece el motivo por el que una oración no es contestada: Cuando la persona se aferra al pecado y no lo quiere abandonar. Repito, no se trata de que Dios no escucha al que pecó, porque si se arrepiente su oración llega al trono de la gracia. Pero cuando la persona no tiene ningún interés de cambiar y abandonar su pecado, entonces se cumplen las palabras de la epístola de Pedro, que Dios está contra el malvado, ya que la maldad es trasgresión de la Ley de Dios. Esto es lo que confirma el Testimonio: “Si toleramos la iniquidad en nuestro corazón, si estamos apegados a algún pecado conocido, el Señor no nos oirá; mas la oración del alma arrepentida y contrita será siempre aceptada. Cuando hayamos confesado con corazón contrito todos nuestros pecados conocidos, podremos esperar que Dios conteste nuestras peticiones“ (La Oración, 283).
Que nuestro buen Dios nos ayude a no descuidar jamás la oración, porque es el aliento del alma y aunque hayamos cometido algún error no dejemos de acudir al trono de la gracia en procura de perdón y restauración, lo hallaremos con seguridad porque Dios nos ama. Amén.
José Vicente Giner
Pastor y director del Departamento de Jóvenes
de la Asociación General
Para la reflexión:
- ¿Cómo definirías la oración?
- Di algunos ejemplos de oración del Antiguo y Nuevo Testamento
- ¿Por qué debemos orar siempre y qué pérdida sufrimos si no lo hacemos?
- Argumenta si Dios responde siempre nuestras oraciones
- ¿Habría algún caso en los que la oración no es contestada?
Versiones bíblicas usadas:
NVI Nueva Versión Internacional
TLA Traducción al Lenguaje Actual