Objetivos:

  1. Saber por qué nos llamamos cristianos adventistas.
  2. Entender la diferencia que hay entre la primera y segunda venida de Cristo.
  3. Saber cuándo se dio la primera promesa de la venida del Salvador.
  4. Poder conocer por qué Jesús viene a esta tierra por segunda vez.

Introd.

  1. Cuando Jesús ascendía al cielo, estaban reunidos sus discípulos y de pronto unos ángeles hicieron la siguiente declaración: “Galileos, ¿por qué se han quedado mirando al cielo? Este mismo Jesús que estuvo entre ustedes y que ha sido llevado al cielo, vendrá otra vez de la misma manera que lo han visto irse allá” (Hch. 1:11). (DHH).
  2. La tristeza de los apóstoles era profunda porque se separaban de su Salvador, pero en esos momentos de dolor recibieron estas palabras llenas de consuelo y esperanza. Desde entonces, y desde antes también, miles y miles de cristianos, basamos nuestra fe en la promesa de que Cristo regresará otra vez.
  3. Jesús mismo habló de su segunda venida con el objetivo de infundir aliento a los suyos: “No se angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así, no les habría dicho que voy a prepararles un lugar. Y si me voy a prepararles un lugar, volveré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté. Ustedes ya conocen el camino para ir a donde yo voy” (Jn. 14:1-4). (NBV).
  4. En esta promesa basamos nuestra fe, en cuanto a la naturaleza de nuestro nombre: “Adventistas”, es decir personas que esperamos el adviento de Cristo, tal y como Él prometió.

I. UNA ANTIGUA PROMESA IGNORADA

  1. Sobre la primera venida del Mesías también podemos encontrar cientos de escritos en la Biblia que sirvieron de gran estímulo para los creyentes de todos los tiempos hasta la encarnación de Jesús.
  2. Si la primera venida del Señor Jesucristo hubiera sido esperada y anunciada como se debía haber hecho por los representantes de la fe, muchas almas lo hubieran aceptado como Salvador personal y Mesías, pero obviaron las señales y los tiempos. Cuando nació Jesús en Belén, ningún representante del pueblo de Dios estuvo presente para adorar al niño y darle la bienvenida al Verbo de Dios que quita los pecados del mundo.
  3. El resultado de ese desprecio e ignorancia voluntaria, es que la nación judía, custodios de los antiguos oráculos, quedaron sumidos en las más densas tinieblas espirituales y en vez de ser la nación santa que anunciaba al mundo el Cordero de Dios, prefigurado en los antiguos ritos del santuario, desecharon a Cristo, lo crucificaron y persiguieron a sus seguidores.
  4. No obstante, las almas fieles, continuaron anunciando la segunda venida de Cristo en gloria y majestad a esta tierra, para terminar con el pecado y los pecadores que no se quisieron arrepentir.

II. EL ANUNCIO DE LA SEGUNDA VENIDA

  1. La promesa de la segunda venida de Cristo, no se centra sólo en el momento en que ascendió a los cielos. Ya desde las primeras páginas de la Biblia se hace mención de ello: ”Enoc, que fue el séptimo desde Adán, profetizó de ellos lo siguiente: «Miren, el Señor viene con millares y millares de ángeles a juzgar a todos y a reprender a los pecadores malvados, por las terribles cosas que han hecho, y las cosas que han dicho contra él»” (Jud. 14:16). (NBV).
  2. Miqueas, Amós, Jeremías, Isaías y otros, hablaron de la segunda venida de Cristo. El hecho es que en principio pocos supieron que había una diferencia entre la primera y la segunda venida de Jesús. En los tiempos de Cristo la religión estaba compenetrada por ese error y las profecías y predicciones que se aplicaban a la segunda venida, las atribuyeron a la primera.
  3. Era más halagüeño pensar que el Mesías venida a librar a Israel del yugo opresor de los romanos, que aceptar que, en la primera venida, el Mesías tenía el propósito de instaurar su reino de gracia y no de gloria. Iban a quedar igual, bajo el dominio de la Roma Imperial, sólo que podrían recibir a Cristo en el corazón y comenzar a experimentar la paz interior, el consuelo que ofrecían sus promesas y enseñanzas. Pero esto no les atrajo lo suficiente.
  4. La obra salvífica de Cristo comienza desde la caída de la primera pareja humana. La primera venida es el cumplimiento de la encarnación del Mesías prometido a los primeros humanos. La segunda venida es el fin del sufrimiento y del dolor humano. Es el momento en el que Cristo viene con sus miríadas de ángeles para llevarnos al cielo, donde pasaremos mil años, antes de regresar a la tierra para morar en ella para siempre.
  5. El apóstol Pablo describe en visión profética la segunda venida del Señor, tal vez esta sea una de las narraciones proféticas más explícitas y descriptivas: Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en palabra del S eñor:  que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras” (1 Tes. 4:13-18). (RVR1960).
  6. En el Apocalipsis se hace mención de este extraordinario evento en distintos versículos, haciendo referencia a distintos aspectos del regreso de Jesús. Juan nos dice que viene para pagar a cada uno según su obra: “!Miren que vengo pronto! Traigo conmigo mi recompensa, y le pagaré a cada uno según lo que haya hecho” (Apoc. 22:12). (NVI).
  7. Viene para dar a cada uno su corona: “Vengo pronto. Aférrate a lo que tienes, para que nadie te quite la corona” (Apoc. 3:11). (NVI).
  8. Jesús viene como Dios, ostentando todos sus atributos; no habrá nadie ni nada que impida este extraordinario evento: “Yo soy el Alfa y la Omega —dice el Señor Dios—, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso” (Apoc. 1:8). (NVI).
  9. Su venida será visible para todos, aún para los que le traspasaron, es decir que habrá una resurrección especial de aquellos que colaboraron en la muerte de Cristo (Dan. 12:2): “!Miren que viene en las nubes! Y todos lo verán con sus propios ojos, incluso quienes lo traspasaron; y por él harán lamentación todos los pueblos de la tierra. ¡Así será! Amén.” (Apoc 1:7). (NVI).

III. PREPARACIÓN PARA LA SEGUNDA VENIDA

  1. No sabemos el día ni la hora en que tendrá lugar su venida; no hacemos bien en colocar fechas y especular sobre este asunto: “En cuanto a las fechas y los tiempos, hermanos, no necesitan que les escribamos. Ustedes saben muy bien que el día del regreso del Señor llegará cuando menos se lo espere, como un ladrón que llega de noche. Cuando la gente diga: «Todo está en paz y tranquilo», entonces vendrá de repente sobre ellos la destrucción, como le vienen los dolores de parto a una mujer que está encinta; y no podrán escapar” (1 Tes. 5:1-3). (DHH).
  2. La segunda venida de Cristo será de bendición inefable para todos aquellos que hemos aceptado la primera venida y a Jesús como nuestro Salvador personal. Nuestra relación con Cristo hoy día nos prepara para encontrarnos con Él en su segunda venida, así como la recepción de la lluvia temprana nos prepara para recibir la tardía.
  3. Debemos, pues, crecer en santidad y prepararnos para ese evento: “Y que el mismo Dios de paz os santifique por completo; y que todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea preservado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo” (1 Tes. 4:23). (RVR1960).
  4. Es evidente que la segunda venida de Jesús será el evento más importante de toda la historia de la humanidad; que marcará un antes y un después en la historia del plan de redención, de la existencia del pecado. Debemos, pues, estar atentos a las señales de los tiempos y preparados para recibir al Señor en las nubes de los cielos.
  5. Debemos ser pacientes porque el que ha prometido que vendrá, lo hará y no tardará: “Por tanto, hermanos, sed pacientes hasta la venida del Señor. Mirad {cómo} el labrador espera el fruto precioso de la tierra, siendo paciente en ello hasta que recibe {la lluvia} temprana y {la} tardía” (Stg. 5:7). “Por tanto, velad, porque no sabéis en qué día vuestro Señor viene” (Mat. 24:42). (RVR1960).

Conclusión

  1. Una renovación interior diaria, una consagración constante y permanente, nos capacitará para esperar al Señor Jesús con alegría de corazón.
  2. La venida del señor Jesús en gloria y majestad tiene su hora y momento concreto. Dios lo sabe y llegada la hora en el reloj profético, acontecerá para alegría y gozo de todos los redimidos.
  3. También es cierto que puede ser que muramos antes de que llegue el momento final tan anhelado, para nosotros sería ya el momento de la venida de Jesús, porque el que muere está como dormido, y será morir y despertar a la gran manifestación gloriosa de Dios. Sea que muramos o que vivamos, tenemos la oportunidad de prepararnos fielmente para ese maravilloso momento. ¿Lo haremos? Que Dios nos bendiga. Amén.

© José Vicente Giner