SEMILLERO DE ESPERANZA
LEVANTANDO VUELO COMO LAS ÁGUILAS
(Is. 40:31. Basado en el Deseado de Todas las Gentes)
Objetivos:
- Repasar la historia de la pasión y muerte del Señor Jesús.
- Meditar en sus sufrimientos indecibles aceptados por amor.
- Llegar a ser conscientes de lo que hizo el Señor por cada uno de nosotros.
- Saber que tenemos a nuestra disposición sus méritos divinos.
- Ser instados a apropiarnos de ellos para llegar a ser como las águilas.
Introd
- La noche era clara, con luna llena y cielo sin nubes. Jesús había instruido a los discípulos pacientemente; pero ahora, al acercarse al Getsemaní con ellos, se sumió en un profundo silencio. Muchas veces había estado en este lugar para orar y reflexionar, pero ahora le embargaba una tristeza especial.
- Le pidió a sus discípulos que se sentasen y orasen mientras él se retiraba en otro lugar para orar también. Pidió a Pedro a Juan y a su hermano que le acompañaran.
- Jesús estaba experimentando una angustia sobremanera grande y les dijo: “Mi alma está muy triste, hasta la muerte” (Mt. 26:38). (RVR1960). “Dejaba oír gemidos como si le agobiase una terrible carta” (El Deseado de Todas las Gentes, 637).
- ¿Por qué? Como hombre debía sufrir las consecuencias del pecado del hombre; debía experimentar la ira de Dios descargándose en Él como consecuencia de la transgresión. Juan el Bautista había dicho: “!Miren, ése es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!“ (Jn. 1:29). (DHH), y ahora había llegado el momento de que los símbolos del Antiguo Testamento se hicieran realidad.
I. LA PRUEBA DE CRISTO
- ¿Puedes imaginarte la tristeza y angustia que estaba experimentando el Señor Jesús para librarnos a ti y a mi, y a todos los humanos, de la muerte eterna? Jesús sentía rota su unidad con el Padre. Tenía miedo de que su naturaleza humana no pudiese soportar el venidero conflicto con las potestades de las tinieblas.
- Cuando fue tentado por el diablo en el desierto, después de cuarenta días de ayuno estricto, había vencido completamente en esa ocasión. La raza humana estuvo en juego pero Jesús venció. Mas al adentrarse Jesús en el Getsemaní, el diablo vino con redoblados esfuerzos para hacer caer a Jesús.
- Su plan ahora era más perfecto, se había preparado durante los tres años del ministerio de Cristo para lidiar la última y más terrible batalla. Jesús tenía que demostrar que Adán, en su estado de perfección, no tenía por qué haber caído, que la Ley de Dios es justa y que el Señor no le exigió nada a Adán que éste no hubiese podido cumplir.
- “Cristo vino a la tierra tomando la humanidad y presentándose como representante del hombre para mostrar que, en el conflicto con Satanás, el hombre tal como Dios lo creó, unido con el Padre y el Hijo, podía obedecer todos los requerimientos divinos” (Mensajes Selectos, Tomo 1, 297).
- Satanás había estudiado a Cristo, a sus discípulos, a las autoridades romanas, a las autoridades religiosas, al pueblo judío… Tenía un plan maléfico para derrotar al Señor. Si lograba hacerle violar un solo punto de la Ley de Dios, si lograba hacerle dudar de su misión mesiánica, si lograba inducirle a utilizar su poder divino para librarse de la prueba final, entonces la raza humana pasaría a estar eternamente bajo su poder y Cristo se perdería.
- Pero si no lo lograba, si fracasaba, entonces los reinos del mundo pasarían a las manos de Cristo y Satanás terminaría cargando sobre él los pecados de aquellos que se arrepintiesen y la retribución final de destrucción.
- No había tiempo que perder. Satanás le susurraba a Cristo al oído: “El pueblo que has venido a salvar te ha rechazado; un discípulo tuyo te va a entregar; otro en el que tú confías, te va a negar y los otros te van a abandonar”. ¡Qué terrible era para Cristo esta hora! Vivía en su propia carne una gran paradoja: La gente que había venido a salvar, lo consideraban impostor. Aquellos a quienes había venido a brindar su amor lo odiaban con todo su ser. Esto era como una punzada a su alma.
- Los pecados de todos los seres humanos de todos los tiempos, aún los tuyos y los míos, descansaban con todo su peso sobre Él y el sentimiento de la ira de Dios contra el pecado abrumaba su vida.
- Tres veces elevó una oración al cielo: “Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa” (Mt. 26:39). ¿Te puedes imaginar el sufrimiento profundo y punzante de Jesús? Nunca existió un ser humano que sufriera tanto como nuestro amado Salvador y todo por amor.
II. LA VICTORIA DE CRISTO EN GETSEMANÍ
- Querido joven, escucha su oración: “Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú quieras” (Mt. 26:39). (LBLA). La parte más compleja, en la experiencia de la vida de fe, es aprender a hacer la voluntad de Dios y no la nuestra. Por naturaleza estamos acostumbrados, tendemos, a hacer lo que nos gusta, aquello que nos satisface y la mayoría de veces está en pugna con la voluntad de Dios.
- La humanidad de Cristo tambaleaba, pero se aferró al Padre. En la hora más crítica de su vida se abandonó de forma absoluta en los brazos de Dios. Buscó consuelo en sus discípulos, pero estaban dormidos. La única alternativa que le quedaba era seguir confiando plenamente en su Padre. Su agonía fue creciendo hasta convertirse en agonía sobrehumana, “oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra” (Lc. 22:44). (RVR1960).
- El dolor psíquico le provocó la rotura de los finos capilares de la frente hasta sudar grandes gotas de sangre. No obstante se mantuvo firme. En esta situación le apareció un ángel del cielo para consolarle y fortalecerle (Lc. 22-44). No se le apareció para evitarle la prueba sino para ayudarle a pasarla. Hasta aquí Jesús no pecó y el diablo fue derrotado una vez más.
III. LA VICTORIA DE CRISTO EN EL CALVARIO
- “Jesús había soportado lo que ningún ser humano hubiera podido soportar, porque había gustado los sufrimientos de la muerte por todos los hombres” (El Deseado de Todas las Gentes, 643).
- La noche está avanzada y de pronto se escucharon pasos presurosos y voces toscas, era un grupo de gente que venían para detener a Jesús. Lo llevaron cual vil criminal ante las autoridades civiles y religiosas y después de un proceso judicial injusto le condenaron a morir. Escucha, querido joven, al gobernador Poncio Pilato preguntar al pueblo: ¿A quién queréis que os suelte: A Jesús o a Barrabás?” Escucha a la turba gritar: “¡A Barrabás! ¡A Barrabás!” “¡Crucifica a Jesús! Y que su sangre caiga sobre nosotros y nuestros hijos.
- Mira cómo escupen a Jesús, le abofetean, le golpean, le colocan una corona de espinas en su cabeza, le insultan y se burlan de Él. Le crucifican como su fuera un vil malhechor. Traspasaron sus manos con fríos clavos, manos que hicieron tanto bien. También sus pies son horadados por clavos; pies que recorrieron caminos y aldeas llevando las buenas de salvación.
- Rudos hombres levantaron la cruz ante la vista de toda la gente. Su cuerpo santo y puro sufría agudos dolores por amor. ¿Aceptarás este sacrificio hecho por ti, querido joven? Escucha el grito desesperado de Jesús, mientras le rodean las tinieblas: “Eli, Eli, ¿lema sabactani?», que significa «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»“ (Mt. 26:46). (NTV).
- “¡Oh! ¿Hubo alguna vez sufrimiento y pesar como el que soportó el Salvador moribundo? Lo que hizo tan amarga su copa fue la comprensión del desa–grado de su Padre. No fue el sufrimiento corporal lo que acabó tan presta–mente con la vida de Cristo en la cruz. Fue el peso abrumador de los peca–dos del mundo y la sensación de la ira de su Padre. La gloria de Dios y su presencia sostenedora le habían abandonado; la desesperación le aplastaba con su peso tenebroso, y arrancó de sus labios pálidos y temblorosos el grito angustiado” (El Deserado de Todas las Gentes, 225-226).
- A las tres de la tarde de un viernes, Jesús expiraba y entregaba su vida al Padre. La gente miraba (Lc. 23:35). ¿Qué miras tú? ¿Qué ves? Se cumplían en estos momentos las palabras de Is. 53:4 y Corintios: «¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?” (1 Cor. 15:55). (RVR1960).
- En esos momentos Jesús obtuvo la victoría completa, absoluta, porque vivió sin haber pecado y murió como víctima perfecta en propiciación del pecado (Gn. 3:15). Venció al diablo. Le pisó la cabeza.
- Fue sepultado, pero en su tumba no existe el clásico epitafio: “Aquí yace…”, como en la de otros líderes religiosos. Los ángeles dijeron: “Aquí no está… ha resucitado”. Ascendió al cielo y está sentado a la diestra del Padre, intercediendo por cada uno de nosotros, y no sólo intercede sino que nos quiere dar poder. El mensaje de la justificación por la fe significa “poder de Dios para perdonar el pecado y para librarnos de pecar”.
IV. LA VICTORIA ESTA A NUESTRA DISPOSICION
- Jesús ganó la vida eterna para nosotros (He. 9:11-12). Y Pablo nos dice “si alguno está en Cristo, nueva criatura es…” (2 Co. 5:17). (RVR1960).
- Este “en Cristo” no es lo mismo que “con Cristo”. Yo puedo estar con Cristo y no beneficiarme de su obra; igual que puedo estar “con” mi pareja y no tener empatía con ella. “En” denota unidad, un estar unido de forma íntima con alguien; así es que si yo estoy unido a Jesús, el resultado será una transformación de mi vida (nueva criatura).
- Somos pecadores por naturaleza, débiles, vivimos inmersos en problemas… ¡Necesitamos ayuda! Y Cristo está dispuesto a concedérnosla. “El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los mancebos se fatigan y se cansan, los mozos flaquean y caen: mas los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán las alas como águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán» (Is. 40: 29-31). (RVA).
- “El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas…” . Dios siempre está dispuesto a impartir fuerza a los corazones atribulados. No importa cuál sea la necesidad tuya, Dios siempre puede suplirla en Jesús.
- “Los mancebos se fatigan y se cansan, los mozos flaquean y caen…”. Aún los jóvenes estando en la flor de su vida, se cansan y se fatigan y no pocos se rinden ante las dificultades (miles de jóvenes se quitan la vida diariamente).
- “…mas los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán las alas como águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán». Dios siempre escucha el clamor de los necesitados y humildes de corazón. Los que le buscan sinceramente, los que depositan su confianza en Él, tendrán la experiencia de las águilas.
- El símil que nos da Dios es muy significativo, ya que las águilas son una clase especial del mundo animal. Su vuelo es espectacular; cuando se la ve ascender más y más hacia las alturas no podemos sino quedar anonadados. Isaías nos dice que los que esperan en Dios tendrán nuevas fuerzas y levantaremos el vuelo como las águilas. Desde antiguo el águila ha sido considerada como símbolo de valor y poder, debido a su gran tamaño y destreza para construir nidos en lugares inaccesibles, su extraordinaria visión y su rapidez para actuar. El águila fue el emblema de algunas regiones romanas, también de la Francia de Napoleón, de Alemania y los imperios Ruso y Austro-Húngaro. Está incluida asimismo en el escudo nacional de México.
- Jesús te promete, querido joven, no importa cuál sea tu problema, que si esperas en Dios, si confías en Él, tendrás nuevas fuerzas. Dice “nuevas fuerzas” y lo enmarca dentro del contexto del águila. ¿Por qué? Porque el águila también se renueva.
- “Él es el que perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus en–fermedades; el que rescata de la fosa tu vida, el que te corona de bondad y compasión; el que colma de bienes tus años, para que tu juventud se renueve como el águila“ (Sal. 103:3-5). (LBLA).
- Parece que esta expresión de “rejuvenecer como el águila“, se refiere a la creencia popular de que el águila, cuando se envejece, realiza ciertas prácticas que tienen el objetivo de renovar su cuerpo, como reforzar sus uñas, cambiar algunas plumas viejas, afilar su pico, etc. Y así puede vivir unos años más. Por eso dice el texto de Isaías “nuevas fuerzas” y David habla de “rejuvenecer como el águila”.
- Si confiamos en Jesús él nos dará nuevas fuerzas y la capacidad de remontar el vuelo por encima de los problemas de esta vida. ¿Por qué arrastrarse por el suelo respirando el olor nauseabundo de la basura del mundo, pudiendo levantar el vuelo como el águila? ¿Por qué ser prisionero del pasado, pudiendo ser libres en el presente? ¿Por qué estar atados a nuestras circunstancias pudiendo ser libres de ellas? Por casualidad un huevo de águila fue a parar a un gallinero. Una gallina clueca lo incubó junto a los suyos y nacieron pollitos y de este huevo, el aguilucho. Todos se criaron juntos y el aguilucho creció hasta convertirse en un ave de dimensiones extraordinarias. Podía volar hasta las alturas, pero como sus hermanastras no volaban, él pensó que era de la misma especie y pasó su vida viviendo como gallina cuando era un águila real.
CONCLUSIÓN
- Jesús ha obtenido una gran victoria para ti y para mi. Él quiere llevarnos cada vez más alto en nuestra experiencia de fe. Sólo nos pide que confiemos en Él; que dejemos todo en sus manos (Mt. 11:28).
- ¿Le dejarás, querido joven? Aprópiate de la victoria que Cristo obtuvo en el desierto, en el Getsemaní y en el Calvario. Aprópiate de su vida por la fe y echa mano de sus méritos.
- Hoy intercede ante el Padre, confía en esa intercesión y deposita en Él todos tus pecados, el resultado será que tendrás nuevas fuerzas en esta vida. Y un día podrás estar en las mansiones celestiales gozando de eterno bien. Dios nos lo conceda en su gracia, ese es mi deseo y oración. Amén.
© José Vicente Giner