SEMILLEROS DE ESPERANZA

40. EJEMPLO OS HE DADO

Objetivos:

  1. Entender que la humildad es una virtud cristiana escasa en nuestros días.
  2. Ser conscientes que la humildad es un atributo que mostró Cristo en su vida.
  3. Aspirar a reproducir esa misma humildad en nuestra vida, con la ayuda del Espíritu Santo.
  4. Saber que la falta de humildad nos aleja de Cristo, nuestro modelo perfecto.

Introd.

  1. Una de las virtudes o atributos más importantes que debiera manifestar en su carácter una persona es la humildad.
  2. La humildad es la capacidad de saber reconocer y aceptar las propias limitaciones, así como estar a la altura de aquellos que nos rodean, no manifestando espíritu de superioridad ni de inferioridad. El humilde no tiene por qué tener una baja autoestima, puede reconocer perfectamente sus habilidades, pero no hacer depender su felicidad de ello o airearlas a los cuatro vientos para sentirse importante o mejor que los otros.
  3. Una persona humilde será igual con todos, no obstante, sean ricos o pobres, inteligentes o no, de buena procedencia social, titulados, profesionales o humildes. Imaginemos que la persona es un gran doctor cirujano, cuando trate con la gente no les hará sentir que él tiene un alto nivel, posición social o formación, con sus miradas, palabras, actitudes.

I. UNA VIRTUD PASADA DE MODA

  1. El problema de la humildad es que no está de moda en nuestras sociedades modernas, porque se confunde la humildad con la debilidad, la falta de carácter, como si la persona no estuviera motivada a superarse y a alcanzar alturas mayores en su vida, como si viviera instalada en el temor.
  2. Pero esto es un error. Entendemos que en un mundo donde todo está orientado a la autopromoción constante, nadie o pocos apuntan a la humildad como factor de éxito y de crecimiento personal.
  3. Los medios de comunicación, como las redes sociales, han marcado un camino por donde la mayoría transita, y es el de presentarse como personas importantes, a fin de lograr numerosos seguidores. Eso lleva a muchos a fingir en sus perfiles, a desvirtuar la realidad que viven para presentarse como seres especiales, con cualidades y experiencia que no poseen, pero lo que importa es que el ego resplandezca como el sol.
  4. Eso lleva a ensalzar a muchos que no han hecho nada especial en la vida pero que como tienen millones de likes por cualquier cosa que se inventan, pueden ganar dinero y vivir de ello.

II. LA HUMILDAD ATRACE LA GRACIA DE CRISTO

  1. El problema de lo que venimos hablando es cuando este asunto afecta a los cristianos, porque de todas las personas del mundo, los que profesamos seguir a Cristo, deberíamos reflejar la virtud de la humildad en nuestra vida de forma notable y sin embargo a veces es al contrario. Se fomenta la soberbia, el orgullo, la vanidad, el egoísmo.
  2. De hecho, la Biblia nos presenta la opinión de Dios sobre este tema: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes“ (Stg. 4:6). (RVR1960).
  3. Como seres pecadores, estamos perdidos en este mundo sin la gracia de Cristo. ¿Qué sería de nosotros sin el perdón de Dios en Cristo? Pero ese perdón Dios lo ofrece al pecador que se humilla delante de su presencia. La humillación sincera y profunda, provoca que la gracia de Cristo se conceda al penitente. ¿Y qué es la gracia?
  4. En el Nuevo Testamento la palabra “gracia“ proviene del griego charis, que significa “favor, bendición, bondad, don inmerecido“. Como humanos podemos manifestar nuestra gracia hacia los demás, pero la gracia que estamos analizando es la que Dios nos manifiesta a nosotros.
  5. Dios decide, en su gracia obtenida por Cristo, bendecirnos en lugar de maldecirnos, perdonarnos en lugar de condenarnos, borrar nuestros pecados, en vez de tenerlos presentes. En su gracia, Dios nos salva en vez de dejar que nos perdamos eternamente (Efes. 2:8), a pesar que no lo merecemos.
  6. En su gracia, Dios nos levanta en vez de dejarnos caídos para siempre. Ha sido Cristo que, al morir en el Calvario, sin haber cometido ni un solo pecado, ha obtenido el derecho de otorgar su gracia a todo aquel que acuda a Él contrito de corazón; sus méritos se aplican al penitente.
  7. ¡Qué ventajas tan grandes nos otorga el recibir la gracia de Cristo! A través de su gracia nuestra vida pecaminosa va cambiando hasta transformarse en la vida de Cristo (2 Cor. 5:17). Pero todo ello es como consecuencia de manifestar la humildad de Cristo en nuestras vidas, porque si somos orgullosos, soberbios, vanidosos, etc., Dios nos resiste.

III. LA HUMILDAD DEL SEÑOR JESUCRISTO

  1. Es tan importante el tema de la humildad que Jesús vivió para enseñarnos esta lección. Lo primero que vemos en Cristo, como rasgo supremo de humildad, es que Él, siendo el rey del cielo, compartiendo la misma adoración y gloria con su Padre y el Espíritu Santo; siendo Dios y habiendo creado los cielos y la tierra en la que vivimos, se humilló y se hizo un feto que se desarrolló en el vientre de María, una mortal como tú y como yo.
  2. Y después de nueve meses, como cualquier humano, nació siendo un niño vulnerable, de hecho, Satanás lo quiso destruir. Jesús hubiera podido escoger un lugar real para nacer, porque era el Dueño de toda la plata y el oro, pero escogió un lugar humilde en Belén, más que un hogar era un establo y los representantes de la fe no estuvieron allí para darle la bienvenida, no recibió honor ninguno de parte de los que predicaban la venida del Mesías.
  3. Siendo la fuente de la sabiduría, se sometió a un proceso de aprendizaje a los pies de su madre María y como cualquier otro niño tuvo que aprender a hablar, a caminar, a comer.
  4. Desde niño hasta la edad en la que comenzó su ministerio público, se sometió a sus padres y permaneció humilde trabajando en un hogar humilde como ayudante de su padre carpintero, una profesión humilde.
  5. Y cuando empezó su ministerio de predicación se mantuvo humilde presentando las verdades eternas del Evangelio con tal sencillez que podían todos entenderlo. Hubiera podido desvelar secretos científicos que se anticiparan dos mil años a su descubrimiento, desplegar toda su sabiduría divina que hubiera dejado sorprendida a la gente de grandes conocimientos. Pero no lo hizo. Se mantuvo humilde.
  6. “El Hijo de Dios se humilló para convertirse en el siervo del Señor. Se sometió a la bajeza y al sacrificio, incluso a la muerte, para dar libertad y vida, y un lugar en su reino a los que creyeran en él. Dio su vida en rescate por muchos. Esto debiera bastar para que se avergonzaran de su conducta todos los que continuamente están tratando de ocupar el primer lugar y luchan siempre por la supremacía“ (Cada Día con Dios, 354).
  7. Y por último, antes de morir, dejó un monumento de humildad a todos sus seguidores: El rito del lavado de los pies y la Santa Cena. Llegado el momento de celebrar la Pascua, Jesús instituyó en su lugar la Santa Cena y el lavatorio de pies. Estos ritos debían celebrarse a partir de esos momentos por siempre como recordatorios de la muerte del Señor Jesús, pero también de su humildad.
  8. Cuando llegó la hora de enseñarles a sus discípulos a humillarse unos ante otros, esperó que ellos se levaran los pies, pero como nadie lo hacía, el Dios del universo, que se había encarnado, se humilló ante ellos y tomando lebrillo con agua y toalla, comenzó a lavarles los pies. Esto fue como un shock para sus discípulos, porque nadie estaba dispuesto a humillarse ante el otro. Todos tenían un alto concepto de sí mismos, su “yo“ estaba entronizado en sus corazones. Debían aprender y Cristo les dejó ejemplo.
  9. Por eso dijo: “Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.  De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió. Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis“ (Jn. 13:15-17). (RVR1960).
  10. “Cristo dio a sus discípulos una lección sumamente importante con respecto a cómo debían ser. “En el reino que estableceré -les dijo-, la lucha por la supremacía no tendrá cabida alguna. Todos ustedes son hermanos. Todos mis siervos serán iguales. La única grandeza que se reconocerá será la de la humildad y la devoción en el servicio de los demás. El que se humille será ensalzado, y el que se ensalce será humillado. El que trate de servir a los demás mediante la abnegación y el sacrificio, recibirá los atributos de carácter que lo recomendarán ante mi Padre, y desarrollará sabiduría, verdadera paciencia, tolerancia, bondad y compasión. Esto le dará el primer lugar en el reino de Dios” (Cada Día con Dios, 354).

Conclusión

  1. Vemos que en todo lo que hacía nuestro amado Salvador había una gran dosis de humildad. Podía ensalzarse a sí mismo, requerir servicio y sumisión absoluto de aquellos que le seguían, pero en vez de ello, mostró su amor y benevolencia hacia todos.
  2. Él nos invita a contemplar su vida y obra y nos dice: “Acepten el yugo que les pongo, y aprendan de mí, que soy paciente y de corazón humilde; así encontrarán descanso“ (Mat. 11:29). (DHH).
  3. Os invito, queridos jóvenes, a imitar la humildad de Cristo, porque quien se humilla Dios lo ensalza. Que el Señor os bendiga ricamente. Amén.

© José Vicente Giner