Objetivos:

  1. Reflexionar sobre la brevedad de la vida.
  2. Entender que la muerte es una consecuencia del pecado.
  3. Saber que estamos todos sujetos a la muerte, es ley de vida.
  4. Tomar la decisión de aprovechar bien cada día que vivimos.

Introd.

  1. Cuando David considera lo que es la vida hace la siguiente reflexión: “Porque somos forasteros y peregrinos delante de ti, como lo fueron todos nuestros padres; como una sombra son nuestros días sobre la tierra, y no hay esperanza” (1 Crón. 29:15). (LBLA).
  2. En el Salmo 90 se expresa el pensamiento de que podemos llegar a vivir 70 u 80 años, en caso de tener más vigor, pero que al final pronto pasa la vida y volamos (Sal. 90:10), considerando los años mencionados no como límites sino como una ilustración de la brevedad de la vida.
  3. Job también reflexionó sobre la brevedad de la vida cuando dijo: ”Corren mis días con toda rapidez, se consumen, vacíos de esperanza” (Job 7:6). (La Palabra, España).

I. CONDICIONADOS POR EL PECADO

  1. Podríamos citar muchos textos más sobre lo corta que es la existencia humana. En esto, todos estamos de acuerdo. Unos vivirán segundos, otros minutos o meses, otros algunos años, otros varias décadas, pero al final la muerte alcanza a todos.
  2. La Biblia enseña que la muerte es el resultado del pecado (Rom. 6:23). Como todos hemos pecado, todos tendremos que morir. Hasta Jesús murió, no porque tuviera pecado personal, sino porque cargó nuestros pecados.
  3. El Señor advirtió a Adán y Eva de las consecuencias que tendrían que enfrentar si comían del fruto prohibido. “Moriréis” -les dijo (Gén. 2:17).
  4. Como desobedecieron y quebrantaron la Ley de Dios, tanto ellos como sus descendientes que somos nosotros, morimos todos. Nacemos programados para envejecer celularmente y llegar a la vejez y por ende a la muerte. Llega un momento que, por enfermedad, accidente, vejez o porque alguien nos quita la vida, morimos, dejamos de ser. Esto es una ley ineludible.

II. CONSIDERAR NUESTRA CONDICIÓN

  1. Nadie quiere morir, todos deseamos vivir y a menos que uno pierda la cabeza o llegue a circunstancias especiales, nos aferramos a la vida como un náufrago se aferra a su salvavidas en alta mar.
  2. Cuando el rey Ezequías supo que iba a morir por la palabra que le trajo el profeta Isaías, oró al Señor: “Te ruego, oh Señor, que te acuerdes ahora de cómo yo he andado delante de ti en verdad y con corazón íntegro, y he hecho lo bueno ante tus ojos. Y Ezequías lloró amargamente” (2 Rey. 20:3). (LBLA).
  3. Dios le añadió 15 años de vida. Tal vez si hubiera aceptado la decisión divina, hubiera sido mejor para él. Hay un “pero” en la vida extra que pudo vivir el rey Ezequías, y es que cuando vinieron los emisarios babilónicos para saber qué había ocurrido con el rey, hubiera podido aprovechar la oportunidad y hablarles del Dios verdadero, pero en vez de eso les mostró sus tesoros.

III. AGRADECER CADA DÍA

  1. La actitud correcta de un cristiano consecuente con la fe y sabedor de su condición efímera, es: Agradecer por la vida que Dios nos da cada día.
  2. Cada día que despertamos es un milagro de Dios. Según las estadísticas 150.000 personas mueren cada día, así es que si hemos despertado es un milagro de Dios y debemos agradecer muchísimo por ese privilegio.
  3. Agradecer por todo lo que recibimos de la mano generosa de nuestro Creador. David lo dice (Sal. 28:7).
  4. El pueblo de Israel siempre estaba protestando, centrándose en lo que no tenían y pasaban por alto las grandes bendiciones de Dios, como la vida, por eso se olvidaron de agradecer y pasaron a quejarse y a lamentarse de su vida.

IV. HACER EL BIEN CADA DIA

  1. Cada día debemos hacer algo bueno como deber, al final se torna en hábito. Así como la mayoría termina haciendo el mal, cayendo en el egoísmo, en la crítica y en la frialdad de corazón, los hijos de Dios deben esforzarse por repartir acciones de bondad al prójimo.
  2. Hacer el bien a nuestro prójimo nos edifica a nosotros mismos, nos ayuda a crecer, nos santifica si lo hacemos por amor. Es más bienaventurado hacer el bien a los demás o dar a los demás, que recibir.
  3. Debemos ser conscientes que la vida es demasiado breve y que no podemos pasar el tiempo sin dejar una huella de amor y bondad en los corazones humanos. En esta tierra quedará todo cuando muramos, pero las acciones buenas hechas en el nombre de Jesús por nuestro prójimo, dejarán una huella imborrable.
  4. Las áreas en las que podemos actuar son muy amplias: En la iglesia, en el trabajo, en la familia, entre nuestros amigos, etc. Ahora que estamos vivos es el momento para actuar.
  5. “El valor del tiempo sobrepuja todo cómputo. Cristo considera precioso todo momento, y así es como hemos de considerarlo nosotros. La vida es demasiado corta para que se la disipe. No tenemos sino unos pocos días de gracia en los cuales prepararnos para la eternidad…. No tenemos tiempo para perder, ni tiempo para dedicar a los placeres egoístas, ni tiempo para entregarnos al pecado. Ahora hemos de formar caracteres para la vida futura e inmortal. Ahora hemos de prepararnos para el juicio investigador…” (La Fe por la cual vivo, 160).

V. ESTAR PREPARADOS EN TODO MOMENTO

  1. No sabemos, querido joven, cuando nos alcanzará la muerte. No hay garantía para nadie, es decir lo normal sería que un anciano muera primero que un joven, pero esto no es seguro; puede ocurrir que sea al contrario.
  2. Debemos, pues, hacer el firme propósito de ser fieles a Dios para que así podamos estar preparados en todo momento para enfrentar la muerte. La fidelidad a Dios nos da una gran estabilidad emocional y paz en el alma.
  3. Aquel que está en paz con Dios está en paz con la vida. Si la persona tiene remordimientos, mala conciencia, etc., no tiene paz interior, tan necesaria para enfrentar los grandes retos de la vida, especialmente la muerte (Sal. 23:4).

Conclusión

  1. Mis queridos jóvenes, el tema de la muerte no es popular entre los jóvenes porque son pocos los que piensan en ello. Siguiendo el curso natural de la vida, es en la vejez que uno debe enfrentarla.
  2. Pero debido a que puede alcanzar a cualquiera, sin importar la edad ni la condición social, todos debemos aprender a valor la existencia. Darle una dimensión más espiritual a cada momento que vivimos, porque es un regalo de Dios. Reconocer este don del cielo, agradecer a Dios por ello, hacer el bien en cada día que nos toque vivir y ser fieles a Dios preparándonos para el final.
  3. Que Dios te bendiga y te conceda su Santo Espíritu, ese es mi deseo y oración. Amén.

© José Vicente Giner