SEMILLEROS DE ESPERANZA

MISERICORDIA DIVINA

Objetivos:

  1. Entender que a veces llegan situaciones que nos pueden desbordar.
  2. Saber que pueden ser señales de que algo anda mal en nuestra vida.
  3. Aprovechar para hacer un alto en el camino y ver dónde estamos mal.
  4. Arrepentirnos de nuestros pecados y buscar la misericordia de Dios que nos restaure.
  5. Ser conscientes de la brevedad del tiempo y de lo peligroso que es dilatar nuestra decisión de volver a Cristo.
  6. Hacer la experiencia personal de conocer el amor de Dios por nosotros mismos.

Introd.

  1. Existen situaciones que son imprevisibles, de pronto nos llegan sin esperar–las y nos sorprenden, desbordan o destruyen.
  2. En la vida de fe puede suceder también este hecho, pero hay muchos ante–cedentes que anuncian la caída espiritual de un hombre o una mujer, a los cuales deberíamos estar bien atentos para evitar pasar por esa experiencia tan asoladora. Este fue el caso del rey Acab.

I. DIOS COMPRENDE LA DEBILIDAD HUMANA Y NOS SOCORRE

  1. Los humanos somos débiles por naturaleza, esto es algo que todos sabe–mos, pero Dios no nos ha creado para que vivamos en nuestras debilidades, sino para que, con su poder, las superemos.
  2. Si una persona cae bajo el peso de sus tendencias heredadas es porque decidió cultivarlas. Lo heredado no lo podemos tirar por la borda, pero sí podemos evitar el desarrollarlo.
  3. De esta forma se puede anticipar cuál va a ser el final de una persona, por las decisiones que toma en su vida. Los fracasos o las victorias no tienen nada de fortuito. A cada uno de ellos precede una toma de decisiones que nos van definiendo.
  4. Es cierto que a veces Dios permite pruebas complejas, pero estas nunca nos apartarán de nuestro propósito de alcanzar el éxito espiritual si estamos acostumbrados a decidir correctamente.
  5. José se propuso en su corazón no ofender a Dios, en cualquiera de las situaciones en las que se encontrase. Y todos sabemos que a pesar de los grandes golpes que recibió, después de haber sido vendido por sus hermanos, nadie pudo apartarlo del amor de Dios.
  6. Dios comprende nuestras debilidades: “Porque Él sabe de qué estamos hechos. Se acuerda de que sólo somos polvo“ (Sal. 103:14). (LNBL). Pero también nos capacita para que las superemos.

II. DIOS SIEMPRE TRATA DE AYUDARNOS, PERO DEPENDE DE NOSOTROS

  1. Pero ¿es que Dios va a ayudar a todos y nos va impedir equivocarnos? No, porque somos libres y Él no puede forzar nuestra conciencia ni nuestras decisiones. Él nos dice qué debemos hacer pero nos deja libres, esto significa que si nos equivocamos deberemos cosechar las consecuencias: “Escoge, pues, la vida para que vivas, tú y tu descendencia“ (Deut. 30:19). (LBLA).
  2. Nadie podrá culpar a Dios de sus fracasos, porque Él nos quiere encaminar, orientar, ayudar, pero depende de las decisiones que tomemos nosotros. Ilustremos esto con la vida del rey Acab, uno de los reyes más polémicos y desobedientes de Israel.
  3. Los pasos que él daba son un ejemplo de cómo hundirse con seguridad y acabar perdiendo la vida eterna. Querido joven, Dios quiere ayudarte, no se complace en verte sufrir, pero no puede actuar contra tu voluntad. Primero que su Espíritu trabaje en nuestro corazón, debemos darle el permiso.

III. EL PECADO CONSCIENTE

  1. Como decía al principio, uno puede predecir qué va a pasar con una persona que elije el pecado en vez que la obediencia a Dios.
  2. Veamos el caso del rey: “31 Porque le fue ligera cosa andar en los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, y tomó por mujer a Jezabel, hija de Et-baal rey de los sidonios, y fue y sirvió a Baal, y lo adoró. 32 E hizo altar a Baal, en el templo de Baal que él edificó en Samaria. 33 Hizo también Acab una imagen de Asera, haciendo así Acab más que todos los reyes de Israel que reinaron antes que él, para provocar la ira de Jehová Dios de Israel“ (1 Rey. 16:31-33). (RVR1060).
  3. La primera evidencia de que una persona va a caer en la destrucción es cuando insiste en pecar conscientemente. Para Acab le fue ligera cosa andar en los pecados de Jeroboam, dice la Biblia. Es decir, no se tomó en serio su relación con Dios, se dejó llevar por sus impulsos carnales.
  4. Adoró y construyó altares a Baal y Asera. Se casó con una mujer pagana, llamada Jezabel, una mujer malvada la cual le influía para hacer lo malo, como el perseguir a los profetas de Dios en Israel, para destruir el culto al verdadero Dios y llegó a establecer sus propios profetas, que llevaron a los israelitas a apartarse de la fe.
  5. A la hora de contraer matrimonio, querido joven, tienes que tener muy en cuenta la voluntad divina. En primer lugar que ella o él sean de tu misma fe. El consejo divino es claro: No unirse con los que no tienen tu fe. En segundo lugar, que sea la persona adecuada para ti y esto sólo lo sabe Dios. A Él deberás orar para que te guie en esta delicada decisión. Piensa que Acab arruinó su vida al unirse a esta mujer pagana.
  6. Acab se encontraba bien, pero estaba cayendo cada vez más y el problema es que no veía la profundidad de su degeneración y la influencia negativa que ejercía en Israel. Una persona que vive en pecado encontrará todas las facilidades necesarias para sentirse cómoda porque Satanás se los proporcionará.
  7. La persona que quiere vivir en santidad, encontrará asimismo todas las facilidades necesarias para alimentar su fidelidad, porque Dios le concederá su Espíritu Santo. Nadie tiene escusa para pecar, ni su humanidad, ni su herencia, ni sus circunstancias son justificación. Acab pecó porque quería y un pecado le llevó a otro hasta que quedó ciego a nivel espiritual.

IV. NO BUSCAN SU ARREPENTIMIENTO

  1. Acab tuvo oportunidades para arrepentirse, pero no las aprovechó, se endureció en sus pecados. Veamos una de esas oportunidades que le vino de parte del profeta Elías: “Cuando Acab vio a Elías, le dijo: ¿Eres tú el que turbas a Israel? Y él respondió: Yo no he turbado a Israel, sino tú y la casa de tu padre, dejando los mandamientos de Jehová, y siguiendo a los baales“ (1 Rey. 18:17-18). (RVR1960).
  2. Todos sabemos que en el territorio de Israel había una gran sequía y el rey Acab era responsable por ello; por su culpa la nación había pecado y caído en la idolatría. Tres años estaba sin llover por la oración que hizo Elías, esto tenía el propósito de ayudar al rey a cambiar.
  3. Cuando un hombre o una mujer deciden pecar y viven en sus pecados, no es que Dios se aleja y deja de tomar interés por ellos, sino que ellos dejan de tomar interés por Dios y se olvidan de Él; pero en su amor, Dios los sigue buscando, hasta que las almas cometen el pecado contra el Espíritu Santo, que es no quererse arrepentir.
  4. “Cristo nunca abandonará al alma por la cual murió. El alma puede dejarle a él, y caer rendida por la tentación; pero nunca puede alejarse Cristo de uno a quien ha comprado con su propia vida“ (Promesas para los últimas días, 136).
  5. Cuando el rey Acab vio a Elías lo culpó, en vez de reconocer su responsa–bilidad y culpabilidad absoluta. Así actúan los hombres y mujeres que van cayendo en la destrucción: Culpan a los demás, pero no se arrepienten. Ellos siguen construyendo su vida basada en el pecado pero no son conscientes que van cayendo cada vez más.

V. ABUSAN DE LA MISERICORDIA DE DIOS

  1. Porque Dios no destruyó al rey Acab cuando empezó a pecar, abusó de su misericordia. En el Monte Carmelo se vio quién era el verdadero Dios, pero Acab no se arrepintió, su esposa siguió instigándole a pecar y él siguió abusando de la paciencia divina.
  2. Muchos, como Dios no les destruye, siguen aferrados en sus pecados y no les importa nada más. Siguen repitiendo los mismos pecados y ven que no pasa nada, pero poco a poco van cayendo sin que se den cuenta. Cuando vienen a darse cuenta ya es muy tarde.
  3. Así sucedió con el ángel caído. En su corazón surgió la maldad y trató de convencer a los ángeles a rebelarse contra el gobierno divino. Como Dios no lo destruía y le tenía paciencia, siguió endureciéndose hasta que consumó su irreversible rebelión eterna.
  4. Querido joven, que Dios ejerza su misericordia sobre cada uno de nosotros, y nos tolere muchas cosas, no significa que vamos a evitar la degeneración espiritual. Está se da cuando el alma continúa abusando de la tolerancia divina, pero el proceso degenerativo sigue verificándose hasta que nos alejamos lo suficiente de Dios para no escuchar más la voz de su Espíritu.
  5. En una batalla, que no tenía que haber ido el rey Acab, “…un hombre disparó su arco a la ventura e hirió al rey de Israel por entre las junturas de la armadura, por lo que dijo él a su cochero: Da la vuelta, y sácame del campo, pues estoy herido. Pero la batalla había arreciado aquel día, y el rey estuvo en su carro delante de los sirios, y a la tarde murió; y la sangre de la herida corría por el fondo del carro” (1 Rey. 22:34-35).
  6. Este es un fenómeno muy triste pero real. El rey Acab tuvo evidencias de que Dios deseaba su conversión y la del pueblo, como ver que llovía de un lado y daba sequía en otro. Era un llamado al arrepentimiento, pero nada de esto le conmovió. Por fin se endureció tanto que cayó en sus propias redes. Se cumplen las palabras: “Con todo, no os volvisteis a mi, dice Jehová“ (Am. 4:8). (RVR1960).

CONCLUSION

  1. Acab murió desangrado y así se cumplió la palabra de Dios dada por boca de todos sus profetas. Muchas personas hoy en día han sentido la amonestación de Dios por sus pecados, pero se niegan a arrepentirse; si Acab se hubiera arrepentido hubiese salvado su alma.
  2. Podemos anticipar lo que ocurrirá con un alma que decide apartarse de Dios deliberadamente. Pero también encontramos en la Palabra invitaciones a no morir en nuestros pecados, sino a levantarse y regresar a la casa del padre, como hizo el hijo pródigo.
  3. ¿Por qué perder la salvación eterna? ¿Hay algo tan grande y maravilloso en este mundo como estar al lado de Dios y poder vivir eternamente gozando de los deleites divinos? ¿Por qué seguir alejados de Dios sintiendo el frío gélido de la indiferencia espiritual? ¿Por qué buscar la perdición cuando podemos hoy mismo decirle a nuestro Padre: “He pecado contra el cielo y contra ti“?
  4. Recuerda, querido joven, que el padre de la parábola, salió al encuentro de su hijo cubierto de harapos, suciedad y mal olor y lo abrazó y lo beso… Dios no ha escatimado nada para manifestarnos su amor y la prueba de ello la tenemos en el Calvario. ¿No le amaremos por ello? Decidamos que sí. Es mi deseo y oración. Amén.

© José Vicente Giner