53. LEVÁNTATE JOVEN, TU FE TE HA SALVADO

Objetivos:

  1. Entender que lo prohibido atrae al ser humano porque poseemos una naturaleza pecaminosa.
  2. Saber que la atracción por el pecado nos lleva a cometer transgresión de la Ley de Dios.
  3. Ser conscientes que con nuestras propias fuerzas no podemos vencer.
  4. Tener la convicción de que por la gracia de Dios podemos vencer al enemigo y mantenernos sin pecar.
  5. Saber que si el diablo nos venció hay esperanza en el perdón de Cristo por la obra de la justificación por la fe.

Introd.

  1. Cuando era niño solía jugar por los alrededores de mi casa con otros niños. Cerca había una zona donde se encontraba una gran piscina y estaba prohibido que nadie se bañara allí. Era prohibido, lo sabíamos, pero nos atraía la idea de ir a ese lugar.
  2. Los niños en general son muy curiosos y muchas veces quieren hacer lo que no se debe, especialmente aquello que es prohibido. Esta característica de curiosidad por lo prohibido yo la viví también. En una ocasión me subí a un lugar donde no se podía entrar, estaba prohibido. Pero entré y me caí de una altura de unos dos metros. Me hice una herida profunda en mi frente y tuvieron que coserme.
  3. Mis tres hijos pasaron también sus experiencias cuando eran pequeños y observamos esta tendencia. Enoc se cayó en un precipicio y casi se mata. Tenemos seis nietos y se ve esta característica también. Hay que estar atentos.
  4. Como os decía, había una piscina cerca de casa y fuimos los niños a jugar por allí, cerca del peligro. Uno de mis amigos, tendría unos diez años, se lanzó a la piscina y se ahogó.

I. LA ADVERTENCIA DIVINA

  1. En la vida espiritual también hay advertencias, prohibiciones que deben ser respetadas para evitar sufrimiento inútil y poder salvarnos. Y esas prohibiciones que salvan nuestra vida y nos garantizan la felicidad presente y futura, están condensadas en los Diez Mandamientos.
  2. El “no hagas esto o lo otro” de la Ley de Dios, es una prohibición a meterse en zonas en las que podemos perder la vida, como mi amigo Miguel que se lanzó a la piscina.
  3. Dios nos hace una advertencia importantísima, tal vez la más importante de toda la Biblia: ¡Estén alerta! Cuídense de su gran enemigo, el diablo, porque anda al acecho como un león rugiente, buscando a quién devorar. Manténganse firmes contra él y sean fuertes en su fe. Recuer–den que su familia de creyentes en todo el mundo también está pasando por el mismo sufrimiento” (1 Ped. 5:8-9). (NTV).
  4. Aquí tenemos la advertencia de Dios, es muy importante, nuestra vida eterna y nuestra felicidad presente depende de acatarla.
  5. El diablo, como león rugiente, busca devorarnos, matarnos, destruirnos a nivel espiritual, manchar nuestras almas, tentarnos para que pequemos… Es claro el aviso divino, no hay dudas, nadie puede decir yo no lo sabía. Estamos en peligro, el diablo nos acecha como un león.
  6. En una ocasión visité el parque Nacional Kruger en Sudáfrica, tal vez uno de los de mayor extensión en el mundo, con casi dos millones de hectáreas. Cruzamos una gran parte del mismo para ir a visitar los hermanos de Mozambique y después pasamos por Zwazilandia. Al entrar te advierten que no debes bajar del vehículo porque hay animales salvajes que pueden herirte y hasta matarte como el león, que hay unos dos mil en el parque. Lo vimos tumbado en la tierra, tomando el sol, pero nos cuidamos mucho de no bajar del coche.
  7. Tuvimos un congreso juvenil en Cataluña, España. El lugar era una especie de granja de animales entre los que había un león y un tigre. No se podían ver, el gobierno cerró al público las instalaciones. Pero se oía al león rugir, era escalofriante. Pedí al dueño que me lo dejara ver y abrió la puerta. Estaba detrás de un cristal, y lo vi, era grande y cuando lo vi sentí como me recorría un escalofrío por mi cuerpo. Comía siete pollos por jornada. En uno de los días que los jóvenes se fueron de excursión, yo me quedé con mi esposa en el lugar, me fui a la piscina a bañarme, era la tarde, estaba sólo. De pronto oí el rugir del león, me congeló la sangre. El rey de la selva estaba encerrado, pero pensé qué pasaría si se escapaba y así me fui corriendo a mi habitación donde me encerré.
  8. Recuerden jóvenes y adultos, Dios nos hace una advertencia: ¡Estén alerta! Cuídense de su gran enemigo, el diablo, porque anda al acecho como un león rugiente, buscando a quién devorar” (1 Ped. 5:8). (NTV).
  9. Estén alerta, tengan cuidado, atención… Son las mismas palabras que el Señor Jesús dirigió a sus discípulos: ”Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” (Mat. 26:41). (RVR1960).
  10. No es una cuestión para jugar con ella. Es una advertencia real, un peligro real. El diablo tiene experiencia, él nos estudia y aunque no puede entrar en nuestra mente, sabe lo que nos gusta y dirige sus ataques a nuestros puntos débiles, ataques que son muy eficaces y mortales, si no estamos unidos a Cristo.

II. LA SOLUCION

  1. Pero Dios no sólo nos advierte, sino que nos da la solución, el remedio, la estrategia a seguir: ”Manténganse firmes contra él y sean fuertes en su fe” (1 Ped. 5:9).
  2. “Sean fuertes en su fe”. Otra versión: “Firmes en la fe”. Significa una actitud activa. Es una invitación a desarrollar la fe. Tener fe es poseer la convicción de las cosas que no vemos.
  3. “La fe significa confiar en Dios, creer que nos ama y sabe mejor qué es lo que no conviene. Por eso nos induce a escoger su camino en lugar del nuestro. En vez de nuestra ignorancia, acepta su sabiduría; en vez de nuestra debilidad, su fuerza; en vez de nuestra pecaminosidad, su justicia. Nuestra vida, nosotros mismos, ya somos suyos; la fe reconoce su derecho de propiedad, y acepta su bendición. La verdad, la justicia y la pureza han sido señaladas como los secretos del éxito en la vida. Es la fe la que nos pone en posesión de estos principios” (La Educación, 253).
  4. Cuando Job fue probado hasta lo sumo, y veía la muerte cerca dijo: “Yo sé que mi Redentor vive…” (Job 19:25).
  5. “Yo sé” nos habla de convicción personal, es algo que creo profundamente, es algo interior muy fuerte y esto lo da el Espíritu Santo, no es una obra mía, porque la fe es un don de Dios, pero la facultad para desarrollarla es nuestra.
  6. Marta, la hermana de Lázaro, cuando murió su hermano, le dijo a Jesús: “Yo sé que mi hermano volverá a vivir en la resurrección” (Jn. 11:21-23).
  7. Jesús dijo sobre los que tienen fe: “Todo aquel que cree en mí, no morirá” (Jn. 11:25).
  8. Pero hay más: “Si puedes creer, al que cree todo le es posible” (Mar. 9:23). Por eso la mujer con flujo de sangre al tocar con fe el manto de Jesús, sanó. Por eso el centurión romano pidió con fe y su siervo sanó. Por eso la mujer sirofenicia pidió con fe y su hija fue liberada del diablo.
  9. A veces la fe nos servirá pedir por aquello que queremos recibir, pero no siempre vamos a recibir lo que deseamos. También la fe nos servirá para aceptar que lo que no nos da Dios es lo mejor, porque no nos conviene. La fe nos provee la convicción de que lo que Dios haga será lo mejor para nosotros y que debemos actuar de acuerdo a su voluntad, haya o no haya sentimientos o emociones.

CONCLUSIÓN

  1. El joven que dejó el hogar paterno para ir a dilapidar la fortuna que le dio su padre, se degradó hasta lo sumo. Y estando en esa condición caída, habiendo probado lo prohibido y perdido su dignidad y respeto, recibió un rayo de luz proveniente del Espíritu Santo.
  2. Su conciencia casi muerta se despertó y le indujo a levantarse y regresar a la casa de su padre. Así lo hizo, contrito y dispuesto a aceptar cualquier puesto, por humilde que fuera al lado de su padre, al que había hecho tanto daño.
  3. Pero al regresar al hogar se encontró con la sorpresa que su padre le esperaba con los brazos abiertos. Fue acogido, dignificado por el padre y restablecido a su lugar. Pero el joven tuvo que reconocer sus pecados, levantarse y regresar al padre, confesar sus pecados con humildad y esperar en su misericordia. Así fue y así puede ser también con todo aquel que decide dejar el pecado, lo prohibido, y volver a Dios. Bendiciones para ti. Amén.                                 

© José Vicente Giner