SEMILLEROS DE ESPERANZA

DAD GRACIAS A DIOS

Objetivos:

  • Entender y aceptar que somos deudores ante Dios.
  • Presentar casos de ingratitud en la Biblia.
  • Ser movidos a agradecer a Dios por sus bendiciones innumerables.
  • Recapacitar de las muchas bendiciones que cada uno de nosotros recibimos.

Introd.

  1. Nuestro mundo ha llegado a caracterizarse por la escasez de una de las virtudes cristianas más importantes: La gratitud. Tanto la que debemos expresar a Dios, por su inagotable caudal de dones, como la que debemos manifestar a nuestros benefactores humanos.
  2. El apóstol Pablo, al hablar proféticamente de nuestros días, notó la carencia de esta virtud en las personas (2 Tim. 3:2).
  3. Un famoso autor español, observando la sociedad que le rodeaba, la describió con el siguiente apólogo: “Un hombre por sus delitos es castigado a ser encerrado en una cueva donde hay feroces animales. Comienza a gritar y llega en su ayuda un viandante. Sin perder tiempo, el benefactor separa la losa de la entrada a la caverna, y de aquel antro salen todas las fieras, que van haciendo caricias a su bienhechor; después aparece el prisionero que acomete y mata a su libertador para robarle su dinero”. ¡Qué ilustración tan desoladora! ¡Ingratitud humana!

I. ORIGEN DE LA INGRATITUD

  1. Ingratitud: Olvidar los beneficios recibidos. El origen está en un ángel: Luzbel: “El sello de la perfección…” (Ez. 28:12-15). No había ningún motivo para actuar como actuó. Sin embargo nació la ingratitud en su corazón (vr. 15).
  2. A partir de ese momento, en el concierto celestial suenan notas discordantes. Lucifer respondía al amor de Dios con desafecto, envidia, descontento, desconfianza, quejas y acusaciones contra el gobierno divino, para culminar con su rebelión. Su corazón dejó de alabar a Dios y de agradecer y olvidó los beneficios recibidos.

II. INTRODUCIDA EN LA HUMANIDAD

  1. El virus de la ingratitud fue introducido por él en la moral humana. En la transgresión de Adán y Eva está implícita la ingratitud. Habían recibido muchas cosas de parte de Dios: Santidad, paz interior, mayordomía sobre la tierra, educación especial, armonía conyugal y todo lo que deleita los sentidos en grado sumo.
  2. Cuando Eva habló con la serpiente, se olvidó de todos los beneficios recibidos, pecó e hizo pecar a Adán. Si Adán y Eva, hubiesen recordado todos los beneficios recibidos de parte de Dios, hubieran desenmascarado a Satanás. Un corazón ingrato corre el peligro de volverse contra Dios. En este terreno pronto crecen las malas hierbas de la indiferencia, el egoísmo, el desafecto, el orgullo, la queja injustificada, etc.
  3. El pueblo de Israel también fue ingrato. Recibió muchos favores de parte de Dios: El privilegio de ser llamados y considerados “hijos de Dios”, “pueblo suyo” y “ovejas de su prado”, la liberación de la esclavitud egipcia, el milagro del paso del Mar Rojo, protección contra sus enemigos, protección de día y de noche, maná y agua, vestido, salud y mucho más…
  4. A Israel se puede aplicar estas palabras del salmista: “El que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias; el que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila” (Sal. 103:4-5).
  5. Nunca llegaron a valorar, en su justa medida, los portentosos milagros que Dios hizo en su favor. No fueron agradecidos con el gran Yo Soy. Se olvidaron de los beneficios recibidos y la mayoría de ellos no entraron en la Canaán terrenal.
  6. Cuando nos olvidamos de todo lo bueno que hemos recibido surge la melancolía, el descontento, la tristeza, la depresión, el desánimo, el pecado… Hoy en día muchos cometen la misma falta: han recibido mucho de parte de Dios pero se olvidan, no agradecen…

III. LA GRATITUD COMO ALABANZA

  1. Muchas frustraciones, conflictos internos, enfermedades y lágrimas, se evitarían si los hombres cultivásemos un espíritu de agradecimiento y de alabanza a Dios que nos ha dado tantas cosas.
  2. El Testimonio lo confirma: “Resistir a la melancolía, a los pensamientos y sentimientos de descontento es un deber tan positivo como el de orar. Si somos destinados para el cielo, ¿cómo podemos portarnos como un séquito de plañideras, gimiendo y lamentándonos a lo largo de todo el camino que conduce a la casa de nuestro Padre?
    “Los profesos cristianos que están siempre lamentándose y parecen creer que la alegría y la felicidad fueran pecado, desconocen la religión verdadera. Los que sólo se complacen en lo melancólico del mundo natural, que prefieren mirar hojas muertas a cortar hermosas flores vivas, que no ven belleza alguna en los altos montes ni en los valles cubiertos de verde césped, que cierran sus sentidos para no oír la alegre voz que les habla en la naturaleza, música siempre dulce para todo oído atento, los tales no están en Cristo. Se están preparando tristezas y tinieblas, cuando bien pudieran gozar de dicha, y la luz del Sol de justicia podría despuntar en sus corazones llevándoles salud en sus rayos” (El Ministerio de Curación, 194-195).
  3. La gratitud mantiene vivos en la mente los favores recibidos y nos mueve a la acción. Sería bueno que cultiváramos la costumbre de reflexionar cada día en las bendiciones que hemos recibido de parte de Dios y agradecerle. La mayor parte de personas pedimos a Dios, pero sería bueno agradecer más.

IV. LA GRATITUD QUE MUEVE A LA ACCION

  1. Si realmente amamos al Señor, tendremos una actitud de agradecimiento constante. Expresémosla cantando, orando más, alabándole, poniendo en práctica su mensaje de amor, siendo mejores cristianos, colaborando más con la iglesia, etc.
  2. Recordemos esto: La gratitud que sólo se refleja en las palabras y no afecta a los hechos de nuestra vida, es hermana de la fe sin obras. Por ese motivo guardamos los cristianos adventistas la ley: Porque estamos muy agradecidos al Señor por la salvación que nos ha otorgado con su entrega en la cruz.
  3. Así lo comprendieron los apóstoles y por eso lo dejaron todo y siguieron a Jesús. Así lo comprendió María que ungió los pies y la cabeza de Jesús con un perfume costosísimo.
  4. Así lo comprendieron los mártires cristianos de los primeros siglos, y los mártires de todas las épocas, que ofrecieron sus vidas en acción de gracias en los circos romanos, fueron crucificados, aserrados, despedazados por las fieras junto con sus hijos, como una ofrenda de gratitud a Dios., por no violar los Diez Mandamientos de Aquel que les había llamado de las tinieblas a su luz admirable.
  5. Así lo comprendieron los valdenses y los reformadores del siglo XVI, que se enfrentaron a un sistema religioso poderoso pero que enseñaba contrariamente a las escrituras.
  6. Así lo comprendieron esos misioneros anónimos que en el silencio de su cotidianidad se adentraron en lugares desconocidos e infectados de peligros, para aliviar el dolor humano y llevar la paz de Cristo a los corazones.
  7. Así lo han comprendido los hombres y mujeres que conforman do la Iglesia Adventista del Séptimo Día, «Movimiento de Reforma», que en estos días de la historia humana proclama el triple mensaje angélico contenido en el capítulo catorce de Apocalipsis; cree y anuncia el inminente regreso de Cristo a esta tierra y guarda con la ayuda del Espíritu Santo los Mandamiento de Dios; no para merecer el cielo, porque esto es un don de Dios, sino como muestra de agradecimiento hacia Aquel que dio su vida por su Iglesia.
  8. “No olvides ninguno de sus beneficios” (Sal. 103:2).
  9. “Cuando, nos rodean las dificultades y las pruebas, deberíamos acudir a Dios y esperar confiadamente en Aquel que es poderoso para salvar y fuerte para librar. Debemos pedir la bendición de Dios si es que queremos recibirla. La oración es un deber y una necesidad; ¿pero no descuidamos la alabanza? ¿No deberíamos agradecer más a menudo al Dador de todas nuestras bendiciones? Necesitamos cultivar la gratitud. Deberíamos contemplar frecuentemente y volver a contar las mercedes de Dios, y alabar y glorificar su santo nombre, aun cuando experimentemos dolor y aflicción” (Mensajes Selectos, Tomo 2, 306).

CONCLUSIÓN

  1. Vivimos en medio de una sociedad de se caracteriza por haberse olvidado de Dios y por tanto de todos sus beneficios. Como resultado no se le reconoce como Creador, Redentor, Señor de nuestras vidas. Las personas sufren muchas depresiones, viven sin esperanza y no tienen alegría. Muchos cris–tianos también. Dios nos invita a ser agradecidos como remedio para nues–tras almas atribuladas. Siempre hay motivos para agradecer: “Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones… Y sed agradecidos” (Col. 3:15).
  2. “Olvidando nuestras propias dificultades y molestias, alabemos a Dios por la oportunidad de vivir para la gloria de su nombre. Despierten las frescas ben–diciones de cada nuevo día la alabanza en nuestro corazón por estos indicios de su cuidado amoroso. Al abrir vuestros ojos por la mañana, dad gracias a Dios por haberos guardado durante la noche. Dadle gracias por la paz con que llena vuestro corazón. Por la mañana, al medio día y por la noche, suba vuestro agradecimiento hasta el cielo cual dulce perfume” (El Ministerio de Curación, 195).
  3. ¿Seremos agradecidos con Dios? ¿Se lo demostraremos con nuestros hechos? Dios nos conceda la gracia de poder llevar el fruto del verdadero amor: El agradecimiento a Dios y también a nuestros prójimos. Amén.

© José Vicente Giner