Objetivos:

  1. Ser conscientes de lo que significa servir.
  2. Analizar el servicio de la Divinidad por la humanidad.
  3. Saber cuál es el verdadero servicio que Dios nos exige como cristianos.
  4. Pedir a Dios que nos de la capacidad de trascender del egoísmo a la donación de nosotros mismos.

Introd.

  1. Querido joven, cuando Jesús instituyó la Santa Cena, les enseñó a sus discípulos el valor del servicio. El que quiera entre vosotros llegar a ser grande, será vuestro servidor“ (Mat. 20:26). (LBLA).
  2. La grandeza verdadera tiene que ver con la capacidad de servir a los demás y no aquella que se da en los grandes de este mundo que se rodean de personas que les sirven.
  3. Todos los discípulos esperaban que el otro empezara a lavar los pies de los demás, pero nadie empezaba. Todos deseaban ser servidos y no servir, porque entendían que el servicio era degradante, como un acto de bajeza. El criterio de entonces, y creo que en gran parte el de hoy, es que sirve el que no vale para otra cosa.   
  4. Pero el Señor Jesús les mostró con su ejemplo que no era así. Entonces tomó la toalla y el recipiente de agua y comenzó a lavar los pies a sus discípulos. A ellos no les gustó lo que hizo el Maestro y cuando le tocó a Pedro, este le dijo a Jesús que no iba a permitir que le lavase los pies.
  5. Pedro le dijo: —¡Jamás permitiré que me laves los pies! Respondió Jesús: —Si no te los lavo, no podrás ser de los míos“ (Jn. 13:8). (DHH).
  6. Cuando terminó Jesús de lavar los pies de sus discípulos, les dijo: “Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis“ (Jn. 13:15). (RVR1960).

I. UN ERROR SOBRE EL SERVICIO

  1. Servir a los otros es un ejemplo de dignidad, de grandeza, aunque parezca lo contrario. Los grandes según el mundo se hacen servir, como ya se dijo, pero Jesús nos enseñó el valor de servir a los demás y dejó establecido que es mucho más importante dar a los otros que los otros nos den a nosotros.
  2. De hecho después añadió que el servir es lo que nos da la verdadera dicha y paz: Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis“ (Jn. 13:17). Dicho de otra manera: “Seréis felices si servís“.
  3. El problema de esta humanidad es que está llena de egoísmo. Todos esperan que los demás les den, les ayuden, les enseñen, les comprendan, les tengan paciencia, les hagan felices, les solucionen los problemas, en definitiva, les aporten algo. Quieren ser los primeros, los más destacados, los más ingeniosos. Y por eso hay tanta desgracia en el mundo. 
  4. Esto es lo que pasaba entre los discípulos y por eso tenían dificultades y problemas. Cada uno del grupo deseaba ser el más grande, el mejor en ese reino que Jesús estaba por establecer en la tierra. Así creían…

II. DIOS NOS SIRVE A TODOS

  1. Jesús vino para enseñarnos la fuerza y la profundidad del servicio. Servir es dar, servir es hacer algo útil por los que nos rodean, algo que les edifique, les bendiga y les de un ejemplo de abnegación y amor.
  2. Querido joven, la vida de Cristo no fue un buscar que los demás le valoraran, le comprendieran, le ensalzaran, no. Él no buscaba su realización personal… Más bien Jesús pasó su vida terrenal sirviendo a los demás, predicaba, daba esperanza a los desanimados, levantaba a los caídos, perdonaba a los pecadores, curaba a los enfermos.
  3. Allá donde Jesús se encontraba dejaba una influencia maravillosa. El rompió los esquemas de la religión formal de su tiempo. Trajo el Evangelio práctico a la gente y por su ejemplo de servicio y amor, trasformaba los corazones.
  4. Lo más importante es que a través de su sangre preciosa nos rescató de una muerte eterna. Todo aquel que confiese que Cristo Jesús es su Salvador, puede recibir el perdón y la fuerza para librarse del pecado. ¿No es maravilloso? 
  5. Jesús también dio su Espíritu a sus discípulos y nos lo quiere dar a nosotros. Su Espíritu nos sirve cada día, llevándonos al arrepentimiento, a la confesión de los pecados y a mejorar nuestra vida.
  6. Esa es la obra que hace Dios con nosotros. Nos da la vida, nos sostiene sobre este planeta, dándonos el aire, el agua, los alimentos. Hace que todos los planetas estén en su lugar y todos los animales son sostenidos por Él.
  7. Los árboles y la tierra dan cada año su fruto y el labrador sólo tiene que echar la semilla que producirá el alimento que sostendrá a miles de personas.
  8. El sol cada día nos calienta, nuestro cuerpo funciona sin nuestra intervención. Dios da, nos sirve constantemente y ¿qué hacemos nosotros? ¿Se lo agradecemos?

III. LA ABNEGACIÓN COMO PRINCIPIO

  1. Servir no es algo fácil, que nace del corazón natural. Al contrario, venimos a este mundo programados para que los demás nos sirvan. 
  2. Pero aquel que ha caído rendido a los pies de Cristo y se considera su servidor, debe reflejar ese amor sirviendo a los demás. Servir es un acto de abnegación y sólo aquel que muere cada día al yo puede llevarlo a cabo. De lo contrario siempre permaneceremos en nuestro caparazón de egoísmo.
  3. El Señor Jesús enseñó: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame” (Mat. 16:24). (LBLA).
  4. Nuestro amado Salvador desea nuestra felicidad. Pero nos insta a que antepongamos los intereses del Evangelio a los nuestros. Y esto, muchas veces, se torna en un acto doloroso, equivalente al llevar una cruz. 
  5. Servir es un proceso de renacimiento al nuevo hombre o la nueva mujer. El viejo ser está acostumbrado a querer que le sirvan; pero la nueva criatura en Cristo sigue los pasos de su Maestro que se dignó venir a este mundo como un ser humano para servir a aquellos que desea salvar. 
  6. Jesús se inclinó ante sus discípulos para lavarles los pies, ¿existe mayor acto de humildad que este en la persona de un Rey? En el caso de Cristo, que se humanó siendo Dios ¿no es algo extraordinario? ¿Haremos nosotros lo mismo? ¿Seguiremos sus pisadas, sirviendo a los que nos rodean?

CONCLUSION

  1. El objetivo de cada cristiano que ha sido rescatado por la sangre de Cristo, es imitar al Señor en su servicio por la humanidad. 
  2. El mundo necesita hombres y mujeres valientes, que estén dispuestos a entregarse en el altar del servicio.
  3. El apóstol Pablo, cuando conoció a Jesús, decidió entregar su vida a Él y la gastó en predicar a Cristo y ofrendó su vida por amor a Aquel que lo había rescatado de una vida de pecado.
  4. Que el Señor nos ayude a comprender que venimos a este mundo a servir y que quien no sirve a los demás no sirve para vivir. Te animo a servir a Dios y a la humanidad doliente. Ese es mi deseo y oración. Amén.

© José Vicente Giner