Venid, ved a un hombre

Diciembre 2022

Mis queridos jóvenes:

La mujer samaritana que habló con Cristo en el pozo de Jacob, llegó a la conclusión de que ese Judío era el Mesías prometido, así lo creyó y así lo manifestó a sus congéneres. Ese hombre le había dicho cosas que la mujer hizo en su pasado; y asimismo le había declarado que era el Mesías prometido. La convicción de que ese judío podía ser el Mesías se fue abriendo paso en su corazón y la mujer hizo algo que todos los creyentes deberíamos hacer: ”La mujer dejó su cántaro y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será este el Cristo? Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él” (Jn. 4:28-30). (RVR1960).

Un encuentro con Cristo

Cuando un ser humano se encuentra con Cristo y lo acepta como su Salvador personal, no puede de dejar de decir lo que ha visto y oído (Hch. 4:20). El mensaje de la cruz es tan poderoso, querido joven, que nadie debería quedar impasible ante el Salvador. Su amor es tan profundo y patente que rodea el alma de calor y restauración. Sólo Cristo tiene palabras que valga la pena escuchar, tal y como lo expresaron sus discípulos: ”¿Y a quién seguiríamos, Señor? Sólo tus palabras dan vida eterna” (Jn. 6:68). (TLA). En Jesucristo podemos encontrar el sentido de la vida, el camino que nos conduce al cielo, la verdad que nos inspira y eleva y sobre todo nos hace felices. Un encuentro con Cristo nos transforma, porque Él es el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo, la luz que ilumina las cámaras oscuras de nuestro ser, el pan que nos alimenta, el agua que sacia nuestra sed. Muchos se conforman con beber agua estancada en vez de beber el agua que salta para la vida eterna.

El agua física aplaca la sed, querido joven, pero al rato volvemos a tener sed nuevamente. El Salvador te dice: “…el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le daré se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna” (Jn. 4:14). (LBLA). ¿Querrás beber de esa agua? Acéptala. En Cristo encontrarás la paz que anhela tu alma, consuelo en el dolor, ánimo en la lucha, restauración, poder sobre el pecado.

La mujer samaritana no resistió al influjo del Salvador, se dio cuenta que el agua que le ofrecía era infinitamente superior a la que sacaba del pozo, y quiso beber de esa agua viva. El Señor Jesucristo desea saciar nuestra sed del infinito, nuestra sed de la verdad, Él puede hacerlo porque es el Salvador del mundo, Dios hecho carne, el Alfa y la Omega, el Creador sin el cual nada habría sido hecho, “todo fue creado por medio de él para Él” (Col. 1:16). (RVR1960). Lo que Cristo enseñó era la verdad que los hombres necesitan conocer, esa verdad arcana que vino a rebelar disipó las densas tinieblas del error y prevaleció para darnos vida en abundancia. Por eso el Redentor nos dice: “El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (Jn. 6:63). (LBLA). Y también: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn. 8:12). (RVR1960).

He oído decir muchas veces que Cristo era un gran profeta, un gran hombre digno de ser seguido. Pero cuando les presento las palabras que dijo el Salvador, las rechazan: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Jn. 14:6). (RVR1960). “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Jn. 14:9). (LBLA). Aquí, el Señor, no presenta algo confuso o ambiguo, sino una verdad absoluta, que es lo que molesta a la gente moderna cuya mayoría busca ser políticamente correcta en vez de abrazar las evidencias. Se ha aceptado el concepto de que nada hay único, completo o absoluto, que todo es relativo y que todas las corrientes filosóficas y credos poseen una parte de la verdad. Sin embargo, el mensaje de Cristo es presentado por Él mismo como la verdad y es único, total, categórico. De hecho, el pueblo judío, su propio pueblo, lo rechazó por decir que era Dios: “Porque tú, siendo hombre, te haces Dios” (Jn. 10:33). (RVR1960). Los hechos están ahí, son evidentes, pero cada uno tendrá que hacer su decisión personal. Jesús es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones (Salmos 46:1). Fuera de Él no hay nada que pueda llenarnos tanto, ayudarnos tanto, elevarnos tanto… Su gracia es la que nos sostiene en medio de un mundo en rebelión. ¿Le seguiremos? Pablo, cuando encontró a Cristo en la puerta de Damasco tomó la decisión de seguirle, amarle. La mujer samaritana también… ¿Y nosotros? ¿Qué haremos?

Vida de testimonio

El primer paso es este, lo tenemos claro, pero ahora debemos dar un segundo paso. Cuando la mujer samaritana hizo el gran descubrimiento de su vida tomó la decisión de ir a compartir con los suyos el gozo que había nacido en su corazón y por ella otros creyeron en Cristo. Compartir el maravilloso hallazgo de la fe en Cristo nos hace deudores, tal y como lo expresó el apóstol Pablo: “A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor. Así que, en cuanto a mí, estoy a anunciaros el evangelio también a vosotros que estáis en Roma. Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente y también al griego” (Rom. 1:14-16). (RVR1960).

Esta tónica la verás en todos los hombres y mujeres de Dios, no se quedaron para sí la luz, sino que la compartieron. De hecho Jesús nos insta a testimoniar a los que no conocen el Evangelio a todos aquellos que hemos declarado nuestra fe en Él: ”Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mat. 5:14-16). (RVR1960).

Nuestra convicción en Cristo como nuestro Salvador personal, nos debe animar a compartir el mensaje de salvación. Seguramente recordaremos cuando Cristo liberó al endemoniado gadareno. Este hombre atormentado por el diablo se vio libre de esas cadenas por la intervención del amado Señor. Aquel hombre entendió que ese extraordinario milagro requería una respuesta de gratitud y amor hacia su libertador. Por eso le rogó que le dejase estar con él; “pero Jesús le despidió, diciendo: Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo. Y él se fue, publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él” (Luc. 8:38-39). (RVR1960).

Conclusión 

Sí, mi querido joven, cuando nos alcanza el Evangelio de salvación nos hacemos “deudores”; y por eso debemos ser focos de luz que alumbren a los que viven sin el conocimiento del mensaje bíblico. No hace falta que tengas grandes conocimientos teológicos para poder compartir las buenas nuevas; baste que cuentes cuán grandes cosas ha hecho Jesús por ti; baste con que le digas a la gente que Cristo les ama; un simple folleto entregado con amor, un breve testimonio de tu experiencia cristiana, un trato amable, un favor dispensado a quien lo necesita, una palabra de aliento, un texto bíblico compartido por la red, una visita oportuna, una oración por quien está siendo probado, etc., puede marcar la diferencia entre esconder la luz o compartirla.

Te invito en este año nuevo, que pronto comenzará, a que hagas planes para comprometerte más con la obra misionera y a que, como la mujer samaritana, digas a la gente: ”Venid, ved a un hombre…” Dios nos concede a los que le amamos el privilegio de anunciar el Evangelio. Que podamos cumplir con esta misión. Amén.

© José Vicente Giner

Pastor y director del Departamento de Jóvenes
de la Asociación General

Para la reflexión personal y en grupo:

  1. ¿Qué significa que Cristo sea el único medio de salvación de la gente?
  2. ¿Crees que una persona se puede salvar sin conocer a Cristo?
  3. ¿Qué ocurre cuando una persona no hace ninguna obra misionera?
  4. ¿Qué piensas que se puede hacer para compartir el mensaje de Cristo?
  5. ¿Por qué somos deudores por haber recibido el Evangelio?

Versiones bíblicas usadas:

LBLA La Biblia de las Américas

RVR1960 Reina Valera 1960

TLA Traducción al Lenguaje Actual