Cuando Dios Actúa
Mensaje de Septiembre 2019
Mis queridos jóvenes:
Os saludo en el nombre del Señor Jesucristo y pido que sus bendiciones, amor y dirección sean sobre vosotros en abundancia.
Una cuestión de Fe
En este mes abordaremos un tema que afecta a todo cristiano, diría a todo humano. Nos basaremos en Marcos 10:27, “Para los hombres es imposible —aclaró Jesús, mirándolos fijamente—, pero no para Dios; de hecho, para Dios todo es posible“ (NVI).
Siempre ha sido un asunto controvertido el tema de los milagros, especialmente cuando lo aborda la ciencia. Desde que el mundo científico eclosionara de forma extraordinaria a partir del siglo XIX, parece que todo lo que no lleva su sello es falso o se debe tomar con escepticismo. Y al contrario, todo lo que la ciencia refrenda y apoya, parece que es “palabra de Dios“ y todos estamos obligados a creerlo. Esto ha afectado al mundo religioso de manera significativa, ya que muchos han dejado de creer en el relato bíblico sólo por el hecho de que la ciencia no está de acuerdo.
Los científicos no pueden creer que Dios hiciera el universo y menos la Tierra en seis días, y se las han ingeniado para desplazarlo como Ente creador; a cambio han inventado teorías absurdas difíciles de creer pero que el mundo lego acepta sin demasiada dificultad. Cualquier milagro que aparece en las Sagradas Escrituras, se lo critica y analiza con lupa, para terminar rechazándolo como hecho real. Es imposible que los muertos resuciten; que un mar se divida en dos; que un río detenga su curso; que un muro caiga por el mero hecho de tocar unas trompetas y gritar; que de unos cinco panes y dos peces se alimentara a cinco mil hombres; que el agua se convierta en vino y que el aceite y la harina se multipliquen en las vasijas sin más, sólo por la palabra de un profeta. Todo esto no es normal, no es lógico y va contra las leyes de la física y la biología. Y así se trata de cerrar el discurso y se deja a la gente sin Dios y sin esperanza.
Jesús realizó muchos milagros mientras estuvo en esta tierra, sin embargo no todos creyeron en Él. Era evidente su mesianismo pero prefirieron aceptar las críticas, censuras e incredulidad de los sacerdotes. Pablo afirma en base a esto: “Tened cuidado, hermanos, no sea que en alguno de vosotros haya un corazón malo de incredulidad, para apartarse del Dios vivo“ (Heb. 3:12). (LBLA). Imagínate, querido joven, si aquellas personas que pudieron ver con sus propios ojos milagros extraordinarios, como la resurrección de Lázaro, y no obstante decidieron cerrar su corazón a la luz del cielo, ¿qué será de nosotros que estamos a dos mil años de distancia de aquellos portentos?
Los milagros no son para discutirlos y analizarlos humanamente hablando, no se pueden colocar bajo la lente de un microscopio; no se pueden diseccionar, no; se verificaron y aun se verifican hoy, para que los aceptemos por fe, nos gocemos en el poder de Dios y confiemos que nuestro Señor puede realizarlos hoy también en nuestra vida.
Dios siempre actúa
Tomemos el caso del profeta Jonás. Él fue comisionado por Dios para ir a predicar a Nínive, una ciudad corrompida y de gente agresiva. La tarea no era fácil, lo entendemos; pero el profeta no debía haberse negado, ya que contaba con el favor de Dios y “…si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?“ (Rom. 8:31). (RVR1960). “Jonás“ en hebreo, significa “paloma“; él debía ser para los ninivitas un mensajero de la justicia y de la paz. Todos, en algún momento de nuestra vida, vamos a tener que pasar por situaciones difíciles y en algunos casos muy complejas. Pero el Señor está con nosotros y Él ha prometido ayudarnos. Veamos cómo lo hizo en la vida de Jonás.
Jonás estaba desobedeciendo a Dios y por eso tomó un barco que lo alejara de su deber; pero en esta situación “Dios levantó un gran viento en el mar“ (Jon. 1:4). A veces se levantan grandes vientos en el mar de nuestra vida; puede ser que Dios lo esté provocando para lograr su objetivo de salvarnos de nuestro egoísmo, o de nuestra desobediencia, o de nuestra apatía espiritual. Dios domina los elementos de la naturaleza y están bajo su control. Recorde–mos que Jesús clamó a los vientos y estos se calmaron. Los marineros echaron a Jonás en el agua pero una vez más se manifestó el poder de Dios, porque tenía preparado un gran pez. ¿Existía el pez y Dios lo usó? ¿Lo creó Dios para esta ocasión? No sé, pero todo es posible. La cuestión es que se realizó el milagro y este pez tragó al profeta (Jon. 1:17). Esto no es normal, es un milagro que un humano permaneciera en el vientre de este gran animal marino y que estuviera allí vivo durante tres días. Al final el pez vomitó a Jonás en la costa (Jon. 2:10) y caminando por varios días llegó a Nínive donde cumplió con su deber de predicarles y le escucharon.
Después del arrepentimiento de los ninivitas, Jonás vuelve a experimen–tar al poder de Dios en su vida. Dios crea una calabacera para que le haga sombra al profeta y después crea un gusano que la come y se marchita (Jon. 4:6-7). ¿No es esto un gran prodigio? Con toda la ciencia y la tecnología que poseemos los humanos y nadie, nadie es capaz de hacer esto, ni siquiera una simple naranja. Dios quería darle una lección al profeta que nunca olvidaría. Él estaba malhumorado porque nada había ocurrido con los ninivitas. Pasó su tiempo predicándoles, advirtiéndoles de la justicia divina, para que al fin nada ocurriese; pero es que se arrepintieron.
Los juicios de Dios pueden ser modificados según la conducta que adopte la gente. El asunto de la calabacera encerraba una lección importante para Jonás. Este se enfadó porque la calabacera ya no le proporcionaba más sombra, su muerte le afectó y sin embargo no estaba pensando en lo más mínimo en los miles y miles de ninivitas que Dios quería salvar. Los juicios divinos habrían caído sobre ellos si no se hubieran arrepentido; pero gracias a la acción del Espíritu Santo y al instrumento elegido por Dios, es decir Jonás, aquellas personas tuvieron la oportunidad de conocer al Dios verdadero y rectificar su actitud perversa.
Conclusión
Los milagros de Dios fueron numerosos en la historia de Jonás. Creó una tempestad en el mar, creó un pez grande que tragó al profeta, creó una calabacera que le protegió del sol, creó un gusano que marchitó la calabacera. Todos estos milagros fueron reales y Jonás los pudo experimentar. Sin embargo el profeta no manifestó una profunda gratitud a Dios.
Hoy tal vez no veamos estos extraordinarios milagros en nuestro medio, pero no cabe duda que Dios sigue actuando y manifestando su poder, aunque no lo percibamos de forma tan evidente. Puede ser que Él decida hacer algo portentoso durante nuestra vida; puede ser que seamos elegidos para hacernos acreedores de ver o experimentar algún milagro divino. Pero, sea o no sea, el mayor milagro ya lo hemos vivido: Hemos sido rescatados por la sangre preciosa de Jesús y a Él le debemos toda la gloria y la honra. Una cosa es segura que Dios siempre actúa a nuestro favor aunque no lo veamos tan claro como Jonás. Que Dios sea con cada uno de nosotros. Amén.
José Vicente Giner
Pastor y director del Departamento de Jóvenes
de la Asociación General
Para la reflexión:
- ¿Qué es un milagro?
- ¿Por qué no es fácil creer en los milagros?
- ¿Existen hoy los milagros? Comenta esta pregunta
- ¿Cuál es el más grande milagro que presenta la Biblia según tu parecer?
Abreviaturas de versión bíblicas
LBLA La Biblia de las Américas
NTV Nueva Traducción Viviente
RVR1960 Reina-Valera 1960