Esperar en Dios

Julio 2021

Mis querido jóvenes:

¿Qué característica principal tienen un hombre o una mujer que creen y aman a Dios y realizan grandes gestas en su vida? La confianza genuina, profunda e inamovible que han depositado en su Creador porque esto les lleva a esperar en Él. Precisamente Salomón nos insta a desarrollar esta actitud cuando nos dice: “Confía plenamente en el Señor (Prov. 3:5). (BLP). La pregunta inmediata que me viene a la mente es: ¿Será que mi confianza en Dios es firme e inamovible? ¿Qué grado de confianza en Dios tenemos cada uno de nosotros? ¿Esperamos siempre en Dios?

Reconocer las bendiciones divinas

Los antiguos hombres de fe reconocían las bendiciones de Dios, así como su amor y benevolencia, ofreciendo dones y sacrificios. Para ellos era de suma importancia desarrollar su confianza en Dios y estar en comunión estrecha con su Hacedor, así era como mostraban con su forma de vivir que todo su existir estaba impregnado de ese aroma a eternidad. Esto les permitía realizar grandes gestas.

David luchó contra el gigante Goliat y lo abatió a pesar de que este soldado filisteo era en muchos sentidos superior al joven pastor. David esperaba en Dios, Goliat no. Los primeros cristianos ofrendaron sus vidas en los circos romanos por no querer depositar unas pocas cenizas a los pies de aquellas estatuas que representaban ídolos. Murieron con honor y dignidad esperando en que Dios un día les resucitaría, sus verdugos no sabrán jamás que es la vida eterna. Daniel y sus compañeros decidieron echar su suerte con el Dios de Israel antes que desobe–decer a sus mandamientos, no obstante que pesaban terribles sentencias de muerte sobre sus cabezas. Por experiencia personal sabían qué era esperar en Dios y así pudieron librar sus vidas del horno de fuego y en el pozo de los leones.

Cuando un hombre o una mujer colocaban toda su confianza en el Señor, veían abrirse el mar o caer muros altos y fuertes como lo vieron los israelitas. Otros, como la viuda de Sarepta, contemplaron absortos como se multiplicaba la harina y el aceite en sus tinajas vacías o como los muertos eran resucitados por la palabra autoritatiba de Jesús. Naamán curó de su lepra porque confió en la promesa del profeta, los comensales de las bodas de Canaán probaron un mosto extraordinario que multiplicó Jesús porque hicieron lo que él les dijo. El rey Ezequías vivió quince años más no obstante que sufría de una enfermedad incurable porque clamó al dueño de la vida. Por lo mismo el paralítico anduvo, el ciego recuperó la vista y la mujer con flujo sanó. Esteban vio los cielos abiertos y contempló la gloria de Dios. La inquebrantable fe de aquellos hombres les permitió conquistar reinos y vencer a sus enemigos sin luchar como el caso de las tropas del rey Ezequías que vencieron a los asirios por la intervención milagrosa de un ángel.

Creer y esperar en Aquel que nos ha creado, devuelve la esperanza a los pecadores, como la mujer del pozo de Jacob o María Magdalena que fue liberada de los diablos que la dominaban. Mardoqueo y Esther se gozaron cuando Dios obró a favor del pueblo judío y pudieron salvar sus vidas no obstante que pesaba sobre ellos un terrible edicto de exterminación. Sus vidas estaban impregnadas del agradable aroma de la confianza divina. ¿Es así en nuestro caso?

Recuperar la confianza

Esperar en Dios es un ejercicio humano pero alentado por la inspiración del Espíritu Santo. Quien no aprende a esperar en Dios, tendrá que sufrir grandes chascos y desilusiones, amarguras y dolor. No es que aquellos que esperamos en el Señor de todo corazón no vamos a recibir golpes. Sí, como Job tendremos aflicciones, como Jesús podremos sufrir el oprobio, el desprecio, la angustia mental y aún la muerte, pero estas sacudidas que tienden a desgarrar el corazón, no lograrán quitarnos nuestra esperanza en Dios. Serán dulcificadas nuestras amarguras y recibiremos el poder necesario, como se nos ha prometido (1 Cor. 10:13) para enfrentar lo que venga y adoptar la posición espiritual correcta.

A la hora de escribir esta carta pastoral, he recibido la noticia de que un hermano pastor muy querido del África con el que tuve el privilegio de encontrarme muchas veces, ha fallecido por el Covid-19. Parece que el hermano entró en el hospital por su propio pie y nada presagiaba un desenlace semejante. Pero así es la vida. Estamos orando por otros hermanos queridos que están luchando entre la vida y la muerte. Acabo de telefonear a un conocido que perdió su papá y no hace mucho telefoneé a un hermano pastor que perdió a su hermana y hermano por el virus mencionado. No eran personas mayores, sin embargo, les tocó el momento. ¿Quién puede garantizar un segundo de vida? Nadie, sólo el Autor de la vida puede alargar nuestra existencia o acortarla, a Él le corresponde decidir. Por eso debemos ejercitarnos en esperar en Dios. Decir: “Cuando Él quiere y como Él quiera“. Sé que no es fácil practicar esto cuando uno esta en una cama del hospital viendo como se apaga su vida.

Nadie desea morirse, al menos no es esto lo normal. Todos queremos perpetuarnos en esta vida, ser felices. Nadie desea sufrir, enfrentar dificultades y problemas. No hemos sido creados para pelear y pasar la vida en una constante batalla. No poseemos recursos naturales para esto. Somos débiles e incapaces de cambiar nuestro carácter por nosotros mismos. Necesitamos a Dios, la gracia de Cristo en nuestros corazones, para poder decir como Job dijo: Yo sé que mi Redentor vive“ (Job 19:25). (RVR1960). ¿Qué valioso recurso espiritual poseía este patriarca? Su firme confianza en Dios, sabía esperar en Dios y de Dios.

El apóstol Pablo tenía la misma línea de actuación que Job por eso pudo expresar la siguiente sentencia: Yo sé en quién he puesto mi confianza y estoy seguro de que él tiene poder para guardar hasta aquel día lo que me ha encomendado“ (2 Tim. 1:12). (DHH). ¡Qué esperanzadoras palabras! Pablo había decidido confiar en Dios y tenía plena certeza que su decisión iba a guardarle feliz, preservarlo de la obra destructora y desgastante del diablo hasta que el Señor decidiera llevárselo. ¿No es esta la actitud que debiéramos adoptar todos los que amamos a Dios?

Conclusión

Queridos jóvenes os invito a esperar en Dios. Significa que debéis colocar vuestras vidas completamente en sus manos y dejar que Él las dirija. Dejaos llevar por Dios, Él sabe qué más os conviene, conoce perfectamente vuestros corazones y sabe cómo actuar para haceros felices y completos en Él. ¿Le dejaréis? Dios os bendiga, es mi deseo y oración. Amén.

José Vicente Giner

Pastor y director del Departamento de Jóvenes
de la Asociación General

Para la reflexión:

  1. ¿Qué significa esperar en Dios?
  2. ¿Por qué la gente espera en Dios cuando le va mal y no al contrario?
  3. ¿Qué les llevó a los grandes hombres y mujeres de la Biblia a esperar en Dios?
  4. ¿Cómo podemos aprender a esperar en Dios?

Versiones bíblicas usadas:

BLP La Palabra.

DHH Dios Habla Hoy.

RVR1960 Reina Valera de 1960.