El arte de amergarse la vida
Junio 2021
Mis querido jóvenes:
“El muro siempre cae hacia el lado que se inclina“ y esto también tiene aplicación en la vida espiritual. El muro de la naturaleza humana se inclina hacia el mal. Todos los humanos tendemos al mal.
Tendencia natural
Jeremías dice: “Nada hay tan engañoso y perverso como el corazón humano. ¿Quién es capaz de comprenderlo?“ (Jer. 17:9). (DHH). Pablo expresa el mismo pensamiento: “No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno“ (Rom. 3:10-12). (RVR1960). Así nacemos, así somos. Nadie nace bueno y el medio lo corrompe, esta teoría no es correcta. Nacemos con una carga genética que se irá desarrollando. La primera tendencia negativa nos viene dada por la ley de la herencia de los padres, esto se llama “naturaleza heredada“ y la segunda carga negativa es la que desarrollamos nosotros: “Tendencias adquiridas“. No es de extrañar que los humanos mostremos los frutos de la carne que presenta Pablo en el libro de Gálatas: Infidelidad, impureza, vicios, malos pensamientos, idolatría, espiritismo, odio, peleas, celos, enojo, egoísmo, discusiones, divisiones, envidia, etc. (Gál. 5:19-21).
Este es un cuadro clínico que presenta nuestra condición humana sin importar el estado social, nuestro origen, raza, sexo, etc. Todos somos iguales.
La tenencia a autolacerarnos
Con esta condición, cada persona muestra rasgos negativos en su carácter que depender de la educación recibida, la clase de padres, el medio donde crecie–ron y lo que el individuo cultivó. Existe una tendencia que cada vez es más gene–ralizada entre los humanos: La de amargarse la vida uno mismo. “Muchos miran las cosas desde un lado oscuro; magnifican supuestos agravios, alimentan su ira, y se llenan de sentimientos de venganza y odio, cuando en verdad no hay una causa real para esos sentimientos“ (Mente, Carácter y Personalidad, Tomo 2, 535).
“La evidencia científica actual que indica que cualquier trastorno denominado físico u orgánico suele implicar igualmente, y a distintos niveles, alteraciones psico–lógicas, y viceversa (Oblitas & Becoña, 2000). Entre estos factores psicológicos se encuentran el miedo, la tristeza y la ira como reacciones emocionales negativas, y sus diferentes formas clínicas: la ansiedad, la depresión y la ira persistente“ (Varios autores. Emociones Negativas y su Impacto en la Salud Mental y Física. Suma Psicológica, Vol. 16. Número 2. Diciembre 2009. Págs. 85-112).
“Una de las reacciones emocionales más investigada es sin duda la de la ansiedad, como estado emocional asociado a múltiples trastornos, especialmente los psicofisiológicos“ (Idem). En realidad ¿qué es la amargura? Veamos una defini–ción: “Sentimiento duradero de frustración, resentimiento o tristeza, especialmente por haber sufrido una desilusión o una injusticia“.
Podemos hacer una gran lista de hábitos que adoptamos los humanos que nos amargan la vida.
La ansiedad por el futuro
El primero es la ansiedad por el futuro. En general nos preocupamos de lo que ocurrirá mañana: Si tendremos trabajo, si tendremos salud, si todo funcionará normal en nuestra sociedad, si habrá dinero para jubilarnos, si estallará una guerra, si tendremos recursos para alimentar a nuestra familia, etc. Jesús nos dice: “Así que no se preocupen, preguntándose: “¿Qué vamos a comer?” o “¿Qué vamos a beber?” o “¿Con qué vamos a vestirnos?” Todas estas cosas son las que preocupan a los paganos, pero ustedes tienen un Padre celestial que ya sabe que las necesitan“ (Mat. 6:31-32). (DHH).
El miedo a los hombres
Otro factor de amargura muy poderoso es lo que nos pueden hacer los hombres. Que nos roben, que nos manipulen, que nos controlen, que nos priven de libertad, que nos critiquen, que nos persigan, que nos odien, etc. Vivir en un estado de tensión emocional constante por temor a lo que nos pueda ocurrir es algo muy negativo para nuestra salud del cuerpo y del alma porque demostramos que no confiamos en Dios. Jesús dice. “Así que podemos decir con confianza: «El Se–ñor es mi ayuda; no temeré. ¿Qué me puede hacer el hombre?»“ (Heb. 13:6). (DHH). Esto no significa que vamos a ser descuidados y que no vamos a tomar medidas para cuidarnos o protegernos. Los antiguos hebreos construyeron un muro grande para proteger la ciudad de Jerusalén. Pero una vez hecho lo que conside–ramos lógico y apropiado para cuidarnos, debemos dejarlo todo en manos de Dios y no vivir angustiándonos o amargándonos. Cuando hay agravios personales, la causa hay que dejarla al Señor, Él conoce todo y sabe cómo solucionar cada problema. La oración será nuestro mejor recurso cuando nos ofenden.
El miedo al que dirán
A los humanos nos importa mucho el qué dirán y por eso tendemos a ocultar nuestra fe porque contraste grandemente con la opinión que tiene la gente. No es que vamos a ir con un altoparlante publicando nuestra fe por la calle, hay situacio–nes y momentos adecuados para esto, sino que debemos ser prudentes y cuando Dios nos de la oportunidad expresamos nuestra fe, sin temor a la opinión de la gente.
Seamos auténticos. Muchos se mezclan con los demás porque no quieren ser criticados o rechazados y esto les lleva muchas veces a dejar su fe. Este fue el caso del apóstol Pedro: “Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede“ (Mat. 5:37). (RVR1960).
Miedo a que se destruya el planeta
Otra amargura para mucha gente es el miedo a que nuestro planeta sea destruido y ya no podamos vivir en él. Esto ocurrirá pero cuando venga Cristo, hasta esos momentos estaremos aquí y Dios guardará este mundo de la destruc–ción. La promesa bíblica es para nosotros y no debemos amargarnos. Hagamos de nuestra parte lo mejor. El hecho de que no comemos carne, ya es un avance extra–ordinario porque no contribuimos a la industria de los mataderos que tanto conta–minan. “Mientras la tierra permanezca, la siembra y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche, nunca cesarán“ (Gén. 8:22). (LBLA).
Viviendo en Cristo
“La amargura y animosidad deben ser desterradas del alma si queremos es–tar en armonía con el cielo“ (Deseado de Todas las Gentes, 277). “Quítense de vo–sotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia“ (Efes. 4:31). Quitar la amargura, como se quita la basura de nuestra casa para que no nos enferme. Debemos trabajar en nuestro carácter para eliminar la amargura, que nace en un corazón ansioso que no confía en Dios. Porque la amargura albergada en el alma deteriora la fe. No merece la pena amargarse, porque este es un sentimiento que nos aleja de Dios, no nos deja ser felices y proyecta hacia los demás sombras y dolor. La solución está en Cristo, el único que puede morar en el alma humana a través del Espíritu Santo y allí donde vive Jesús hay libertad (2 Cor. 3:17).
Conclusión
Que el Señor nos ayude a basar nuestra fe en Cristo y todo lo que Él es. Cristo es el único que puede quemar la escoria de la amargura para que en su lugar broten las flores de la paz y la seguridad. Ese es mi deseo y oración en el nombre del Señor. Que Dios os bendiga. Amén.
José Vicente Giner
Pastor y director del Departamento de Jóvenes
de la Asociación General
Para la reflexión:
- ¿Qué significa autolacerarse?
- ¿Qué entiendes por miedo al futuro?
- ¿Qué entiendes por miedo a lo hombres?
- ¿Qué es vivir en Cristo?
Versiones bíblicas usadas:
DHH Dios Habla Hoy.
LBLA La Biblia de las Américas.
RVR1960 Reina Valera de 1960.