SEMILLERO DE ESPERANZA

31. EL SEÑOR ES MI LUZ

Objetivos:

  1. Entender que nuestra vida presente y futura depende de la aceptación y aplicación de la profecía de Génesis 3:15.
  2. Ser conscientes que la luz profética es la única que le puede dar sentido a la vida del cristiano.
  3. Tomar la decisión de poner en armonía nuestras vidas con la lámpara de la luz profética, que por excelencia es Cristo.


Introd.

  1. La vida de esta humanidad, todo lo que se ha hecho y ocurrido en este planeta desde que la primera pareja cayera en el pecado, se ha basado sobre una profecía.
  2. Nuestros temores, nuestros deseos, nuestras esperanzas, nuestra felicidad y desdicha, ha sido y es el producto de nuestra relación o nuestra actitud ante esta profecía.
  3. La profecía es una revelación anticipada de algo que debe ocurrir en el futuro y viene de parte de Dios, porque Él es el único que conoce el futuro que todavía no se ha construido.
  4. El consejo que nos da el Señor es muy claro: “Debido a esa experiencia, ahora confiamos aún más en el mensaje que proclamaron los profetas. Ustedes deben prestar mucha atención a lo que ellos escribieron, porque sus palabras son como una lámpara que brilla en un lugar oscuro hasta que el Día amanezca y Cristo, la Estrella de la Mañana, brille[a] en el corazón de ustedes“ (2 Ped. 1:19). (NTV).
  5. Comenzamos, pues, este tema, con esta advertencia: Debemos prestar mucha atención a lo que escribieron o dijeron los profetas, porque es la lámpara que debe guiar nuestros pies.

I. LA PROFECIA UNIVERSAL

  1. Como decía, queridos hermanos, todo lo que ha ocurrido y está ocurriendo en nuestro planeta y ocurrirá, es el resultado de la actitud que los humanos tomamos con relación a la profecía.
  2. La primera profecía fue la más importante de todas, por eso es la primera que Dios nos da: “Y pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y su simiente; él te herirá en la cabeza, y tú lo herirás en el calcañar“ (Gén. 3:15). (LBLA). Después explicaremos lo que esto significa.

II. UN FUTURO ILUMINADO

  1. No hay nada más que preocupe a las personas que el futuro: La gente vive en la ansiedad por el cambio climático, la guerra, nuevas pandemias con todas sus restricciones, la economía mundial, el destino de los hijos, su educación, la seguridad ciudadana, etc. 
  2. Pero nosotros como cristianos debemos tomar una actitud frente a todas estas cosas y distanciarnos de la posición que aquellos que no tienen fe. Jesús nos dice: “No se preocupen por nada…“ (Fil. 4:6). (NTV).
  3. “Si no fuera por Jesús, nuestro peregrinaje realmente sería solitario. El nos dice: “No os dejaré huérfanos”. Juan 14:18. Apreciemos estas palabras, creamos en sus promesas, repitámoslas cada día, meditemos en ellas durante la noche y seamos felices“ (Nuestra Elevada Vocación, 122).

III. SIGUIERON LA LUZ DE DIOS

  1. Cuando el pueblo de Dios estaba en Egipto en calidad de esclavos, miraban hacia el futuro a través de la luz profética, era la esencia de sus vidas. Ellos sabían que el Señor era su luz y que debían confiar en que un día serían liberados de todo ese sufrimiento, porque la profecía lo decía: “Y Dios dijo a Abram: Ten por cierto que tus descendientes serán extranjeros en una tierra que no es suya, donde serán esclavizados y oprimidos cuatro-cientos años. Mas yo también juzgaré a la nación a la cual servirán, y después saldrán de allí con grandes riquezas“ (Gén. 15:13-14). (LBLA).
  2. De hecho, Amrán y Jocabed, los padres del pequeño Moisés, creyendo en que el tiempo de la liberación predicha en la profecía, estaba cercano y que Dios levantaría un libertador para el pueblo, decidieron esconderlo y no temieron el mandamiento del rey, basándose en la fuerza que les confería su fe en la profecía.
  3. La conquista de la tierra de Canaán, fue llevada a cabo por las tribus de Israel, basándose en la profecía que predecía la posesión de la tierra prometida: “Te daré a ti y a tus descendientes la tierra en la que están ahora como extranjeros, toda la tierra de Canaán… será de ustedes para siempre. Y yo seré su Dios“ (Gén. 17:8). (PDT).
  4. Durante siglos, todos aquellos que creyeron y amaron a Dios, no anduvieron en tinieblas, sino que sabían dónde se dirigían y aquello que iba a suceder. Mientras que la gente que no creía en el Dios verdadero, basaba sus vidas en sus sentimientos, emociones, intuiciones, opiniones de agoreros y adivi–nos, de la filosofía, de la mitología, de la ciencia, etc., los hijos de Dios podían ver con claridad lo que les esperaba porque la luz del Señor les guiaba.
  5. Por eso David pudo decir cuando se veía en situaciones complicadas y angustiosas: “El Señor es mi luz y mi salvación, ¿de quién podré tener miedo? El Señor defiende mi vida, ¿a quién habré de temer?“ (Sal. 27:1). (DHH).

IV. DECISIONES INSPIRADAS

  1. ¿Qué hubiera sido de la suerte de Israel si Samuel no hubiera tenido la costumbre de dejarse guiar por la luz profética de Dios? Cuando fue a Belén a ungir al futuro rey de Israel se encontró con Eliab, uno de los hijos de Isaí. Samuel, dejándose llevar por su humanidad, sus impresiones humanas, sus sentimientos y percepciones humanas, dijo: “Ciertamente el ungido del señor está delante de Él“ (1 Sam. 16:6). ((LBLA).
  2. Pero Dios le dirigió su Palabra autoritativa e inspirada, la luz de Dios se hizo presente y toda la mente de Samuel fue iluminada: “Pero el Señor dijo a Samuel: No mires a su apariencia, ni a lo alto de su estatura, porque lo he desechado; pues Dios ve no como el hombre ve, pues el hombre mira la apariencia exterior, pero el Señor mira el corazón“ (1 Sam. 16:7). (LBLA). Posteriormente Dios le indicó que debía ungir a David.
  3. Si Dios ve lo más recóndito del corazón humano, hasta sus intenciones y deseos, ¿a quién tenemos que ir para pedir luz a la hora de escoger a una persona para ser nuestra esposa o esposo? ¿A quién tenemos que consultar a la hora de comprar una casa o un coche o hasta incluso un vestido? ¿A quién debemos consultar a la hora de tener hijos? ¿O de escoger una profesión? ¿O de emprender un viaje o una actividad? ¿O de escoger los líderes del pueblo de Dios? ¿En quién debemos buscar esa luz?

V. UN ACTO DE FE EN LA PROFECIA DE PARTE DE JEREMIAS

  1. El profeta Jeremías es otro caso de cómo obra la palabra profética en el corazón de los hijos de Dios. Por la palabra profética de Dios compró un campo a un familiar suyo en Anatot, territorio de Benjamín, por 17 monedas de plata.
  2. Jeremías era anciano, no lo hizo, pues, por ganar dinero con ello, no espera ningún beneficio personal. Era algo contradictorio pues el mismo profeta había estado prediciendo la destrucción de Jerusalén, la dominación de los babilonios. “Ahora los caldeos han levantado rampas para atacar la ciudad, y la guerra, el hambre y la peste van a hacer que la ciudad caiga en manos de los atacantes. Señor, ya ves que se está cumpliendo lo que dijiste. Y sin embargo, Señor, tú me ordenaste que comprara y pagara aquel terreno en presencia de testigos, aunque la ciudad va a caer en manos de los caldeos“ (Jer. 32:25).
  3. Hicieron las escrituras y le encargó a su secretario Baruc para que las pu–siera en vasija de barro.
  4. ¿Por qué hizo esto Jeremías? Para inspirar a la gente del pueblo a tener confianza en la profecía. La gente estaba muy desalentada por su situación con los babilónicos. Iban a ser desterrados, desposeídos de su tierra, la ciudad estaba por ser conquistada por los babilónicos, los palacios iban a ser quemados y todo destruido. Y no obstante de esta situación Jeremías compró aquel campo.
  5. La gente vio esta compra como una locura, algo inútil por parte de Jeremías. El mismo profeta tuvo sus dudas, tal vez fue un acto de orgullo y estaba dando falsas esperanzas al pueblo.
  6. Pero un estudio de las profecías por parte de Jeremías, llevó al profeta a ver el regreso de los cautivos a la tierra prometida, vio a través de la luz de Dios a los desterrados regresando a la tierra de sus padres nuevamente. “El Señor añadió: «Así como envié esta calamidad tan grande a este pueblo, también le enviaré todos los bienes que le he prometido. 43 Y en este país, que dices que va a quedar desierto, sin hombres ni animales, y que va a caer en poder de los caldeos, se volverán a comprar terre–nos. 44 Se comprarán y se harán los contratos por escrito, con sello y firmas de testigos. Esto sucederá en el territorio de Benjamín, en los alrededores de Jerusalén y en las ciudades de Judá, tanto de la región montañosa como de la llanura, y en las ciudades del Négueb, porque yo haré que cambie su suerte. Yo, el Señor, lo afirmo“ (Jer. 32:42-44).

VI. EL MESIAS PROFETIZADO

  1. Al principio hemos recordado la primera profecía bíblica que hablaba de la serpiente, la mujer y la simiente de la serpiente y de la mujer.
  2. La serpiente representa a Satanás y la simiente de Satanás a todos los que le siguen y obedecen. La mujer representa a la iglesia de Cristo y su simiente es Cristo y aquellos que le aceptan como Salvador personal.
  3. Estaba predicho que Cristo pisaría la cabeza de la serpiente y la vencería, y esto ocurrió cuando Cristo murió en la cruz del Calvario sin haber cometido ni un pecado durante su vida.
  4. El nacimiento de Jesús, como Mesías y Salvador prometido, su obra de amor y restauración, su muerte en la cruz, su resurrección y victoria, su ascensión a los cielos y su segunda venida a esta tierra, todo, todo, estaba ya profetizado. Los que estaban atentos a la profecía, como dice en 2 de Pedro, a la profecía, fueron guiados y pudieron reconocer a Cristo como Mesías, los demás lo rechazaron.
  5. Los astrónomos de oriente vinieron a adorar al niño Jesús, basándose en esa luz… los pastores de Belén también… Nicodemo, los discípulos, Pablo y millones de personas hasta el día de hoy hemos reconocido que Jesucristo es nuestro amado Salvador, la simiente de la mujer, aquel que pisó la cabeza del diablo y lo venció. Nuestra vida depende de la actitud que tomemos frente a la primera profecía que se hizo después del pecado.
  6. Este era el argumento que usaba Jesús para convencer a sus oyentes, como los caminantes de Emaús: “¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! 26 ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? 27 Y comen–zando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían“ (Luc. 24:26-27). (RVR1960).

VII. LA LUZ PROFETICA EN NUESTRO TIEMPO

  1. Vivimos en los tiempos finales, ahora más que nunca necesitamos la luz del Señor, no las opiniones que se dan en los noticieros, no las especulaciones humanas, no los pronósticos de los políticos o expertos en economía… Es la luz de Dios la que nos va a guiar.
  2. La gente tiene mucho miedo a una nueva pandemia, a una tercera guerra mundial, a perder sus derechos, a que les restrinjan las libertades; hay miedo al cambio climático y mucho más…
  3. Pero Dios nos ha dado la luz de la profecía y sabemos que este mundo no va a ser destruido por nada de esto. El Señor nos ha revelado que habrá un decreto que impondrá el domingo como día obligatorio y que todos tendrán que obedecerlo a nivel mundial.
  4. Que aquellos que guardemos el sábado seremos obligados a transgredirlo y a observar el domingo… que se nos amenazará de muerte y que no podremos comprar ni vender. Que caerán siete plagas terribles. Sabemos todo esto, pero también sabemos que caerán las plagas y que a nosotros no nos tocarán, que el Señor nos protegerá en las montañas y que nuestro pan y agua serán seguros, que los ángeles nos guardarán y que el Señor Jesús regresará para llevarnos al cielo.
  5. Que esperanza tan maravillosa, es la luz del Señor que nos alienta e ilumina. Y esa luz también nos guía cada día, cuando sufrimos, cuando enfrentamos problemas, cuando tenemos que decidir cosas importantes… Jesús ha vencido y pisado la cabeza de la serpiente y ha puesto a nuestra disposición su poder para que venzamos también nosotros. Jesús es la luz del mundo y su luz nos puede guiar si lo deseamos. ¿Le dejaremos?

CONCLUSION

  1. Todo lo que necesitamos saber, todo lo que debemos hacer, pensar, debe venir de parte de Dios. Él nos ha creado, nos ha traído a este mundo y sabe qué es lo mejor para todos nosotros.
  2. Si tú basas tu vida en la profecía bíblica, en la Palabra de Dios, nada debes temer, pero si no es así, tu alma corre peligro.
  3. “No tenemos nada que temer del futuro, a menos que olvidemos la manera en que el Señor nos ha conducido, y lo que nos ha enseñado en nuestra historia pasada“ (Notas Biográficas de Elena G. de White, 216). (1902).
  4. Os invito a que todos pongamos nuestra vida en armonía con la luz de Dios. Guiados por esa luz no tenemos nada que temer. Que el Señor nos bendiga a todos, es mi deseo y oración. Amén.

© José Vicente Giner